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  • Lectura entre árboles: una década del programa que une naturaleza, comunidad y libros en Yabotí

    » Elterritorio

    Fecha: 28/11/2025 07:55

    A diez años de su creación, "Que los libros vuelvan al bosque" volvió a la selva misionera para celebrar una década de promoción de la lectura en comunidades rurales, con una jornada cargada de emoción, participación familiar y actividades que unieron naturaleza, libros y aprendizaje jueves 27 de noviembre de 2025 | 18:45hs. En plena selva, dentro de la exuberante Biosfera Yabotí, los libros se lucieron en una jornada cargada de emoción, esperanza y alegría para celebrar los diez años del programa "Que los libros vuelvan al bosque", de la Fundación Red Comunidades Rurales. La actividad se realizó en la escuela EIB 836 de la comunidad Mbyá Guaraní Jejy y en la escuela 940 de la zona rural de El Soberbio. En un momento lleno de magia, los árboles se convirtieron en el puente para generar un vínculo fascinante entre los libros y los niños. Hace una década surgió la propuesta con la convicción de que promover la lectura es vital, y que su éxito depende en gran medida de la motivación que se logre despertar, especialmente en los niños desde el nivel inicial hasta séptimo grado, etapa en la que se observan dificultades de comprensión lectora. Por ello, la iniciativa —inmersa en un entorno rural— combina dinámicas que captan la atención de las infancias, lejos de las distracciones tecnológicas. El enfoque está puesto en descubrir, disfrutar, imaginar, crear y soñar con cada página. Esta valiosa propuesta nació como respuesta a desafíos y problemáticas que la Red viene observando desde hace años en todo el país. Uno de ellos es la pérdida del interés y el cariño por el acto de leer. “Nos referimos a disfrutar la lectura de libros; a descubrir, imaginar y reflexionar gracias a ese momento en el que, sin distracciones, podemos establecer un vínculo con una historia”, explicó Patricio Sutton, referente de la Fundación Red Comunidades Rurales. En un contexto donde las tecnologías modificaron hábitos y generaron efectos negativos —como la creciente dificultad para comprender textos— el desafío se vuelve mayor. “Sabemos que hoy es muy difícil motivar a los niños a leer; se está perdiendo la lectura tradicional, que tiene enormes ventajas para la comprensión. Estamos apuntalando esa necesidad, tratando de incentivar a docentes, familiares y niños”, señaló Patricia sobre el objetivo del programa. Sutton reforzó la idea: “Además de una buena enseñanza, aprender a disfrutar la lectura es crucial”. Y advirtió que “obligar a leer nunca dará buenos resultados, menos aún cuando se compite con los dispositivos electrónicos, diseñados para captar la atención”. Frente a ese escenario, el programa encontró una idea tan simple como brillante: colgar libros de las ramas de los árboles, integrando la lectura al entorno natural y a las rutinas de cuidado ambiental que las escuelas rurales ya trabajan. Para quienes impulsan la iniciativa, este cruce entre educación y naturaleza es otro de los grandes logros alcanzados. Patricio describió la dinámica: decoran o intervienen artísticamente las tapas de los libros y luego los cuelgan de tanzas en los árboles del predio escolar. “Salen de las aulas y, como si fueran abejitas, observan bajo los árboles, miran los dibujos, los textos. Después vuelven al aula, les preguntamos qué les interesó más y empiezan a contar, leer, intercambiar. Hablamos de la selva, del monte y del ambiente. Luego salimos todos juntos a plantar árboles nativos y frutales”, detalló. En muchas ocasiones, los niños se llevan los libros a sus casas para compartirlos con sus familias. Una de las jornadas más emotivas tuvo lugar en la escuela 940, donde hace diez años se realizó la primera prueba piloto. Ver los libros colgando de los árboles que habían sido plantines en aquel entonces generó un impacto especial. “La primera vez eran arbolitos muy pequeños; esta vez nos costaba llegar a las ramas más bajas. Imagínense cuánto han crecido”, recordó Patricio. Y añadió que este crecimiento también transmitió un mensaje clave: “Ser pacientes y perseverantes; con el tiempo, lo que plantamos nos da sombra, aves, vida”. El director de la escuela 940, Martín Carnel, destacó la alegría de los estudiantes: “Es muy sobrecogedor ver el crecimiento de los árboles. En aquella oportunidad colgamos libros de ramas recién nacidas; hoy son gigantes frente a la escuela. Los niños disfrutaron muchísimo ver los libros hermosos que trajeron. Ojalá se repita para seguir promoviendo la lectura y el cuidado del medio ambiente”. La experiencia también se replicó en la escuela bilingüe 836 Tekoa Její, ubicada dentro de la Biosfera Yabotí. Su director, Evandro López, valoró la iniciativa: “Es un estímulo que se suma al trabajo docente. Ojalá se pueda replicar en otras instituciones, porque la lectura es fundamental, pero, igual que el fútbol, hay que practicarla”. Para llegar a estas escuelas, la Red Comunidades Rurales realiza un trabajo previo basado en la solidaridad y el voluntariado. Los libros donados reciben una intervención artística y son clasificados para enviarlos a distintas provincias. Una de estas jornadas se desarrolló junto a la Fundación Navarro Viola, donde más de 25 voluntarios mayores participaron en la clasificación e intervención de materiales. Gracias a ese compromiso colectivo, ya se intervinieron más de 300 libros que llegarán a más de 20 escuelas rurales del país. En total, la campaña recibió más de 700 libros donados, seleccionados y preparados por el equipo de voluntarios.

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