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  • Estatinas: mitos, verdades y el papel del estilo de vida en la salud cardiovascular

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 27/11/2025 04:53

    Las estatinas se ubican entre los medicamentos más recetados globalmente, su uso genera debate porque si bien resultan clave para quienes ya han padecido un evento cardiovascular, en prevención primaria su beneficio absoluto es mucho menor En los últimos años, las estatinas se convirtieron en uno de los fármacos más prescritos del planeta, pero también en el centro de una fuerte controversia. En un extremo están quienes las consideran una herramienta indispensable para prevenir infartos y accidentes cerebrovasculares; en el otro, los que las ven como un ejemplo del exceso de medicalización de la sociedad moderna. Entre ambos polos hay un punto de equilibrio que vale la pena recuperar: entender con claridad qué pueden y qué no pueden hacer las estatinas, qué muestran los estudios más sólidos y cómo interpretar sus verdaderos beneficios. El colesterol, ¿villano o actor secundario? Las estatinas actúan bloqueando una enzima del hígado, responsable de la síntesis de colesterol. Al hacerlo, reducen los niveles de LDL, la lipoproteína que transporta colesterol desde el hígado hacia los tejidos. Pero el colesterol, en sí mismo, no es un enemigo. Es una molécula vital: participa en la producción de hormonas sexuales, cortisol, vitamina D y componentes estructurales de todas las membranas celulares. El problema comienza cuando las partículas de LDL quedan atrapadas en la pared de una arteria, que involucran procesos de oxidación e inflamación que dan origen al ateroma: una mezcla de grasa, glóbulos blancos y tejido fibroso que puede crecer hasta obstruir una arteria o romperse de manera súbita, provocando un infarto o un accidente cerebrovascular. El colesterol no puede considerarse un enemigo en sí mismo, es fundamental para la producción de hormonas, vitamina D y la estructura de las membranas celulares, las complicaciones surgen cuando el LDL queda atrapado en la pared arterial y desencadena procesos que pueden derivar en infarto o accidente cerebrovascular Imagen Ilustrativa Infobae A pesar de que el colesterol suele ser etiquetado como el “malo de la película”, la ciencia demuestra que es solo un actor dentro de un sistema muchísimo más complejo. La inflamación crónica, el estrés oxidativo, la resistencia a la insulina y el estilo de vida, entre innumerables cambios moleculares, juegan papeles tanto o más determinantes. Los efectos más allá del colesterol El efecto de las estatinas no se limita a reducir el colesterol. Numerosos estudios han demostrado que también tienen propiedades antiinflamatorias, mejoran la función de la capa interna de las arterias (endotelio) mediante la liberación de una sustancia que las dilata (óxido nítrico) y ayudan a “fortalecer” las placas de ateroma, calcificándolas y haciéndolas menos propensas a romperse. Cuando una placa de ateroma se forma tiene un gran contenido de colesterol y una capa fina que lo contiene. Se llaman placas vulnerables y son más propensas a romperse, con la posibilidad que se forme un coágulo en su superficie, y así provocar un infarto de miocardio o un accidente cerebrovascular. Las estatinas, pueden favorecer que las placas se calcifiquen, lo que paradójicamente las vuelve más estables y menos peligrosas. Estudios indican que las estatinas no solo bajan el colesterol LDL sino que aportan efectos antiinflamatorios, mejoran la función del endotelio arterial gracias al óxido nítrico y contribuyen a estabilizar las placas de ateroma haciéndolas menos propensas a romperse (Imagen Ilustrativa Infobae) Prevención primaria y secundaria: dos escenarios diferentes Antes de analizar los resultados estadísticos, conviene distinguir dos grandes grupos de pacientes: Prevención primaria: personas que nunca han sufrido un evento cardiovascular. Dentro de este grupo hay desde individuos con muy bajo riesgo (jóvenes sin factores predisponentes) hasta otros con múltiples riesgos acumulados (hipertensión, tabaquismo, sobrepeso, sedentarismo, glucemia alterada, estrés psíquico…) En este universo heterogéneo, existe un subgrupo especialmente relevante: quienes ya presentan signos de enfermedad arterial subclínica (placas carotídeas o placas de calcio coronario visible en una tomografía), aunque aún no hayan tenido síntomas. Son pacientes que ya tienen enfermedad ateromatosa, aunque silenciosa. Prevención secundaria: personas que ya tuvieron un evento cardiovascular —infarto, angioplastia, bypass coronario o ACV—. Aquí la enfermedad es manifiesta, el riesgo es alto y la indicación de estatinas está sólidamente respaldada por la evidencia. La diferencia entre ambos grupos es crucial. En prevención primaria, tratar a todos de la misma manera sería un error. En cambio, en prevención secundaria, la indicación es prácticamente universal. La alimentación el estilo de vida saludable son claves para prevenir la salud cardiovascular (Freepik) Los números aplicados a la vida real Para entender realmente el beneficio de las estatinas, hay que entrar en el territorio de la bioestadística aplicada a la vida real. La mayoría de los estudios comparan estatinas con placebo, en ensayos clínicos “doble ciego”, donde ni el médico ni el paciente saben quién recibe la medicación activa. El impacto de un tratamiento se puede expresar de dos maneras distintas: Reducción del Riesgo Relativo (RRR): mide el porcentaje de reducción del evento (por ejemplo, infarto) en el grupo tratado respecto al grupo placebo. Reducción del Riesgo Absoluto (RRA): mide la diferencia real de eventos ocurridos entre ambos grupos. Imaginemos 100 personas tratadas con placebo y 100 con una estatina durante cuatro años. Si cuatro individuos del grupo placebo sufren un infarto y tres del grupo tratado también lo hacen, la reducción del riesgo relativo sería del 25 % (porque 3 es el 75 % de 4), esto es porque la RRR oculta el riesgo en el grupo no tratado o que recibe placebo. Pero en términos absolutos, solo se evitó un infarto por cada 100 personas tratadas: una reducción del riesgo absoluto del 1 %.(4 infartos – 3 infartos = 1) Este ejemplo ilustra un punto clave: un resultado que suena impresionante cuando se expresa en porcentaje relativo puede tener un impacto mucho más modesto cuando se traduce a cifras reales. El valor del NNT: cuántos pacientes debo tratar para evitar un evento El gran punto de inflexión en la utilidad de las estatinas se da entre pacientes que ya han sufrido infarto o intervención por enfermedad cardiovascular y quienes nunca han tenido un evento, porque el beneficio siempre crece a medida que aumenta el riesgo basal (Imagen Ilustrativa Infobae) De la Reducción del Riesgo Absoluto surge un indicador fundamental: el Número Necesario a Tratar (NNT, por sus siglas en inglés). El NNT indica cuántos pacientes deben recibir el tratamiento, durante determinado tiempo, para evitar un evento cardiovascular. En el ejemplo anterior, el NNT sería 100: es decir, habría que tratar a 100 personas durante cuatro años para evitar un solo infarto. Este valor cambia según la población, la duración del estudio y el nivel de riesgo inicial. En la práctica, cuanto mayor es el riesgo basal del paciente, menor es el NNT, y por tanto, mayor el beneficio del tratamiento. La mayor parte de los ensayos clínicos sobre estatinas fue financiada por la industria farmacéutica, lo cual no invalida sus resultados, pero obliga a interpretarlos con cautela. Para obtener cifras más sólidas y confiables, los investigadores suelen agrupar varios estudios en un metaanálisis, que permite calcular un promedio ponderado de los efectos observados. El tratamiento con estatinas puede estabilizar o calcificar placas de ateroma, lo que paradójicamente disminuye la probabilidad de que se rompan de manera súbita y originen un coágulo que bloquee el flujo sanguíneo en arterias críticas (Imagen Ilustrativa Infobae) Uno de los más completos es el metaanálisis independiente publicado en la revista JAMA Internal Medicine (Byrne et al., 2022), que analizó 21 estudios sobre estatinas en prevención primaria y secundaria secundaria. En el grupo de prevención primaria —personas sin eventos cardiovasculares previos— se incluyeron más de 27.000 pacientes seguidos durante 4,4 años en promedio.Los resultados fueron los siguientes: Reducción del Riesgo Relativo (RRR): 38 % Reducción del Riesgo Absoluto (RRA): 0,7 % Número Necesario a Tratar (NNT): 142 pacientes (Rango 100 a 250: es decir, habría que tratar entre 100 y 250 personas durante 4 años y medio para evitar un infarto). En prevención secundaria, los beneficios fueron mayores: Reducción del Riesgo Relativo (RRR): 27 % Reducción del Riesgo Absoluto (RRA): 2,2 % Número Necesario a Tratar (NNT): 45 pacientes (rango: 27 a 250) Estos números muestran que las estatinas son más efectivas cuando el riesgo basal es alto. En quienes ya tuvieron un infarto o una angioplastia, el tratamiento reduce significativamente la probabilidad de nuevos eventos. En cambio, en personas sanas o con riesgo bajo, el beneficio es modesto y debe ponderarse frente a los posibles efectos secundarios. La interpretación de la efectividad de las estatinas requiere diferenciar la Reducción del Riesgo Relativo, que suele dar cifras en apariencia altas, de la Reducción del Riesgo Absoluto, que muestra el impacto real del tratamiento sobre la vida de los pacientes (Imagen Ilustrativa Infobae) Los intervalos de confianza: cuánta certeza tenemos Los valores estadísticos nunca son absolutos. Por eso se expresan junto a su intervalo de confianza (IC), que indica el rango dentro del cual se encuentra el valor real con un 95 % de probabilidad. En el metaanálisis referido, el estudio muestra una RRA del 1 % con un IC de 0.4 % a 1.9 %, significa que el beneficio real podría ser tan bajo como 0.4 % o tan alto como 1.9 %.En términos prácticos, el NNT podría variar entre 250 (si el beneficio es mínimo) y 50 (si el beneficio es máximo). Cuanto más estrecho es el intervalo de confianza, más precisa y confiable es la evidencia. El promedio de reducción del riesgo relativo ronda el 34 %, pero el impacto real —reflejado por el riesgo absoluto— varía ampliamente según el tipo de paciente. Los números cambian según el riesgo El NNT siempre depende del riesgo basal. En un diabético, basta tratar a unas 30 personas para prevenir un evento. En cambio, en una persona sin factores de riesgo, habría que tratar a más de 100 o 200. Por eso, en medicina personalizada, la decisión de indicar una estatina no debería basarse solo en el valor del colesterol, sino en el contexto clínico total: presencia de ateromatosis subclínica, hábitos, edad, genética y estilo de vida. Otro metaanálisis relevante, el de la Cholesterol Treatment Trialists Collaboration (CTT), mostró que por cada descenso de 39 mg/dl de LDL, el riesgo relativo de eventos se reduce un 20 %. Pero el número necesario a tratar para salvar un evento varía entre 125 y 250 personas, dependiendo del perfil del paciente. La imágen cardiovascular: el peso de la evidencia visual Más allá de los números, la imagen cardiovascular aporta una herramienta decisiva. Detectar placas ateromatosas o calcio coronario en estudios por imágenes permite identificar enfermedad antes de que dé síntomas. En esos casos, las estatinas pueden tener sentido no tanto por el nivel de colesterol, sino por su efecto antiinflamatorio y estabilizador de la placa. Cuando la ateromatosis está presente, aunque sea subclínica, el beneficio supera con claridad los riesgos. Más allá de los fármacos: el poder del estilo de vida El ejercicio físico otra de las claves para matener una correcta salud cardiovascular (Imagen Ilustrativa Infobae) La comparación con un programa de cambio de hábitos es reveladora. Aunque no existen ensayos directos que calculen un NNT para el ejercicio o la alimentación saludable, la evidencia sugiere que mejorar el estilo de vida puede reducir el riesgo cardiovascular en un 50 %. Si ese efecto pudiera expresarse en los mismos términos estadísticos que una droga, el NNT sería prácticamente 1: basta un individuo comprometido con su salud para prevenir su propio evento.El desafío, claro, es la adherencia y la disciplina necesaria para un cambio de hábitos. Para resumir, las estatinas son herramientas valiosas, pero su impacto real depende del contexto clínico. En prevención secundaria, son claramente beneficiosas y reducen significativamente la reincidencia de eventos. En prevención primaria, el beneficio es modesto y debe evaluarse junto con los factores de riesgo y el perfil del paciente. La tendencia en medicina muestra que la decisión de prescribir estatinas debe individualizarse, considerando el riesgo global del paciente, la presencia de ateromatosis, los antecedentes personales y familiares y la capacidad para sostener cambios en la rutina diaria (Imagen Ilustrativa Infobae) La interpretación equilibrada de los datos —mostrando tanto la Reducción del Riesgo Relativo como la Reducción del Riesgo Absoluto— es clave para tomar decisiones más transparentes y compartidas. La medicina del futuro no será “pro” ni “anti” estatinas: será personalizada, informada y guiada por el equilibrio entre ciencia y criterio clínico. Dr. Martín Lombardero, miembro titular de la Sociedad Argentina de Cardiología. Autor del libro “El Corazón es Consciente” Dra. Ruth Henquin, miembro titular de la Sociedad Argentina de Cardiología y MSC en Epidemiologia y Estadística Universidad de Londres

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