23/11/2025 05:33
23/11/2025 05:32
23/11/2025 05:32
23/11/2025 05:31
23/11/2025 05:30
23/11/2025 05:28
23/11/2025 05:25
23/11/2025 05:25
23/11/2025 05:24
23/11/2025 05:24
Buenos Aires » Infobae
Fecha: 23/11/2025 04:35
Soldado del Ejército de Ucrania Dentro de tres meses, el 22 de febrero de 2026, se cumplirán cuatro años de la invasión rusa a Ucrania. Podía preverse entonces una guerra de guerrillas de ucranianos contra la ocupación de su país por parte de fuerzas regulares rusas. Pero no parecía probable un enfrentamiento militar entre los dos estados que durara tanto tiempo. El tiempo sigue jugando a favor de Rusia por la asimetría militar y económica que la favorece. A ello se agrega una mayor población, que le permite una primacía en materia de personal. A su vez, Ucrania ha demostrado una capacidad de resistencia excepcional, que a partir de hace un año pasó a contar con sus propias fábricas de drones de precisión, algo que le permitió equilibrar un frente militar terrestre que le era desfavorable. Un general ucraniano dijo días atrás que la guerra será ganada por quien tenga más drones. El triunfo de Donald Trump un año atrás en la elección presidencial del 20 de noviembre debilitó la posición del presidente Zelensky. Es que su aliado con mayor capacidad militar del mundo pasó a ser un gestor de la paz, desde una posición más neutral, que en el año transcurrido fue cambiando entre tensiones y distensiones. A su vez, Rusia, siguiendo una política dictada desde Washington, fue precisando y reduciendo su objetivo militar. Durante el año que Trump ha estado en el gobierno, la aspiración de Putin se concreta en obtener el control militar del total de Donetsk, la zona que ya había creado una escisión pro rusa del estado ucraniano en dicha región desde 2014, cuando Rusia ocupó Crimea. Los últimos meses Rusia ha ido ganando terreno en este ámbito, pero ha sido una lucha metro a metro que ha costado muchas bajas. Pero la posibilidad de un acuerdo parece lejana de acuerdo a los discursos de los protagonistas, especialmente los de Putin y Zelensky, pero las líneas de diálogo privadas parecen estar abiertas. El 21 de diciembre se inicia el cuarto invierno de la guerra. Es una estación que complica las operaciones militares, pero que en el teatro de operaciones hace más difícil la defensa de las líneas ucranianas. Las fuerzas rusas, como sucedió en los inviernos anteriores, buscarán acciones definitorias en las zonas del Donetsk que todavía no controla, generando así una situación que reabra las condiciones de negociación que impulsa Donald Trump. Mientras tanto, el apoyo militar a Ucrania de los veintisiete países de la Unión Europea se sostiene, aunque con diferencias. La decisión francesa de vender hasta cien aviones de combate a Ucrania es un fuerte respaldo político, pero cuya concreción llevará varios meses. Los países de Europa Central y Oriental, liderados por Polonia, crean un punto de apoyo para Zelensky que complica la pseudo neutralidad de Trump. Es que el eje Washington-Varsovia tiene un nivel de autonomía importante por sí mismo. Pero Zelensky ha sufrido un golpe importante en cuanto al apoyo europeo. Dos de sus ministros, los de Energía y Justicia, han tenido que renunciar por denuncias de corrupción. Se los acusó de haber recibido un soborno de doscientos millones de dólares. El primero de los dos era el productor de la serie televisiva que hizo popular a Zelensky una década atrás. Buscando neutralizar el costo en los países europeos, el presidente ucraniano optó por hacerlos renunciar. El presidente ucraniano insiste en que la solidaridad europea tiene que llevarse al ámbito financiero internacional, utilizando para la guerra el dinero incautado a Rusia al iniciarse la invasión. Se trata de una de las medidas más drásticas y supuestamente efectivas adoptadas contra Moscú. Los fondos rondan los trescientos mil millones de dólares, pero el efecto de la medida sobre la economía rusa ha sido limitado. Los gobiernos europeos aceptaron sumarse al congelamiento de fondos -incluso Suiza, que mantuvo su neutralidad financiera en las dos guerras mundiales- y sólo han aceptado discutir la utilización de los intereses que genera este dinero para financiar el esfuerzo de guerra ucraniano. Pero la mayoría de ellos percibe que una apropiación de estos fondos puede constituir un golpe sobre el sistema financiero internacional, que podría significar una ventaja para las criptomonedas en su competencia con los bancos. En cuanto al efecto concreto de las distintas rondas de sanciones impuestas por Europa a Rusia -muchas de ellas compartidas por Estados Unidos-, no ha provocado una crisis en la economía rusa, pero sí ha producido una baja en su crecimiento en 2025 respecto a 2024. No está proyectado para el año que viene una crisis o colapso de la economía rusa, aunque sí una disminución de su crecimiento, que es una vulnerabilidad en el largo plazo. El petróleo y el gas que vende Rusia es la clave económica del mantenimiento de su esfuerzo de guerra. Tanto Estados Unidos como Europa, desde hace tres años han establecido sanciones para los países que compren hidrocarburos a Rusia. Pero Moscú estructuró una flota “fantasma” integrada por aproximadamente doscientos buques que transportan su petróleo y gas bajo otras banderas. Las acciones efectivas sobre esta capacidad han sido hasta ahora menores. Pero Estados Unidos ve en aislar la capacidad rusa de financiarse con sus exportaciones de petróleo y gas el punto vulnerable que podría obligarla a una negociación. En este sentido, ha sido la India (el mayor comprador de petróleo y gas ruso) el país más presionado por Washington. China también es un comprador importante, pero con mayor autonomía política. Trump, con pragmatismo y contundencia, ha combinado las negociaciones comerciales con las presiones para la interrupción de las exportaciones rusas de hidrocarburos. Habría llegado con la India a un acuerdo por el cual esta disminuirá gradualmente sus importaciones hasta llegar a la mitad de las actuales, a cambio de concesiones comerciales. Es un golpe importante para Rusia pero será gradual, lo que le dará tiempo para buscar alternativas. En cuanto a Estados Unidos, sigue entregando a Ucrania suministros militares como los misiles antiaéreos Patriot, pero lo hace en forma muy limitada, de manera de no producir influencia decisiva en las acciones militares. La ambigüedad estratégica de Trump se confirma una vez más, pero su objetivo es lograr la paz entre Moscú y Kiev para capitalizarla políticamente. Pero en los próximos días incrementará sus presiones tanto sobre Putin como hacia Zelensky, es que sigue sin perder su aspiración de recibir el premio Nobel de la Paz.
Ver noticia original