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  • Crisis en la UCR: los principales dirigentes del radicalismo se muestran esquivos a asumir la conducción del partido

    Concordia » Tarea Fina

    Fecha: 25/11/2025 08:03

    El 15 de diciembre, el senador nacional Martín Lousteau dejará la presidencia de la Unión Cívica Radical (UCR) y el partido renovará sus autoridades. La convocatoria al Comité Nacional está fijada para el 12 de diciembre. Sin embargo, a menos de un mes del recambio en la cúpula, la carrera por la sucesión engloba una única definición: la próxima conducción deberá surgir de una lista de unidad que aplaque las diferencias internas y permita definir un rumbo común para el espacio. Es un desafío para el que la mayoría de sus dirigentes se muestran esquivos: prefieren cuidar el pago chico antes que asumir los costos de pilotear un partido en retroceso. En las distintas vertientes de la UCR reconocen que las negociaciones para alcanzar un consenso todavía están en ciernes. Con una convocatoria al Comité Nacional oficializada este viernes, la discusión apenas comenzaría a activarse esta semana. “Estamos en un proceso interno de unidad, pero vamos a tener que elegir quiénes nos van a representar”, indicaron fuentes del radicalismo a LA NACION. Es una carrera contra el tiempo, pero también contra la reticencia que parecen mantener sus principales referentes para asumir la conducción ante las sucesivas derrotas electorales y la profundización de las diferencias internas. El triunfo libertario en los últimos comicios nacionales complejizó el tablero para un radicalismo que aún no logra calibrar sus piezas y se debate entre la reconstrucción de un frente opositor o un acercamiento a la Casa Rosada. Este último es el rumbo que ratificaron, el miércoles pasado, los diputados Mariano Campero, Luis Picat y Federico Tournier, cuando oficializaron su pase a La Libertad Avanza. Es un desmembramiento que ya anticipaban -los legisladores ya habían conformado La Liga del Interior, un bloque autónomo en la Cámara baja y en la UCR se había intentado avanzar, sin éxito, con su expulsión del espacio-, pero que no deja de exponer las dificultades del partido para ordenarse. Esos son los obstáculos que pretende zanjar una lista de unidad para la que aún no aparece un líder claro. En el partido subrayan que el gobernador de Corrientes, Gustavo Valdés, es el indicado para asumir esa responsabilidad. El mandatario es uno de los fundadores de Provincias Unidas, el frente federal que buscaba posicionarse como una alternativa al partido de Javier Milei, pero, al mismo tiempo, mantiene buen vínculo con dirigentes afines a la Casa Rosada, como su par de Chaco, Leandro Zdero. Aunque la alianza no se terminó concretando, en el radicalismo también recuerdan su intento por acercar posiciones con el Presidente para la contienda electoral. Esa ambivalencia podría ser clave para apuntalar la reconstrucción del partido centenario. Plenario de renovación de autoridades de la Unión Cívica Radical. pic.twitter.com/wJs0K12muT — Unión Cívica Radical (@UCRNacional) November 21, 2025 El correntino hoy es delegado suplente del Comité Nacional por su provincia, pero en la UCR no descartan que alguno de los titulares renuncie y le ceda su lugar para que pueda asumir como presidente partidario. Se trata -reconocen radicales de larga trayectoria- de una estrategia frecuente en el espacio. “Si Valdés quiere ser presidente del partido, lo va a ser”, indicó una fuente del espacio a este medio. En el entorno del mandatario, sin embargo, advierten que el gobernador no tiene intenciones de asumir esa responsabilidad en medio de la turbulencia interna. El rol tampoco suscita particular interés para el santafesino Maximiliano Pullaro. Cerca del jujeño Carlos Sadir se mueven con especial hermetismo, pero resulta improbable que Gerardo Morales, histórico dirigente radical cercano al actual gobernador, vuelva a la palestra. En Provincias Unidas, de todos modos, aseguran que tendrán un candidato propio. “Es muy difícil ser presidente del Comité Nacional ahora. Hay que ver quién se anima a poner la cara, la cabeza, y recibir sopapos de todos lados, además de pelearse con el Gobierno cuando haya que pelearse”, expresaron en el entorno de uno de los mandatarios provinciales. Es que la conducción del partido reviste una posición incómoda para los gobernadores, que mantienen diálogo con la administración nacional para reanudar obras de infraestructura y solucionar los déficits de sus cajas previsionales. Aunque cualquiera de ellos podría ser ungido, prefieren cuidar el pago chico y consolidar su poder en el distrito, en especial ante la posibilidad de reelegir en 2027. Ese es otro obstáculo que deberá sortear la nueva conducción. “El radicalismo hoy se parece más a una confederación de partidos provinciales”, aseguró un histórico dirigente de la provincia de Buenos Aires. Y el escenario en cada distrito tiene sus particularidades. Así, por ejemplo, mientras el oficialismo correntino logró imponerse en su provincia sin apoyo de los libertarios; en Chaco, los costos de dividir la oferta antiperonista son más elevados. “Más allá de su buena relación con Valdés, y suponiendo que se plantea una oposición a LLA, ¿qué va a hacer Zdero, que necesita de Milei para evitar que vuelva a la gobernación [Jorge] Capitanich?”, continuó. El riesgo de no lograr una estrategia común que equilibre las necesidades de cada provincia y cosechar un bajo acatamiento al rumbo nacional se presenta, así, como una oportunidad demasiado costosa para la mayoría de los dirigentes radicales, que temen sufrir un fuerte desgaste público. Tampoco quieren cometer el mismo error que algunos sectores críticos de la conducción actual le achacan a Lousteau: haberse alejado de las bases que, en primera instancia, buscaban acompañar el cambio propuesto por Milei. La apatía de sus dirigentes hacia la conducción nacional presionaba al partido a prorrogar los mandatos actuales hasta el final del verano y ganar, así, más tiempo para alcanzar ese consenso que estiman vital. Según pudo saber LA NACION, también se habría considerado de manera preliminar la posibilidad de que Inés Brizuela y Doria, actual vicepresidenta del partido centenario, sucediera a Lousteau, pero fuentes cercanas a la cúpula partidaria descartaron de cuajo ese encumbramiento. Otros apostaban por un retorno de Mario Negri al centro de la vida partidaria, pero el exdiputado no es delegado y, por ende, no es elegible. Algunos sectores también miran de reojo los movimientos del senador nacional Maximiliano Abad, que la semana pasada se reunió con intendentes, concejales, diputados bonaerenses y nacionales, y militantes radicales. “No quiero un radicalismo a la deriva, esperando que alguien le tire un salvavidas. Quiero un radicalismo que construya su propio barco, que ordene su tripulación y tenga autonomía de las demás fuerzas políticas”, sostuvo en un encuentro del radicalismo del Gran Buenos Aires. Su mensaje fue interpretado como una expresión de su intención de sumarse a la carrera por la conducción, para la que también se menciona al gobernador mendocino, Alfredo Cornejo. Sin embargo, según pudo saber LA NACION, el legislador tiene su mira en la provincia, donde apuesta a colocar a uno de sus alfiles al frente del partido en las elecciones locales previstas para septiembre del año que viene. Así, en medio de las fugas y la indefinición respecto de cómo moverse en el tablero político ante el avance libertario, el futuro de la conducción radical sigue siendo una incógnita. Algo es preciso: un consenso deberá alcanzarse antes del 12 de diciembre. La duda es si será algo temporal o un acuerdo que sepa echar raíces para reconstruir el espacio. Fuente: LA NACIÓN

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