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  • El día que Hitler creó el Afrika Korps, la unidad acorazada de elite con la que Erwin Rommel se convirtió en “el zorro del desierto”

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 12/02/2025 04:32

    El general Erwin Rommel, comandante del Afrika Korps alemán, camina acompañado por el general Garibaldo de Italia poco después de su llegada al norte de África, el 21 de marzo de 1941(Grosby) Corría febrero de 1941 y la disputa por los territorios del Norte de África había dado un vuelco dramático. Era un frente de guerra clave, donde las potencias del Eje y los Aliados se jugaban mucho: no solo se trataba de defender o tomar posiciones, sino también de controlar rutas navales en el Mediterráneo e, incluso, de influir de manera decisiva sobre el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial en Europa tras el arrollador avance de los nazis, que ya habían ocupado Francia y planeaban hacerlo con la Unión Soviética. La lucha había comenzado en junio de 1940, cuando las fuerzas británicas asentadas en Egipto tomaron el fuerte Capuzzo, una fortificación de la Libia italiana que formaba parte de su sistema defensivo. Las tropas italianas -mayormente integradas por libios- contratacaron y avanzaron sobre Egipto, pero la contraofensiva británica resultó letal y culminó a fines de enero de 1941 con la captura de Tobruk, una estratégica ciudad puerto del Este de Libia donde apresaron a 138 mil italianos gracias a su superioridad en tácticas, armamento y vehículos blindados. Hasta entonces los alemanes no habían prestado mayor atención al norte africano. La toma de Tobruk cambió la situación, porque la ocupación británica en Libia podía causar problemas a largo plazo para los planes de Adolf Hitler: si los británicos ocupaban toda la colonia italiana, entrarían en contacto con las colonias francesas en el Magreb -Túnez, Argelia y Marruecos- y al Sur del Sáhara -Chad-, donde la autoridad del gobierno títere de Vichy no estaba bien asentada. En ese contexto, la cercanía británica con las colonias francesa se convertiría en un grave problema para el gobierno francés del mariscal Pétain y crearía una situación de inestabilidad en la Francia continental, lo que afectaría al esfuerzo de guerra alemán durante la inminente campaña contra la Unión Soviética, porque la industria francesa debía contribuir con la producción de armas y vehículos. Frente a ese preocupante panorama, el 12 de febrero de 1941 -pocos días después de la caída de Tobruk- Hitler tomó la decisión de crear una unidad acorazada de elite para apoyar a las tropas italianas en la campaña del Norte de África, el Afrika Korps. Para comandarla eligió personalmente a uno de los oficiales que más se había destacado en la guerra relámpago para ocupar Francia, el teniente general Erwin Rommel, a quien pronto tanto sus hombres como sus enemigos comenzarían a llamar por un apodo que pasó a la historia, “el zorro del desierto”. Rommel fue inducido al suicidio por orden de Hitler: "Nos dijo que los generales le habían puesto ante una alternativa: el suicidio o el juicio ante un tribunal del pueblo y el internamiento de la familia en un campo de exterminio. La sentencia debía tener lugar dentro de veinte minutos, a partir de aquel momento", contó Manfred, hijo del mariscal Héroe y estratega A diferencia de la de otros altos oficiales, la carrera militar de Erwin Rommel había comenzado bien de abajo, con el grado de cabo, para llegar hasta lo más alto. Nacido en noviembre de 1891, al terminar sus estudios secundarios quiso estudiar ingeniería, pero su padre se opuso y le sugirió enrolarse en el ejército. Primero cabo y después ascendido a sargento, su desempeño le abrió las puertas de la Escuela Militar de Danzig, de donde egresó con el grado de teniente. Cuando comenzó la Primera Guerra Mundial fue enviado con su regimiento a la región de Argonne y más tarde al frente rumano. Por su desempeño en el campo de batalla fue condecorado con la Cruz de Hierro de primera clase en 1915, y después con una distinción que nunca había recibido hasta entonces un simple teniente, la orden Pour le Mérite, por su astucia y su iniciativa en el campo de batalla. Vivió la derrota de Alemania y la firma del Tratado de Versalles como una humillación, pero al contrario que Adolf Hitler, prefirió mantenerse alejado de la convulsionada vida política de la posguerra y continuar con su carrera militar refugiado en el profesionalismo. Sus compañeros de armas lo consideraban un asceta: no bebía, no fumaba y se mantenía en perfecto estado físico a fuerza de un entrenamiento obsesivo. El resto del tiempo lo pasaba en familia, con su esposa Lucie y su hijo Manfred, nacido en 1928. A principios de la década de los ‘30 fue ascendido a comandante y destinado como instructor a la Academia Militar de Dresde. Estaba allí cuando Adolf Hitler logró llegar al poder. Adolf Hitler y el general Erwin Rommel. "El Zorro del Desierto", que comandó los Afrika Corps, fue el general preferido del Führer hasta que se involucró en el complot para matarlo Admirado por Hitler Adolf Hitler y Erwin Rommel se conocieron en 1935 y su primer encuentro no fue promisorio por una cuestión de honor militar. En el desfile de Pascua de ese año, el batallón de Rommel debía pasar frente al palco que ocupaban el führer y los principales líderes nazis. Todo iba bien hasta que el comandante supo que, para garantizar la seguridad de Hitler, se había ordenado formar a un batallón de las SS y las tropas que debían desfilar. Entonces, Rommel tomó una decisión tan audaz como impensada: informó a sus superiores que su batallón participaría del desfile. “Esto es un insulto. Si el jefe del Estado no se siente seguro frente a sus propios soldados, no los haré formar”, dijo. La primera reacción del alto mando fue sancionar al oficial díscolo, pero Joseph Goebbels y Heinrich Himmler intercedieron y lograron que las SS no estuvieran a cargo de la seguridad para que las tropas de Rommel pudieran desfilar con su comandante al frente. Poco después, ya ascendido a teniente coronel, Rommel publicó La infantería al ataque, un libro de táctica y estrategia que fascinó a Hitler, tanto que el dictador lo nombró comandante en jefe de su batallón de escolta durante sus visitas a Austria, a los Sudetes, Praga y Polonia. Comenzaron a tener entonces una relación casi cotidiana en la que Rommel terminó convirtiéndose en un nazi convencido. La admiración del futuro mariscal por el Führer creció a pasos agigantados después de la invasión relámpago a Polonia que inició la Segunda Guerra Mundial. Rommel casi no participó de ella debido a sus obligaciones como jefe del batallón de escolta, pero tuvo después un destacado papel al frente de la Séptima División Panzer en las invasiones de Francia y los Países Bajos. Sus tropas recibieron el nombre de “La división fantasma”, debido a la velocidad y sorpresa que constantemente lograba, hasta el punto de que incluso el alto mando alemán perdió la pista de dónde se encontraba. En esas campañas Rommel llevó al extremo la nueva táctica de la Blitzkrieg (guerra relámpago) y se distinguió por dirigir a sus hombres desde la primera línea para hacerse una idea en tiempo real de la situación, aún a riesgo de morir en el campo de batalla. Su campaña militar, su personalidad, su carácter lo hacían admirado por sus soldados y por sus enemigos. Era un espartano: austero, rígido, inflexible, astuto, valiente, decidido El Afrika Korps Por todos esos éxitos -que le habían valido la admiración de Hitler- Rommel se puso al frente del flamante Afrika Korps, una unidad con la que revolucionaría las tácticas de guerra en el desierto. El Deutsches Afrika Korps -su nombre completo- estaba integrado por dos divisiones: la 5ª división ligera (renombrada 21ª División Panzer en octubre de 1941) y la 15ª División Panzer. Esas divisiones se formaron con unidades de diferentes lugares, que no tenían experiencia previa en el desierto. Una división Panzer equivalía a una división blindada de los Aliados, e incluía una mayor proporción de tanques a infantería que una división normal. La 5ª división contaba con 12.000 hombres y 160 tanques, y la 15ª tenía 15.000 hombres y 140 tanques. Con el correr del tiempo se fueron ampliando con la incorporación de varias unidades italianas y una brigada de paracaidistas. También contaba con cierto número de unidades especializadas de apoyo, como las de artillería y de baterías antitanque, un destacamento de señalizaciones, un comando dedicado las operaciones de sabotaje, una unidad de mapas, una unidad hidráulica, una compañía de reconocimiento y un batallón de logística. El apoyo aéreo estaba a cargo de destacamentos locales, pero también de aviones que despegaban desde Italia, como lo cazas Messerschmitt Bf 109 y los bombarderos en picado Junkers Ju 87 Stuka. Erwin Rommel recibió la más alta distinción del ejército alemán, la Cruz de Hierro con hojas de roble, espadas y diamantes tras la toma de Bengasi, y fue ascendido a mariscal de campo, el más joven de la historia de Alemania (Grosby) El zorro del desierto Hitler pensó al Afrika Korps como una fuerza defensiva destinada a apoyar a las tropas italianas, que debían llevar adelante el mayor esfuerzo de la Campaña del Norte de África, pero Erwin Rommel tenía sus propias ideas y estaba decidido a atacar al enemigo donde fuera posible. Su plan estratégico era rechazar a los Aliados hacia Egipto y apoderarse del Canal de Suez, una posición clave para controlar la navegación. La reticencia inicial del dictador nazi ante las tácticas del Rommel desapareció con las primeras victorias del comandante del Afrika Corps. No solo eso, sino que decidió primero reforzar su fuerza de combate y luego le entregó el mando de todas las tropas del eje en el Norte de África. Este ejército experimentó varios cambios de nombre: Grupo Panzer África, Ejército Panzer África y Ejército Panzer ítalo-alemán. Aunque en los papeles Rommel debía subordinarse al alto mando italiano, ya que Libia era una colonia de ese país, “el zorro del desierto” -como se lo empezó a llamar- pasaba por encima de los italianos y se comunicaba directamente con Hitler. Las victorias de Rommel en los campos de batalla africanos se sucedieron una detrás de otra y con ellas llegaron más condecoraciones y ascensos: recibió la más alta distinción del ejército alemán, la Cruz de Hierro con hojas de roble, espadas y diamantes tras la toma de Bengasi, y fue ascendido a mariscal de campo, el más joven de la historia de Alemania. Sin embargo, la derrota de las tropas alemanas en la batalla de El Alamein en julio de 1942 cambió todo, tanto la suerte militar de la campaña de África como la relación de Rommel con su hasta entonces admirado Hitler. En el campo de batalla se jugaba mucho: si Rommel lograba controlar el canal de Suez, las comunicaciones de Londres con sus colonias en Oriente Medio se verían interrumpidas y eso lo aprovecharían las fuerzas del Eje para apropiarse de las riquezas petrolíferas de la región. El mariscal podría así anotarse la victoria más importante de su carrera, pero algo falló y no fue su culpa. Por un error logístico del alto mando, se quedó sin combustible para seguir avanzando con sus tanques. Frente a la posibilidad de dejar a sus tropas indefensas, Rommel ordenó la retirada, pero Hitler lo desautorizó y decretó así la derrota alemana en territorio africano. La relación del “zorro del desierto” cambió para siempre después de esa derrota. Ya no había admiración sino mutuos recelos. El 6 de marzo de 1943, Rommel fue evacuado de África debido a una enfermedad y Hitler no le permitió volver al frente cuando se recuperó: ya lo había reemplazado en el mando el general Hans-Jürgen von Arnim. El final del Afrika Korps era para entonces cuestión de días: diezmadas y acorraladas, sus tropas se rindieron en Túnez el 12 de mayo de 1943. Los aliados capturaron a 130.000 soldados, que fueron trasladados como prisioneros de guerra a campos instalados en los Estados Unidos y Canadá. Rommel, impotente, se enteró de la noticia en Europa. Allí lo esperaba todavía otra dolorosa derrota, la de las playas de Normandía el Día D, cuando sus blindados no pudieron detener la invasión. Para entonces, el mariscal consideraba a Hitler un loco que había desatado “una guerra estúpida y brutal”. Acusado de conspirar para derrocar al Führer, Erwin Rommel fue obligado a suicidarse el 14 de octubre de 1944, cuando dos enviados de Hitler no le dejaron otra salida: le dijeron que, si no tomaba la pastilla de cianuro, su mujer y su hijo serían enviados a un campo de concentración.

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