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  • El problema de Estados Unidos con el consumo de drogas

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    Fecha: 20/11/2025 15:02

    Estados Unidos es uno de los principales consumidores de estupefacientes del mundo. Combatir el problema requiere un enfoque que sea punitivo para el traficante y médico para el consumidor. 1,15 millones de estadounidenses han muerto por sobredosis desde 1999. El 51,2 por ciento de la población mayor de 12 años del país ha consumido drogas al menos una vez en la vida. El presupuesto anual para combatir este flagelo ascendió en 2024 a 44,5 mil millones de dólares en la potencia norteamericana, el doble del gasto público total de Uruguay. El 28,9 por ciento de quienes beben alcohol en Estados Unidos tienen un problema para controlar el consumo, y el 22,9 por ciento de los mayores de 18 años fuma marihuana. Ese es un resumen muy somero de la magnitud del problema de las drogas en Estados Unidos, lo que puede ayudar a entender las medidas adoptadas por el Gobierno de ese país en su lucha contra el narcotráfico. No se trata solo de vidas destrozadas por el fentanilo, como se suele ver en videos en redes sociales, sino de un problema de proporciones gigantescas. "Aunque se ha reportado un descenso del 24 por ciento en las muertes por sobredosis, muchas de ellas atribuibles al fentanilo, el consumo de esta sustancia y las muertes asociadas no han dejado de ser un grave problema de salud pública en Estados Unidos", dice a DW Miguel Bettin, psicólogo colombiano especializado en la lucha contra las adicciones. Se trata, sin duda, de un problema social que no puede ser confrontado solo bombardeando lanchas en el Caribe. Controlar el consumo ayuda también a limitar las opciones de los narcotraficantes. Cambio de enfoque "El problema de las drogas es un problema que debe ser abordado desde la perspectiva de combatir la producción y el tráfico, porque ello es absolutamente indispensable para disminuir la oferta, pero también debe contener medidas y políticas públicas en todos los países, principalmente en los europeos, Estados Unidos, Canadá y algunos de Asia, que son los primeros consumidores", apunta Bettin. "Estados Unidos ha ampliado enormemente el apoyo financiero y la disponibilidad de servicios de tratamiento, en particular los medicamentos para el trastorno por consumo de opioides. En comparación con Alemania, la única diferencia notable es que Estados Unidos no ofrece tratamiento asistido con heroína", explica a DW Jonathan Caulkins, investigador estadounidense de políticas de drogas y profesor en el Heinz College de la Universidad Carnegie Mellon. Caulkins agrega que Estados Unidos ya no adopta un enfoque punitivo contra las personas con adicciones, y que quienes están encarcelados y, a la vez, tienen un trastorno por consumo, lo están porque distribuyeron drogas o por delitos no relacionados con el consumo. "Para los delincuentes no violentos, en particular los que delinquen por primera vez y consumen, el objetivo suele ser utilizar el sistema de justicia penal para impulsarlos a recibir tratamiento", consigna el experto. "Penalizar al consumidor es una política absurda; el consumidor debe ser tratado médica y psicoterapéuticamente, esa es la única manera de abordarlo y la más lógica de comprender el problema", comparte Bettin, que a la vez recalca la importancia de un enfoque multifactorial que también persiga "los capitales de los narcotraficantes a nivel mundial". Advierte, empero, que ello debe realizarse "con acuerdos internacionales". "Más adictivo que la heroína" En los últimos años, el consumo de fentanilo se ha disparado en Estados Unidos. Con sus precursores químicos llegando desde China a México, el ingreso de esta droga por mar o tierra a territorio estadounidense ha transformado el paisaje en algunos barrios urbanos. "Es un problema nacional", dice Caulkins. "Existe una mayor concentración de consumo visible en las ciudades porque las personas cuyas vidas se han visto afectadas se mudan a lugares donde hay fácil acceso a la droga y mayores servicios de apoyo para quienes luchan contra la adicción", abunda el especialista. La cocaína, en cambio, está asociada a ambientes urbanos porque cuando se extendió su consumo, en las décadas de 1970 y 1980, estaba disponible principalmente en las grandes ciudades. "El fentanilo es una sustancia mucho más adictiva que la heroína, mucho más. Se calcula que 50 veces más", apunta Bettin. Sin embargo, aclara, el potencial adictivo de cualquier sustancia tiene que ver con factores que van más allá del poder mismo de la droga. "Hay rasgos de personalidad del consumidor, el contexto donde se consume y lo que los alemanes llaman el Zeitgeist, el espíritu de los tiempos. Hay situaciones que son proclives a que el consumo se dé de una manera mucho más desmesurada", señala. "La predisposición a la adicción se debe a una combinación de factores genéticos y experiencias vitales adversas que son más comunes entre personas de entornos desfavorecidos", pondera Caulkins. "Esta predisposición se convierte en un trastorno por consumo de sustancias cuando se combina con una alta oferta y disponibilidad a bajo precio", añade. Y es precisamente por ello que la lucha contra el narcotráfico debe abordar el problema de la adicción y las condiciones sociales que la facilitan, tanto como la persecución de los narcotraficantes. Por Diego Zúñiga-DW

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