12/02/2025 10:06
12/02/2025 10:05
12/02/2025 10:04
12/02/2025 10:03
12/02/2025 10:03
12/02/2025 10:03
12/02/2025 10:02
12/02/2025 10:02
12/02/2025 10:02
12/02/2025 10:02
» Diario Cordoba
Fecha: 12/02/2025 07:09
Otra mujer es asesinada por su marido en Benalmádena y una vez más el asesino escoge que los hijos estén presentes en un acto de violencia máxima en un intento, imagino, de que ella sufra todavía más al saber que ya no podrá protegerlos y que en su vida ellos caminarán entre tinieblas con el recuerdo de la muerte de su madre a manos de su padre. Es terrible y es macabro pensar que cada vez hay más voces que niegan la violencia machista y hablan de violencia intrafamiliar cuando una cosa no tiene nada tiene que ver con la otra, pero saben que eliminando los términos adecuados todo es más confuso y los datos más inciertos y de esa forma, bajo el paraguas intrafamiliar, los asesinatos de todas esas mujeres quedarán desdibujados hasta conseguir volver a esos tiempos en los que a la mujer se la tenía que zarandear por tonta, pegar por ser mujer y violar por ser esposa. Quizá, y tristemente, esos tiempos no estén tan lejos y por eso una mujer se cansa por todas y por todas levanta la voz, y por eso indigna la forma en la que un juez trató a Elisa Mouliaá cuando fue interrogada por el caso contra Íñigo Errejón por presunta agresión sexual, y cansa la forma en la que la Real Federación Española de Fútbol hizo las cosas que hizo para intentar que Jennifer Hermoso dijera que el beso que no era consentido fue consentido, para que así el señor Luis Rubiales y toda la federación se fueran de rositas. Porque los importantes eran ellos y lo que ella sintiera no importaba lo más mínimo. Porque si a alguno de ellos le hubiera importado habría entendido que el camino era el de la disculpa y no el del chantaje emocional y laboral para que ella aceptara lo que ellos necesitaban que aceptara y así los cimientos de su vida sólida y llena de ventajas no se tambaleasen lo más mínimo. Lo que sucedió durante aquellos días puso de manifiesto lo poco que hemos avanzado cuando vimos cómo el señor Rubiales dijo que no iba a dimitir, por qué tenia que dimitir si él no había hecho nada, y luego aclamaba a sus hijas como si el hecho de tener hijas y no hijos le hiciera entender y tratar mejor a las mujeres, sin ser consciente de que todo ello dibujaba un relato que, sin duda, es lo más preocupante, porque nos revela que él siempre pensó que no había hecho nada mal. Son esos comportamientos los que humillan a las mujeres y las dejan desprovistas. Son manos conocidas las que las asesinan y son voces iracundas las que las juzgan sin dar respiro.
Ver noticia original