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Buenos Aires » AmbitoWeb
Fecha: 27/12/2025 05:39
Durante años, la minería discutió su futuro mirando casi exclusivamente hacia adelante: nuevos descubrimientos, grandes proyectos greenfield y exploración en zonas aún no desarrolladas. Sin embargo, existe otro mapa minero, menos visible pero no menos relevante, que hoy vuelve a ganar protagonismo: el de las minas abandonadas, cerradas o paralizadas, que conservan recursos, infraestructura y conocimiento acumulado, y que podrían reactivarse bajo nuevas condiciones económicas y tecnológicas. Esa es la tesis central del ensayo Reactivación de Minas Abandonadas y Metales Críticos en Argentina, elaborado por el tecnólogo industrial José Luis Dalla Gassa, investigador y consultor con más de 35 años de trayectoria en industria pesada, automotriz, oil & gas y minería. Para el autor, el debate no es ideológico ni ambiental en primera instancia, sino industrial y económico: El mayor desafío no es geológico. Es industrial. Es cómo adaptar activos, procesos y organizaciones a nuevas condiciones económicas . La reactivación de minas abandonadas se inscribe en lo que muchos especialistas ya definen como el segundo ciclo minero de la Argentina. Según inventarios provinciales de Catamarca, San Juan, Jujuy, Salta, Mendoza, Córdoba, Río Negro y Santa Cruz, el país acumula más de 220 minas inactivas o abandonadas, muchas de las cuales no cerraron por agotamiento del mineral, sino por condiciones que hoy quedaron obsoletas: leyes de baja ley para la época, precios internacionales deprimidos durante los años 90 y 2000, limitaciones tecnológicas para el procesamiento, altos costos de energía y logística, escasez de financiamiento y ausencia de políticas de continuidad. Pero el escenario actual es radicalmente distinto. El mundo demanda cada vez más metales críticos para la transición energética, la tecnología y la defensa; los precios del cobre, litio, vanadio, tungsteno, molibdeno y tierras raras se dispararon; y, según la Agencia Internacional de Energía (IEA), hacia 2040 la transición energética requerirá 30% más cobre y hasta 600% más minerales críticos. En ese contexto, China, Estados Unidos y Europa compiten en una guerra silenciosa por asegurar oferta, y allí emerge la oportunidad argentina: reactivar minas que ya cuentan con infraestructura, accesos y mineral remanente. Desde el punto de vista económico, la diferencia es contundente: mientras desarrollar una mina nueva puede demandar entre u$s250 y u$s3.000 millones y llevar 8 a 14 años, la reactivación de una mina inactiva requiere inversiones del orden de u$s5 a u$s50 millones y permite volver a producir en apenas 6 a 12 meses. Un stock de activos subutilizados El informe identifica un conjunto amplio de minas que dejaron de operar no por agotamiento del recurso, sino por cambios en precios internacionales, falta de escala, tecnología obsoleta, costos logísticos o marcos regulatorios poco competitivos. Entre ellas aparecen proyectos de cobre, plomo, zinc, oro, plata, hierro y manganeso, distribuidos en provincias con larga tradición minera como San Juan, Catamarca, La Rioja, Mendoza, Jujuy y Río Negro . Dalla Gassa remarca que muchas de estas minas cuentan con ventajas comparativas frente a un desarrollo desde cero: accesos existentes, información geológica histórica, estudios metalúrgicos, infraestructura básica y, en varios casos, comunidades con experiencia minera. Una mina abandonada no es un pasivo por definición; es un activo que dejó de ser leído con lógica actual, señala el informe . Qué cambió para que hoy vuelva a ser negocio El contexto global es uno de los factores clave. La demanda de metales críticos -impulsada por la transición energética, la electrificación y la expansión de la inteligencia artificial- redefinió precios relativos y horizontes de rentabilidad. Minerales que hace 20 o 30 años no justificaban una operación hoy vuelven a ser estratégicos. Pero el autor subraya que el verdadero cambio está puertas adentro de la industria. Los sistemas que no evolucionan, desaparecen, afirma Dalla Gassa, formado en metodologías Toyota, Lean Manufacturing y análisis estadístico aplicado al P&L . La reactivación, sostiene, no consiste en volver a operar como antes, sino en rediseñar el sistema productivo completo. Qué hace falta para reactivar una mina abandonada El ensayo propone un enfoque estructurado, similar al utilizado para recuperar activos maduros en oil & gas o plantas industriales en declive. Entre los pasos centrales se destacan: - Relectura técnica del yacimiento, ajustada a precios actuales y demanda futura. Auditoría industrial del proceso, para identificar ineficiencias, sobrecostos y cuellos de botella históricos. Actualización tecnológica, incorporando automatización, mejoras metalúrgicas y reducción de consumo energético. Revisión logística, clave en minas que quedaron fuera de mercado por costos de transporte. Plan ambiental y social, enfocado en remediación, empleo local y licencia social. No alcanza con saber cuánto mineral hay. Hay que saber cómo producirlo hoy, con qué costos y para qué mercado, advierte Dalla Gassa . Desde el punto de vista económico, reactivar una mina abandonada ofrece ventajas concretas: menor CAPEX inicial, plazos de puesta en marcha más cortos y reducción del riesgo exploratorio. Desde lo territorial, permite reactivar economías regionales, recuperar empleo calificado y aprovechar infraestructura ya instalada. El informe remarca que, en muchos casos, estas minas podrían operar con escalas más acotadas pero eficientes, alineadas con nichos de mercado específicos. El error fue pensar que toda mina debe ser gigante. Muchas pueden ser rentables siendo bien gestionadas, sostiene el autor. Los 3 tipos de reactivación de minas abandonadas El informe clasifica la reactivación de minas abandonadas en tres esquemas de inversión, con escalas, riesgos y tiempos claramente diferenciados. En una reactivación light, orientada por ejemplo a la recuperación de oro en botaderos o material remanente, las tareas se limitan a limpieza, muestreo, estudios metalúrgicos y el alquiler de plantas móviles, con inversiones que van de u$s500.000 a u$s3 millones y permiten iniciar producción en plazos de 3 a 12 meses; este formato resulta especialmente atractivo para minerales como tungsteno, sílice, baritina, fluorita y cobre oxidado. Un segundo nivel corresponde a la reactivación media, que combina planta de proceso y mina subterránea e incluye la reparación de accesos, galerías, sistemas de ventilación, molienda y flotación, con costos estimados entre u$s5 y u$s15 millones y un horizonte de entrada en producción de 12 a 18 meses. Finalmente, la reactivación full, pensada para proyectos polimetálicos con ampliación de capacidad, implica la recuperación integral de la operación, la compra de equipos, la construcción de una planta nueva y la gestión de relaves, con inversiones del orden de u$s15 a u$s50 millones y plazos de 18 a 36 meses, aun así muy inferiores a los de una mina nueva. Minas y distritos con potencial de reactivación en Argentina El informe plantea que, con cambios normativos y nuevos enfoques productivos, parte de estos activos podrían volver a evaluarse. Más allá de los nombres propios, el ensayo enfatiza que el negocio no está en la mina aislada, sino en el sistema completo: recurso, proceso, logística, mercado y gestión. El error histórico fue analizar estas minas con la foto del pasado y no con la película del presente, sintetiza Dalla Gassa. 1. Sierra de Famatina La Rioja Minerales: Oro, plata, cobre El informe destaca a Famatina como uno de los distritos históricos más emblemáticos del país, con múltiples labores antiguas y minería intermitente a lo largo del siglo XX. La paralización respondió más a conflictos sociales, cambios regulatorios y falta de escala que a agotamiento del recurso. Dalla Gassa señala que se trata de un distrito donde la reactivación debería pensarse con modelos productivos de menor escala, tecnología moderna y fuerte licencia social, en lugar de esquemas extractivos tradicionales. 2. Mina La Mejicana La Rioja Minerales: Oro, cobre Caso emblemático de mina cerrada con infraestructura histórica (incluido el cablecarril). El informe la menciona como ejemplo de activo abandonado con información geológica probada y alto valor simbólico. La oportunidad está en releer el yacimiento con precios actuales y nuevas técnicas metalúrgicas, algo que no estaba disponible cuando la mina dejó de operar. 3. Minas de plomo y zinc de la Puna Jujuy Minerales: Plomo, zinc, plata El ensayo menciona varios yacimientos puneños que operaron hasta fines del siglo XX y fueron cerrados por costos logísticos y falta de competitividad. Hoy, con mejores caminos, mayor integración regional y demanda sostenida de zinc y plata, el informe plantea que estos activos podrían volver a ser viables bajo esquemas de operación ajustados y control estricto de costos. 4. Distrito Capillitas Catamarca Minerales: Cobre, oro, plata Capillitas aparece como un distrito con minería histórica relevante y potencial aún no agotado. Dalla Gassa remarca que muchas de las minas cerraron cuando el cobre no tenía el peso estratégico actual. La lógica de los metales críticos cambia completamente la ecuación económica, advierte el informe, al analizar este tipo de distritos polimetálicos. 5. Minas de hierro de Sierra Grande Río Negro Minerales: Hierro Aunque tuvo reactivaciones parciales, el informe incluye a Sierra Grande como ejemplo de activo maduro subutilizado, cuya viabilidad depende de rediseñar procesos, logística y escala. Dalla Gassa utiliza este caso para explicar que reactivar no es repetir el pasado, sino adaptar el activo a nuevas condiciones industriales y de mercado. 6. Minas de manganeso de San Juan Minerales: Manganeso El manganeso es mencionado como uno de los metales críticos menos visibles, pero estratégicos para la industria del acero y baterías. El informe señala que varias minas sanjuaninas cerraron por falta de mercado local y precios deprimidos, un escenario que hoy comenzó a revertirse. 7. Distritos auríferos y polimetálicos históricos de Mendoza Minerales: Oro, plata, cobre Dalla Gassa menciona la existencia de múltiples labores antiguas y minas cerradas en Mendoza, donde el principal freno no fue geológico sino regulatorio y de falta de actualización tecnológica. Una oportunidad estratégica para Argentina Para Argentina, el potencial es doble. Por un lado, sumar producción exportable sin esperar una década de desarrollo. Por otro, posicionarse como proveedor confiable de metales críticos en un contexto global de competencia por recursos. De cara al período 20262030, el informe plantea un escenario concreto en el que Argentina podría ingresar de lleno al club de los metales críticos si logra reactivar apenas el 20% de sus minas abandonadas. Bajo esa hipótesis, el país estaría en condiciones de quintuplicar la producción de metales industriales no litíferos en apenas cinco años, incorporando volúmenes relevantes al mercado global: más de 150.000 toneladas anuales de cobre provenientes de brownfields y proyectos polimetálicos, entre 500 y 4.000 toneladas por año de tungsteno, alrededor de 1.500 toneladas anuales de molibdeno asociado, unas 300.000 toneladas por año de sílice de alta pureza y cerca de 5.000 toneladas anuales de manganeso, además de producción adicional de litio a partir de tres o cuatro salares pequeños reactivables. Lejos de ser un ejercicio teórico, el informe subraya que Chile, Perú, Bolivia y México ya atravesaron ciclos similares, reactivando minas cerradas para ampliar oferta, reducir tiempos de desarrollo y posicionarse estratégicamente en mercados de minerales críticos. Dalla Gassa -industrial de origen automotriz y consultor en minería y recursos naturales- insiste en que la clave está en cambiar el enfoque: tratar a la minería como un sistema industrial dinámico, no como una foto fija del pasado. Reactivar no es volver atrás. Es evolucionar un activo que quedó detenido en el tiempo, concluye el ensayo . En ese cruce entre geología conocida, industria moderna y demanda global, la reactivación de minas abandonadas aparece como una de las grandes oportunidades silenciosas de la minería argentina.
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