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  • El anestesista Vicente Domingo, sobre la muerte de una niña tras una intervención en una clínica dental de Valencia: “Lo ocurrido es extremadamente raro; no se puede descartar la anestesia, pero hay q

    » Diario Cordoba

    Fecha: 23/11/2025 12:01

    La muerte de una niña de 6 años y el ingreso hospitalario de otra de 4 tras recibir anestesia en una clínica dental de Alzira ha desatado una profunda preocupación social y numerosas dudas. Sin embargo, los especialistas piden prudencia. Vicente Domingo, anestesista y miembro de la Sociedad Española de Anestesiología, explica que, con la información disponible, no es posible establecer una relación directa y clara con la anestesia y subraya que el caso presenta aspectos “muy extraños”. Domingo destaca que la parada respiratoria de la niña fallecida se produjo cuando ya estaba en casa, no durante el procedimiento en la clínica. “Los anestésicos que usamos pueden producir una parada respiratoria en el momento de administrarlos, pero no horas después”, señala. Todo se vuelve aún más complejo, añade, al tratarse de dos pacientes consecutivos: “Podría pasar en una persona, como un caso aislado, pero que ocurra dos veces seguidas es muy raro”. Entre las primeras hipótesis se ha planteado la posibilidad de que el lote de anestésicos empleados estuviera en mal estado, una circunstancia que Domingo considera improbable por los numerosos controles sanitarios que superan antes de llegar a los pacientes. La otra opción, que los fármacos estuvieran caducados, tampoco encajaría con los efectos observados, ya que en ese caso “simplemente no harían efecto, pero no provocarían un problema como este”. Las dos menores presentaron cuadros similares tras ser sedadas para ser intervenidas en la clínica. Una de ellas permaneció cuatro horas en observación dentro del centro antes de recibir el alta. Fue después, ya en su domicilio, cuando su estado se agravó y tuvo que ser trasladada al hospital, donde los facultativos no pudieron reanimarla tras entrar en parada respiratoria. La niña de 4 años fue intervenida por la tarde y trasladada al Hospital de la Ribera, desde donde se la derivó a la UCI pediátrica del Hospital Clínico de València, donde continúa ingresada pero estable. Vicente Domingo, miembro de la Socidad Española de Anestesiología. / CD Domingo considera que debe existir un factor adicional que explique lo sucedido. “Una reacción alérgica siempre es posible, pero en dos personas distintas y consecutivas no encaja”, señala con cautela. Aunque no descarta ninguna posibilidad, insiste en que atribuir de forma directa la causa a la anestesia sería precipitado. Para él, la clave estará en identificar qué elemento común hubo entre ambos procedimientos, más allá de los fármacos empleados. Grados de sedación y capacidad de respuesta El anestesista explica a este diario los distintos grados y usos de la sedación y la anestesia. La anestesia local utilizada habitualmente en adultos en una consulta dental -administrada mediante una inyección en la mandíbula- bloquea los nervios de la zona donde se va a intervenir y no provoca consecuencias relevantes si se suministra correctamente. En el caso de niños, donde puede ser más complicado aplicar la anestesia mediante inyección, se recurre a distintos niveles de sedación. La más leve, por vía inhalatoria con óxido nitroso, conocido como el “gas de la risa” y utilizado también durante algunos partos, “no produce depresión respiratoria; como mucho, mareos o náuseas”, indica Domingo. El riesgo aumenta con los sedantes intravenosos, como midazolam, propofol o ketamina, que sí pueden producir una parada respiratoria. “Los anestesistas sabemos revertirlo con una adecuada ventilación; estamos formados para eso”, explica. Si pese a ello el paciente no responde, “se procede a la intubación”. En el caso concreto de la ketamina, precisa, tampoco suele provocar depresión respiratoria: al ser un hipnótico, puede ocasionar sueños o pesadillas, pero no cuadros graves, lo que explica su uso habitual en menores. Lo que estos fármacos tienen en común, subraya, es su acción rápida: actúan en minutos y el organismo los elimina con rapidez. Por ello no encaja que puedan causar efectos horas después, como los que presentaron las dos niñas, que arrastraron somnolencia y náuseas durante un largo periodo. “El efecto de estos sedantes se manifiesta al minuto de administrarlos, no cuatro horas después, y tampoco dejan residuos que puedan causar depresión respiratoria más tarde”, matiza. Medios adecuados Domingo insiste en que la sedación, incluso la más ligera, es un acto anestésico y debe ser realizada por personal formado y acreditado. La Sociedad Española de Anestesiología lleva años alertando sobre el uso de sedaciones por profesionales sin la formación específica. En una clínica dental, explica, los dentistas están capacitados para aplicar anestesia local y sedaciones leves, pero la sedación intravenosa requiere instrumentos para monitorizar al paciente durante y después de la administración, como electrocardiogramas o control del dióxido de carbono en sangre, que permiten detectar cualquier complicación en tiempo real. La situación es especialmente delicada en pacientes pediátricos. “Los niños responden de manera diferente a los adultos; hasta los 8 años son completamente distintos fisiológicamente”, recuerda. Por ello, considera que la sedación intravenosa a menores fuera de un hospital o de un entorno preparado para una posible reanimación es peligrosa. “Siempre debe realizarse en centros hospitalarios o clínicas que cuenten con el material necesario y los recursos para corregir cualquier complicación, y todo eso lo regula y avala la Conselleria de Sanidad”, señala.

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