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  • Sobrevivió al abandono, los abusos en instituciones y el dolor de sentirse invisible para los adultos que debían protegerlo: la historia de Germán Gonzales en Del otro lado

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 25/11/2025 05:03

    En Del Otro Lado, el influencer comparte con Luis Novaresio lo que vivió en su infancia y adolescencia y qué lo motivó a salir adelante, no juzgar y perdonar. A los 19 años, Germán Gonzales vive en La Plata y se ha convertido en una de las voces más sinceras y conmovedoras de TikTok. Detrás de sus videos virales —en los que aparece comiendo chizitos, relatando episodios con su madre o compartiendo reflexiones sobre la vida—, se esconde una historia lejos de cualquier ficción: la de un hijo que enfrentó el abandono, el orfanato, la calle y una infancia marcada por el dolor, pero que eligió no odiar. En sus redes, Germán afirma que “los hogares no son como en Chiquititas”, frase que conoce por experiencia. Permaneció en una institución desde los 12 hasta los 18 años y atravesó abusos, silencios y denuncias que nunca prosperaron. La relación con su madre, diagnosticada con esquizofrenia y atrapada por las adicciones desde la adolescencia, es el eje de su relato. Karina lo tuvo a los 14 años en soledad y pasó buena parte de su vida internada. Germán la volvió a ver a los 15, cuando ella lo retiró del hogar prometiendo una vida diferente. Sin embargo, terminaron viviendo juntos en la calle. Desde entonces, él la acompaña en cada recaída e internación, convencido de que juzgarla no le corresponde. “Era una nena con un bebé en la panza”, reflexionó. Con más de un milón de seguidores y conocido como Germey, Germán estudia Psicología y vive de las redes sociales, que le sirven de refugio y como trabajo. Entre mensajes de esperanza y un mantra que repite incesantemente: “todo pasa”, propone transformar su experiencia en compañía para quienes sienten que no pueden seguir. Es su forma de probar que, tras una vida marcada por el dolor, aún se puede elegir el amor. “Todo pasa”, la premisa de Germán Gonzales para convertir su dolor en fortaleza —¿Quién sos? Contame. —Yo me llamo Germán y soy influencer. Hago videos de mi día a día. —Viendo tus videos, veo que hablás mucho de tu mamá. Contame, ¿quién es tu mamá? —Mi mamá se llama Karina. Ella tiene esquizofrenia y es adicta a la cocaína. Y muchos videos hablan de ese tema: cómo me afecta a mí ser hijo de alguien con adicciones. Y es bastante fuerte. —¿Y cuándo te enteraste que tu mamá consumía cocaína? —No, de toda la vida. Es muy joven. Ella me tuvo a los 14 años. —Naciste, ¿y ella ya estaba consumiendo? —Sí, ella empezó a los 15. Un año después de tenerme. —¿Y cómo fue tu vínculo con ella a medida que fuiste creciendo? —Y mucho vínculo no hubo porque, más allá de la adicción, ella tiene una enfermedad: es esquizofrénica. La mitad de mi vida, ella estuvo internada en un psiquiátrico y yo me crie con mi abuela. Entonces, no tuve mucho contacto hasta ahora que ya salió. Yo desde los 12 hasta los 15 no sabía nada de ella. La reconocí a los 15. Yo vivía en un hogar y ella apareció. Ahí retomamos el vínculo. —Contame cómo fue ese reencuentro. —Fue un poco feo, la verdad. Porque ella vino con una historia: diciendo que tenía casa, trabajo y que todo ese tiempo estuvo arreglando su vida. Entonces, fue al hogar y la idea de ella era sacarme de ahí y empezar de cero. Pero era todo mentira. Me sacó del hogar y al final no tenía casa, ni siquiera había dejado las adicciones. Estuvimos cinco meses en la calle. Después, también fuimos a paradores. —¿Vivían los dos en la calle? —Sí. —Contame cómo fue ese momento. —No fue tan traumático porque yo era chico y tenía otra visión, ¿viste? En vez de decir: “Estoy en la calle”, yo decía: “Estoy con mi mamá y la estoy conociendo”. Mi última imagen de ella era cuando yo era chiquito. Esos cinco meses que vivimos en la calle, yo los usé para conocerla y para ver quién era mi mamá. —¿Y qué aprendiste conociéndola? —Aprendí a no juzgarla. Me puse mucho en su lugar y traté de entenderla por qué ella tenía esos problemas. Busqué no odiarla y tratar de entenderla. Y ese fue el trabajo que hice. Pensar por qué y ponerme sus zapatos. —Y poniéndote en sus zapatos, ¿qué sentiste? —Yo la entiendo un poco. No la juzgo, porque yo sé que no debe ser fácil ser mamá a los 14 años, sola, con una enfermedad... No sé. No me sale juzgarla. —¿Vos desde que nacés te quedás a vivir con tu abuela? —Sí. Hasta que ella fallece. —¿Y a qué edad tuya fallece tu abuela? —A los 10. Hasta los 12 viví en la casa de un amigo del barrio y después me fui al hogar. Ahí estuve hasta los 18, salvo esos cinco meses que estuve con mi mamá a los 15. Después volví al hogar. Me llevó ella. —Vi un video tuyo que decía: “Vivir en un hogar no es Chiquititas”. —Sí, es más fuerte. Es un decir Chiquititas, porque es ficción. Igual yo calculo que depende del hogar, pero sí pasan muchas cosas. Muchas cosas fuertes. —¿Te molesta si te pregunto qué cosas fuertes? —No, no me molesta. El vínculo de Germán con su madre, marcada por la esquizofrenia y la adicción, refleja el impacto de la salud mental y las adicciones en la infancia —¿Qué cosas fuertes te pasaron? —Yo estuve en dos hogares. Al principio estuve en uno que era para ser adoptado y el segundo ya era hogar, donde te quedás hasta los 18. Y pasan muchas cosas con los adultos. Desde abusos hasta adicciones. Hay incluso chicos que se quisieron matar. Y son cosas como que no salen de ahí, ¿viste? Quedan de las puertas para adentro. Y los chicos quieren hablar, quieren justicia. Quieren alzar la voz y nadie los escucha. No son escuchados, no son ayudados. Y la mayoría de cosas que pasan ahí son de parte de los adultos que tienen que cuidar, de los operadores. —Y no hay dónde denunciarlo. —Los chicos siempre denuncian, siempre hablan, pero no le dan pelota. —¿Sufriste algún abuso? —Sí. Yo lo conté a los 16 o 17 años y como que la directora no me creyó. Y es fuerte eso. Es como que no se pusieron de mi lado y defendieron a al operador. Y así pasó un montón de veces con un montón de chicos, que también dicen que pasan esas cosas y no los escuchan. Y siempre defienden al operador. Y yo cuando lo conté me fui. Hice la mochila y me escapé. Y quise denunciar e hice un montón de cosas, pero no pasa nada. Me da bronca porque yo siento que yo pagué el precio. Él siguió su vida normal. Yo me quedé con esa mancha, ¿viste? —Hablás mucho de tu mamá, pero no sé nada de tu papá. —Yo tampoco. No sé nada. —¿Los abandonó? —Y él tenía 14 también. Era muy chico. Yo creo que la familia de él lo alejó. Sé que se llama Pablo. Tengo muy poca información de él. —¿Te gustaría encontrarte con él? —Y no sé. Cuando me mudé solo quise buscarlo. Hablé con el juzgado, pero no se vio. Porque hay muy poca información. También le quise preguntar a mi mamá, pero no sabe mucho. —Vos decías que hay dos tipos de hogares, el que te quedás hasta los 18 y los hogares donde… —También hay hogares paradores, que son temporales. —¿Y te hubiera gustado que te adoptaran? —Sí, los primeros años era eso. Yo quería buscar una familia. Tenía ganas. —De tu familia de sangre estaba tu abuela que murió, tu mamá y ¿nadie más? —Hay tíos y eso. Pero están todos como mi mamá con adicciones y eso. —Este segmento se llama Del otro lado. Tratamos de mostrar a personas que estuvieron en un lugar difícil y lograron pasar al otro lado, como creo que te ocurrió a vos. ¿Qué te ayudó a estar hoy acá, sonriendo, con una historia tan dura, poder contarla y convertirte en influencer? —Las cosas que me pasaron no las siento como que me afectaron a mi personalmente. Sí capaz está este dolor de decir: “No me lo merecía". Pero yo creo que la vida sigue y uno busca siempre la salida. Yo tuve la suerte de las redes, que empecé a hacer videos y me fue bien. Gracias a eso, estoy trabajando ahora. Y cuando me fui del hogar pude alquilar un lugar y me quedé tranquilo. —¿Vivís de las redes? —Sí. Si no tuviera las redes, no sé qué haría ahora. Porque estoy solo. Salí del hogar y no tenía a nadie. Me tuve que buscar un alquiler solo y prepararme, ¿viste? No tenía familiares... Si no fuera por las redes, no sé qué sería de mi vida hoy. —Hablále a un chico de 13 o 14 años que está solo, no sabe por dónde empezar y cree que no va a poder. ¿Qué le dirías? —Yo le diría que todo pasa, que no se rinda, que estudie, porque el estudio es muy bueno. Que no se cae el mundo tampoco por cualquier cosa fuerte que pasa. Al otro día sigue. Vos te despertás y sigue el nuevo día. Entonces, no hay que rendirse. —¿Todo pasa? —Yo creo que sí. Las cosas quedan adentro del pasado. Pero los días pasan y la vida sigue. Y también hay que buscar la vuelta de no dejar que te afecte, que no controle tu vida eso. Es difícil. —¿Pudiste estudiar? —Sí, yo estoy estudiando ahora. —¿Qué estás estudiando? —Psicología. Quiero ser psicólogo. —¿Y cómo te imaginás tu vida si no hubieras pasado por el orfanato? —Capaz no valoraría tanto ciertas cosas. Yo creo que el hogar y todo lo que viví me ayudaron a valorar todo: el plato de comida, el techo y darle la importancia que tiene. Capaz que si no hubiera pasado por eso no valoraría tanto las cosas. —Imagino que la viste a tu mamá en situaciones difíciles producto de la adicción. ¿Cómo fue armarte el cuerpo y el alma para poder ayudarla? —Fue muy difícil dejar que no afecte a mi vida. Yo creo que es difícil también no echarte la culpa. —¿Vos te echabas la culpa? —Sí, mucho. Porque yo la quería ayudar y esa ayuda no sirve. No sirve porque esa persona no quiere ayuda. La ayuda sirve si la persona quiere ser ayudada. Entonces, yo no sabía eso y todo lo que yo hacía para que ella salga adelante, no salía, entonces, me sentía culpable. “No estoy haciendo lo suficiente”, decía... —¿Qué cosas hacías para que ella saliera adelante? —Yo mucho tiempo dejé de estudiar, dejé todo por ella. En una época era todo para ella. Dejé toda mi vida para que ella salga adelante, para ayudarla, pero bueno, no... —Tu mamá es una paciente esquizofrénica en salud mental. Sabemos en la Argentina, si el paciente no quiere, es muy difícil ayudarlo cuanto tiene una adicción... ¿Ella tiene conciencia de que vos sos su hijo? —Sí. —¿Alguna vez te dijo: “Hijo, te amo”? —Sí, todo el tiempo me dice. Cuando la veo, siempre me dice cosas lindas. —¿Y a dónde está ella ahora? —Creo que está en un parador. Es muy complicado saber dónde está, porque a veces está en la calle y a veces en paradores, o a veces está en la casa de alguien. —Y si vos te enterás que ella está en la calle, ¿la vas a buscar? —Sí. Sí, muchas veces... Siempre la salgo a buscar. Lo que pasa es que ella no tiene celular, entonces no hay comunicación. Yo me entero de la nada cuando ella me llama y me dice dónde está. Yo garro mi mochila y la voy a buscar. La resiliencia de Germán inspira a jóvenes en situación de vulnerabilidad a no rendirse y buscar nuevas oportunidades —¿Y cómo reacciona cuando vos llegás? —Bien, con cariño. Ella mucho no se da cuenta. Yo me quedo con la fea sensación, pero no le demuestro eso. Le hablo y le digo lo que tiene que hacer. —Si te estuviera viendo la familia de tu papá, que debe saber que vos existís y que tenés 19 años, ¿te da ganas decirle algo a tus abuelos, a tus tíos? —Que capaz se perdieron de una linda personita. —¿Le guardás rencor? —No. En un tiempo sí pensaba que capaz nada de esto hubiera pasado si ellos estaban. Pero bueno, qué sé yo. Yo no puedo rogarle a nadie que esté. Si se van, está bien. También por eso mucho no quise buscar, ¿viste? Si ellos no me buscan, no me voy a buscar yo. —Se lo perdieron. —Sí, me gusta pensar as. Que ellos perdieron. —Y si te estuviera viendo tu mamá en este momento, ¿qué le dirías? —Lo que le digo siempre: que salga adelante, que busque un alquiler, que busque trabajo, que tome la medicación y que me use a mí para motivación. Porque si ella no hace las cosas por ella, yo le digo que las haga por mí. Capaz que eso le sirve. Yo sé que ella podría estar bien. Pero ella... No sé si elige, pero le gusta la otra vida. Ya pasaron muchos años. Ya es parte de ella, creo yo. Porque yo sé que ella muchas veces lo deja por un tiempo y está bien, consigue alquiler... —Cuando decís lo deja, deja la cocaína. —Sí. Y está bien por un tiempo, pero siempre recae. Yo sé que ella tiene esas intenciones, pero es más fuerte que ella. Así que capaz ella no lo elige, capaz. La elige a ella. —¿Qué comunicas en las redes? —Siempre trato de motivar, de salir adelante. Y también me gusta usar las redes como compañía. —Pensaba en un chico de tu edad que a los 15 se queda solo y no sabe por dónde empezar. ¿Qué le decís? —Yo a los 15 años tuve un intento de suicidio y sobreviví. Y fue también como volver a empezar. Yo me agarré de las cosas que a mí me hacían bien. Capaz eran pocas, pero había. Yo creo que es agarrarte de las cosas que sabés que te gustan. Porque a pesar de que vos decís: “Me quiero morir y no hay nada”, siempre hay algo que sabés que es como una luz que te puede guiar. Enfocarte en eso. —¿Sos quién serías Germán si no te hubiera pasado todo lo que te pasó? —No, yo creo que no. —¿Y te hubiera gustado ser otro? —No, porque siento que todas las cosas que me pasaron me ayudaron a entender mucho las cosas y a pensar de otra manera. —Pensaba en que esta noche vas a llegar a tu casa, te vas a hacer de comer en tu casa y tenés un techo... ¿Te viene el fantasma de cuando estabas en la calle sin nada? —No, me viene más que nada el fantasma del hogar. A veces sí me agarra esa depresión. Porque en el hogar había muchos chicos. Yo vivía como con 30 chicos, imagínate. Y de la nada estaba solo. Y me agarra como eso de que estoy solo y yo vivía con un montón de gente. Pero bueno, después pensas en otras cosas, que por lo menos tengo un techo, que estoy bien, que trabajo... —¿Nunca más volviste a hablar con los chicos del hogar? —No. Es verdad que los primeros meses los iba a visitar. Pero con el paso del tiempo, la mayoría se fue yendo. Fueron egresando, también. Entonces, ya no están los chicos que vivían conmigo. Hay otra población. —¿Cuál es el sentido de la vida para vos? —(Risas). Disfrutarla. Hay que pensar que la vida es una sola. No hay otra. Entonces, disfrutar cada momento. Está el sol, están las personas, está la música. Disfrutar cada cosita. Porque, en realidad, yo siento que la vida es un regalo, que hay que estar muy agradecidos de estar vivos, de estar en este mundo. Es una locura, en realidad, si te lo pones a pensar. Estás respirando, estás viviendo... Aprovechar cada momento y no dejar que las cosas malas te afecten, que no sea todo el fin del mundo porque, como te digo, la vida sigue.

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