24/12/2025 15:18
24/12/2025 15:18
24/12/2025 15:18
24/12/2025 15:18
24/12/2025 15:18
24/12/2025 15:18
24/12/2025 15:18
24/12/2025 15:18
24/12/2025 15:18
24/12/2025 15:18
» Contextotucuman
Fecha: 24/12/2025 13:44
Miércoles 24 de Diciembre de 2025, 11:06 La imagen tradicional de la Navidad y la Nochebuena suele asociarse con alegría, unión familiar y celebraciones compartidas. Sin embargo, para muchas personas, estas fechas pueden convertirse en una fuente de estrés navideño, tristeza o incluso rechazo. Especialistas en psicología y salud mental advierten que el contraste entre la expectativa social de felicidad y la experiencia personal de malestar es más común de lo que se reconoce, y proponen alternativas y estrategias para afrontar estas situaciones. La doctora Soledad Dawson, psicóloga y especialista en Psicología Vincular de Familias con Niños y Adolescentes y directora de la Maestría en Vínculos y Familias de la Universidad Hospital Italiano, señaló a Infobae: “Que no nos guste la Nochebuena no significa nada en especial. Puede estar asociado a algunos recuerdos o tradiciones de la familia”, explicó la doctora Dawson al abordar el origen de este rechazo. Según su análisis, la Nochebuena suele vincularse más que el Año Nuevo a la idea de pasar tiempo en familia, lo que puede despertar emociones y producir conductas reactivas, detalló. Dawson señaló que las situaciones familiares difíciles, como la imposibilidad de reunirse, la presencia de pocos integrantes o el cuidado de familiares enfermos, pueden transformar la celebración en una experiencia de aislamiento y soledad. “Viendo que todo alrededor es algarabía y festejo, eso puede generar sensaciones y sentimientos de desazón, angustia y tristeza. Eso puede repercutir en cómo nosotros consideramos que es la Nochebuena, en general". Y completó: “Cuando uno va creciendo y tiene la posibilidad de tomar decisiones, tal vez ese recuerdo no permita habilitar otras circunstancias, porque se asocia a esos recuerdos un poco tristes, traumáticos y angustiosos”. La especialista también mencionó que las familias con conflictos importantes o aquellas en las que algún miembro trabaja en servicios de urgencia, como médicos, bomberos o policías, suelen experimentar la ausencia de celebraciones tradicionales. Además, en familias que no celebran por motivos religiosos, las generaciones siguientes pueden sentir que la Nochebuena carece de sentido o alegría. “Cuando uno espera y está con mucha expectativa de cómo va a ser un festejo y, de repente, la realidad nos golpea y el festejo se apaga o no se produce de la manera en la que nosotros lo habíamos pensado, todas esas situaciones pueden generar la sensación de que la Nochebuena no es tan buena. Y entonces, no me gusta y la rechazo. Sin tener la posibilidad de pensar que podemos ser creadores de otras experiencias”, resumió Dawson. Cuáles son los síndromes “antinavidad” Patricia O’Donnell, psiquiatra y psicoanalista, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) y de la Asociación Psicoanalítica Internacional (IPA), indicó a Infobae: “Dos clásicos resultan muy ilustrativos: Ebenezer Scrooge (A Christmas Carol, de Charles Dickens) y El Grinch (Dr. Seuss). En ambos, la Navidadse vuelve insoportable porque reactiva carencias: calidez, amor, pertenencia y lazos importantes, así como antiguos sufrimientos, abandono, rechazo, marginación y soledad. La imagen de una Navidad rebosante de alegría y unión puede despertar sentimientos negativos, malestar por lo bueno que puede tener el otro que, a su vez, refuerza el aislamiento y el penar”. Y subrayó: “Ambos cuentos expresan la posibilidad de cambio a través de ser mirado y aceptado tal cual es cada uno, de perdonar y ser perdonado. Nadie está condenado a permanecer en su dolor. El espíritu navideño, más allá de lo religioso, reside en la unión, el amor, la generosidad y la gratitud, esta última antídoto para la envidia. Despierta una esperanza, nunca es demasiado tarde para cambiar y vivir una vida más plena", señaló la experta. Por todas la razones enumeradas, la psicología explica que ciertas personas son más vulnerables a padecer alguno de estos síndromes: Síndrome de Grinch: es un término que se utiliza para describir el estado emocional negativo que algunas personas sienten durante las fiestas. Se puede manifestar con ansiedad, depresión, nostalgia. Síndrome de la silla vacía: se refiere a las emociones difíciles que se sienten al enfrentarse a la pérdida o la falta de un ser querido durante las fiestas. Síndrome del villancico: se exterioriza cuando las personas entran en conflicto consigo mismas por no conectar con el espíritu navideño, lo que les genera estrés y ansiedad. Cómo identificar nuestras emociones La licenciada Ana Hulka, coordinadora del equipo de Grupos, Familia y Pareja del Servicio de Psiquiatría del Hospital Italiano, agregó que diciembre no solo despierta emociones vinculadas al cierre del año, sino que también reactiva duelos de diverso tipo. “No se trata únicamente de la pérdida de un ser querido. También aparece nostalgia por tradiciones que ya no existen, hijos o familiares que viven lejos, cambios familiares que modifican los rituales o ausencias que se sienten más en estas fechas”, ejemplificó. A modo de guía, desde el Hospital Italiano y su Universidad, destacan algunas recomendaciones centrales: No forzar estados emocionales ni minimizar lo que se siente. Reconocer emociones propias y ajenas, incluso cuando sean contradictorias. Permitir la nostalgia y el recuerdo sin culpa. Identificar cuándo el estrés se vuelve excesivo. Comunicar necesidades y límites de manera clara. Evitar la exigencia de “cerrar todo” o cumplir todas las expectativas sociales. Adaptar las celebraciones a las posibilidades reales de cada familia. Flexibilizar rituales y tradiciones; comprender que los vínculos cambian y, con ellos, las formas de reunirse. Las profesionales también remarcaron que, para quienes viven estas fechas con entusiasmo o bienestar emocional, hay una tarea especial: estar atentos al entorno, promover espacios de encuentro genuino y ofrecer gestos de inclusión y apoyo a quienes atraviesan momentos vulnerables. “Diciembre puede ser una oportunidad para revisar los vínculos, habilitar conversaciones honestas y construir celebraciones más ajustadas a la realidad emocional de cada persona”, destacaron. Cómo pasar las Fiestas si no nos gustan La doctora Dawson propuso: “En principio, no sentirse como sapos de otro pozo o discriminados, o como fuera de lugar porque no nos gustan las fiestas”. Dawson remarcó que no todas las personas disfrutan de reunirse en grandes grupos o de participar en los rituales tradicionales, y que es válido buscar opciones para pasar las fiestas. “No hay problema en pensar en otras alternativas. Si hay alguna posibilidad, poder programar algún viaje. Salir, por ejemplo, de viaje el 20 de diciembre y volver a principios de enero”, sugirió. Para quienes no pueden viajar, recomendó organizar planes con amigos que compartan la misma sensación o sumarse a causas solidarias: “Hay muchas organizaciones que ese día distribuyen comida o arman comedores comunitarios. Uno puede sumarse a algunas acciones solidarias en las que también sea parte de otro colectivo de gente”. Dawson también mencionó la opción de disfrutar actividades individuales, como ver series o películas, aprovechando la oferta de canales de cable y plataformas de streaming. Y completó: “Dentro de las posibilidades, si uno puede elegir, para no sentirse mal y realizar cosas con las que no condice, mejor hacer lo que tiene ganas y evitar tiempos de malestar, no solo a sí mismo, sino del entorno que, viendo que no la pasa bien, también pueden reaccionar a esos estados de ánimo". Elegir cómo transitar las fiestas, priorizando el bienestar propio y evitando situaciones que generen malestar, puede favorecer tanto la salud emocional individual como la de quienes forman parte del entorno. /Infobae
Ver noticia original