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  • Eduardo Toniolli: “Es muy difícil ir a un proceso electoral y triunfar sin una perspectiva de futuro”

    » El Ciudadano

    Fecha: 23/11/2025 18:39

    Por Luciana Mangó y Daniel Zecca El diputado nacional Eduardo Toniolli era número puesto para ir por su reelección en la elección de octubre de este año, hasta que el Movimiento Evita, que él representa, quedó fuera de la lista. En su paso por el stream El Ciudadano Política, que se emite todos los martes a las 13.30 por el canal de Youtube del diario, calificó ese acuerdo como «no armónico», y pese a que usó el eufemismo «para ser elegantes», también fue claro hacia adelante: «El peronismo no puede dejar en manos de dos dirigentes políticos, o de tres, o de una mesa de cuatro, la selección de sus candidatos». Pasada ya la compulsa electoral, y sin hacer eje en ese antecedente, sí se permitió criticar el discurso de campaña que exhibió el peronismo en octubre, al que le faltó, según su mirada, «una perspectiva de futuro». Para Toniolli, el peronismo debe volver a «expresar», y no sólo «representar», a los electores históricos del movimiento fundado por Juan Perón. Preocupado por las consecuencias del plan «antinacional, antifederal y antipopular» de Milei, se propone como tarea hacia adelante «pensar la política de otra manera, con el protagonismo popular adentro». —Ahora que todo se tranquilizó y que las elecciones de diputados nacionales ya pasaron, ¿cómo viviste ese armado de última hora y el resultado electoral en general? —Lo importante frente al proceso electoral que pasó es que el peronismo tenía un gran desafío, que era plantarle cara a este gobierno, este régimen que ha impuesto Milei en estos dos años. Y lo importante era que en ese sentido al peronismo le fuera bien. Por eso la decisión de -a pesar de que fue un cierre de listas, vamos a ser elegantes, no armónico-, no cargar las tintas sobre ese cierre de listas. Hoy, como balance, lo que tengo para decir -y me animo a decirlo porque lo he escuchado también de otros dirigentes políticos- es que el peronismo, frente a la decisión de suspender las Paso, no puede dejar en manos de dos dirigentes políticos, o de tres, o de una mesa de cuatro, la selección de sus candidatos, o la preselección de sus candidatos. Tiene que buscar la manera de que esto se haga democráticamente. Esto no sucedió, por un cúmulo de razones. Nosotros algo de eso preanunciábamos cuando, en diciembre del año pasado, terminando el año, tuvimos un congreso virtual del Partido Justicialista en la provincia de Santa Fe, que fue bochornoso. Yo en ese momento decidí correrme de la vicepresidencia del partido porque no estaba de acuerdo en cómo se había resuelto esto. Y anunciaba un proceso muy conflictivo de preselección de candidatos durante ese año, donde había un par de sectores que se iban a apalancar en el control del partido, por una cuestión burocrática, siendo que la elección de autoridad del partido había sido en un marco de acuerdo general, medio salomónico, para que estén todos adentro. Bueno, evidentemente no sirvió eso, porque algunos se pasaron de listos y se apalancaron y se hicieron del control de partido. Bueno, listo, eso terminó. Y terminó como terminó. Ahora hay que generar las condiciones para que los procesos de selección sean lo más democrático posible. Y lo digo en un sentido muy amplio. No solo democrático para que la dirigencia política partidaria resuelva sus cuitas, sus matices, sus divergencias, sino para que se genere una convocatoria masiva a quienes se sienten parte del peronismo, a quienes sienten que el peronismo es la fuerza política que los expresa. Y esa, me parece, es la palabra clave: expresar. —¿Por qué esa es la palabra clave? —Porque el peronismo tiene que dejar de pensar que la crisis de representación que hoy atraviesa la Argentina se resuelve “con más y mejor representación”, como se escucha siempre por ahí. Bueno, hay una crisis de representación, representemos mejor. Pero nosotros entendemos que el peronismo tiene que volver a expresar, que es otra cosa. Expresar es integrar con protagonismo a los que trabajan, a los que producen, a los que construyen comunidad. El diferencial del peronismo siempre ha sido eso. —¿Qué más se puede decir de esa diferencia entre expresar y representar? —Representar es casi una relación contractual. Vos me traés tus ideas, tus propuestas, tus anhelos, y en una relación radial que mantengo con distintos sectores de la sociedad recibo la carpeta y presento el proyecto de ley. “Listo, maestro, estás representado”. Expresar es que el peronismo, o que una fuerza política, tenga la capacidad de integrar con protagonismo a distintos sectores que de alguna manera hacen, han hecho, históricamente al peronismo. Los sectores del trabajo, la producción, la comunidad… y cuando el peronismo ha olvidado esa verdad, en general se extravió. Después, naturalmente, de esa argamasa va a salir la representación que se necesita para los procesos electorales. Después se sintetizan en un nombre, dos, o diez. Pero la política no es sólo procesos electorales. Si no se genera una percepción de una parte de la sociedad de que la política en general, y que el peronismo en particular, como parte de esa política, es un ámbito de discusión de dirigentes políticos profesionales, con dirigentes políticos profesionales, que resuelven los problemas, las diferencias, en una mesa. Y que se ponen de acuerdo, o que rompen y no se ponen de acuerdo. El peronismo tiene herramientas en su haber para pensar la política de otra manera, con el protagonismo popular adentro, básicamente. Desde la Comunidad Organizada, que fue el texto liminar de Perón, hasta el Modelo Argentino para el Proyecto Nacional, que fue su legado, su obra póstuma. Hay a lo largo de toda la historia de la obra de Perón, obra en términos de ideas, obra material de realización, etcétera, una persistente idea de que el poder básicamente proviene del pueblo. Pero no de cualquier pueblo, no de un pueblo pensado como la suma aritmética de sus integrantes, sino del pueblo organizado, básicamente. Es decir, hay un rol importante, y te diría que preponderante, de las organizaciones comunitarias, de las organizaciones de nuestro pueblo a distintos niveles, y con distintas características en la democracia. Yo creo que la democracia argentina ha perdido mucho de eso y se ha convertido en una democracia donde el protagonismo es casi exclusivo de la dirigencia política, del funcionario, o en el mejor de los casos hay una mística alrededor del militante. Pero hay muy poca producción, trabajo. Y hay muy pocos gestos, participación, de incorporación de lo colectivo en el marco de la política. A veces parece que van por andariveles disociados. Y eso es una consecuencia muy propia de la década de los 90. Yo empecé a militar cuando tenía 15 años, en la secundaria, y estaba la diferenciación muy clara entre militancia política y militancia social. ¿De dónde salía eso? Básicamente de que el sistema político no soportaba las reivindicaciones de los sectores sociales organizados, no lo soportaba. El sistema político se había convertido en otra cosa. Y el peronismo no soportaba su propia bandera histórica, no podía sostenerla en el seno del sistema político. Fue la etapa donde se cerraron las unidades básicas, donde la política se encerró en sí misma, para no tener que rendirle cuenta a nadie, y poder acordar con sectores del poder económico, sectores externos, capital financiero internacional, etcétera. —¿Y en esta etapa? —Yo creo que el peronismo lo que no entendió en esta etapa que estamos viviendo ahora, y todavía no entiende, es que hay un ciclo que se cerró, que es el ciclo que se abrió en diciembre del 2001 y que de alguna manera terminó con el fracaso del gobierno del Frente de Todos. No el fracaso de Alberto Fernández. Esa es la autocrítica más estúpida que escuché en los últimos tiempos. Es algo que no es una autocrítica, que es echarle la culpa a otro. «El problema fue Alberto», no, el problema fue el gobierno del Frente de Todos, de todos los peronistas, salvo aquellos que explícitamente dijeron que estaban afuera. Pero fueron muy pocos. Guillermo Moreno, por ejemplo, entre otros. No lo voy a hacer cargo a él, porque él estaba claramente enfrentado desde tiempos inmemoriales con Alberto Fernández. Después, todos de alguna manera o de otra tenemos que hacernos cargo, pero también hay que hacerse cargo de que no es un problema de un gobierno, sino de un ciclo. Y ahí sí incluyo a todos. Que es el ciclo de incorporación de cientos de miles de argentinos, de integración social de miles de argentinos, fundamentalmente a través del consumo, con sus luces y con sus sombras. Y del derrame inducido de los beneficios de los commodities. Un modelo distinto al del peronismo primigenio, básicamente. Tuvo sus luces y tuvo sus sombras. Y su agotamiento económico, y también cultural, porque de eso se trata también. ¿Por qué gana también Milei? Bueno, hay que hacerse cargo de eso y pensar para adelante cuál es la perspectiva. Y me parece que en la campaña todavía no se entendió eso. Y por eso una fuerza política como La Libertad Avanza, que está cohesionada, que se ordena alrededor de un solo liderazgo, que es nacional, paradójicamente, porque es una fuerza profundamente antinacional, pero su proyecto es profundamente nacional en términos de alcance: está en los 24 distritos y se ordena desde un solo lugar. Además tiene una coherencia en su programa: antinacional, antifederal, antipopular, profundamente regresivo, viene a reprimarizar la economía argentina y extranjerizar nuestro recurso estratégico centralmente. Ahora, hay una coherencia ahí. Y hay una coherencia en el mensaje, porque hay una coherencia en el proyecto básicamente. Bueno, todo lo contrario al peronismo que fue a las elecciones de octubre, donde no hay un liderazgo único que ordene a toda la fuerza, donde no hay un programa aún. Y como no hay un programa, tampoco hay un discurso claro hacia dónde se quiere ir. Y es muy difícil ir a un proceso electoral y triunfar sin una perspectiva de futuro. No alcanza con una perspectiva defensiva. Dicho todo esto, no fue una elección catastrófica si uno lo mira desde esa perspectiva. Lo que sí uno tiene tiende a pensar que ese piso, que es lo que sacó el peronismo, posiblemente sin esa perspectiva de futuro, sea un techo también. —Estuviste hace pocos días en una actividad con el senador Marcelo Lewandowski. ¿Este tipo de encuentros tienen que ver con cómo reconstruir el peronismo para una alternativa futura? —Sí, el otro día estuve estuvimos en una actividad, una especie de plenario. La verdad muy generoso el gesto, porque no suele pasar eso en la política, donde un compañero de otra fracción, de otra tribu, como se dijo ahí, del peronismo, invite a un plenario para hablar libremente a compañeros y compañeras de otros espacios. Me parece saludable. Y coincidimos en que frente a la imposibilidad de contar con las Paso, el peronismo tiene que elegir todos sus candidatos, del primero al último, a través de mecanismos democráticos. Eso lo planteó Marcelo y yo lo sostengo también. Lo venimos sosteniendo con otros compañeros, incluso de otros sectores. Pero para ser consecuente con lo que venía diciendo antes, creo que esa reconstrucción exige mucho más que eso: es caminar, sentarse, hablar con quienes no transitan la política, con quienes transitan un montón de ámbitos que en general están referenciados, que ponen su expectativa en el peronismo, y que en general no son consultados, o no se los invita a discutir o a formar parte. El peronismo tiene que dejar de decir que es la representación de los trabajadores. El peronismo tiene que ser la fuerza donde se integran los trabajadores y dan la pelea en el plano de la arena política. Y que es en última instancia donde muchísimas de las peleas que están dando los trabajadores encuentra resolución, en última instancia. Bueno, la historia del peronismo lo demuestra. —En lo provincial, ¿cuál es el perfil que vos creés tiene que asumir el peronismo? ¿Dónde, o en qué, se va a diferenciar? ¿Con qué va a seducir a ese electorado o cómo va a convocar a esa gente que vos decís que tiene que participar más? —La provincia de Santa Fe es una provincia muy rica y es una provincia profundamente desigual, también. Y una provincia que tiene una variedad impresionante de actividades, en general industriales. Ya sea del campo o de la ciudad. A lo que el peronismo no le ha dado el mismo trato, ni le ha acercado el oído, ni le ha ofrecido protagonismo de la misma manera. Me parece que es hora de que lo haga, sin prejuicios. También hay que decir que es imposible construir un programa desde cuatro dirigentes sentados en una mesa, o cuatro dirigentes que dicen: «Ah, bueno, vamos a llamar una economista para que nos haga un programa económico”. Hay que sentarse y hablar y trabajar con todos los sectores de trabajo y la producción, que hacen a la provincia de Santa Fe. Me parece que eso es fundamental. Está claro que el peronismo hoy tiene un peso mucho más importante en Rosario, en el cordón industrial, en algunos grandes centros urbanos, y es menor ese peso que tiene en términos electorales en zonas más rurales. Sin embargo, todas esas zonas rurales tienen una enorme historia ligada al peronismo en su desarrollo, en su crecimiento, en algunos casos hasta en su explosión demográfica. Bueno, el peronismo eso tiene que revisarlo y ponerse a trabajar en ese sentido. Hay un núcleo muy pequeño a los que le va bien cuando la Argentina que le va mal. Lo conocemos todos. Tienen nombre y apellido: los Toto Caputo, y todo lo que representan. Bueno, la grieta tiene que estar puesta ahí, no tiene que ser ideológica. En todo caso tiene que ser fundamentalmente sobre quienes apuestan a la Argentina y quienes quieren un país en derrota, porque le va bien en ese país en derrota. —Tenés mandato hasta el 10 de diciembre. ¿Cómo te ves de ahí en adelante? —Yo milito desde los 15 años. Tengo 48. Soy docente universitario hace 20 años. Voy a seguir dando clase. Laboralmente, por supuesto, haré algunas cosas más, alguna de ellas seguramente ligada a la política. Y voy a militar. Voy a seguir militando con la misma vocación de siempre, y con las mismas obsesiones de siempre: los trenes, entre otras. Algunas cuestiones en las que en este tiempo en la gestión de la Cámara de Diputados también me he interesado: profundizando sobre cuestiones más estratégicas ligadas al Atlántico Sur, Malvinas. —Bueno, ese tema entra en un tiempo estratégico también. —Bueno, en 2048 el Tratado Antártico tiene un punto de inflexión. Generalmente se suele decir que se vence, pero no se vence. En realidad, a partir de ahí todos los países miembros pueden volver a hacer planteos, en función de sus reclamos soberanos sobre la Antártida. La Argentina no es algo que hoy tenga en la centralidad. En realidad sí hay que decir que este es un gobierno que le da mucha bolilla a la política exterior, pero en un sentido para mí, regresivo y de entrega. El 4 de abril del año pasado, el presidente de la Nación hizo un acto que salió por cadena nacional, a las 12.30 de la noche. Solo los pocos que estábamos conectados en las redes en ese momento pudimos verlo en directo con la titular del Comando Sur de los Estados Unidos, Laura Richardson, con el embajador de los Estados Unidos, que se reía. Nadie le había pedido tanto a Milei. Hizo un acto con la Armada Argentina tocando el himno de los Estados Unidos, diciendo que es la base integrada que todos los argentinos estamos construyendo en Ushuaia. Va a ser la puerta de entrada de nuestros países, repito, de nuestros países al Continente Blanco. Bueno, de ahí en más, cuando vos escuchás que como contraprestación al préstamo de Scott Bessent del Tesoro de los Estados Unidos, se dice, o hay rumores, de que la Argentina podría aceptar una base militar estadounidense en Tierra de Fuego, y algunos dicen: «No, es una exageración, no va a pasar eso, porque además eso tendría que pasar por el Congreso”. Tantas cosas tendrían que pasar por el Congreso y no pasan… lo que lo convierte en totalmente verosímil. Entonces, mirá si no es un tema de esta etapa que viene, que tiene una centralidad importantísima. Bueno, Perón decía que la política exterior es “la política”.

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