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  • La superinteligencia artificial podría transformar la vida humana en las próximas décadas

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 17/11/2025 10:44

    Expertos destacan que la colaboración entre humanos y máquinas será clave para el desarrollo de la inteligencia artificial avanzada (Imagen Ilustrativa Infobae) La posibilidad de que la superinteligencia artificial supere ampliamente las capacidades humanas ha dejado de ser solo una hipótesis de ciencia ficción. Eric Schmidt, exdirector ejecutivo de Google y presidente de Relativity Space, y Fei-Fei Li, profesora de la Universidad de Stanford y codirectora del Instituto de IA Centrada en el Ser Humano, debatieron recientemente con Peter Diamandis sobre cómo la inteligencia artificial avanzada podría transformar la vida humana en las próximas décadas. Ambos expertos coinciden en que la IA ya ha superado a los humanos en tareas específicas, pero subrayan que el futuro dependerá de la colaboración entre personas y máquinas, así como de la preservación de la dignidad y la agencia humanas en un mundo cada vez más automatizado. Durante su conversación en un evento celebrado en Arabia Saudita, Schmidt y Li abordaron el concepto de superinteligencia artificial, que Schmidt define como una inteligencia “igual a la suma de todos, o incluso mejor que la de todos los humanos”. Aunque en algunos círculos tecnológicos se prevé que la superinteligencia podría llegar en pocos años, Schmidt considera que el plazo será más largo, aunque reconoce que los avances actuales en IA han superado las expectativas iniciales. Li recordó que la IA nació como un campo dedicado a expandir los límites de la inteligencia y, aunque la expresión “superinteligencia” se ha popularizado en Silicon Valley, considera necesario matizar su significado y sus implicaciones. Ambos expertos señalaron que la IA ya ha alcanzado niveles superiores a los humanos en áreas como la traducción de idiomas, el cálculo y el acceso a grandes volúmenes de conocimiento. Li destacó que “la colaboración entre los humanos y la IA será la forma más productiva y fructífera de hacer las cosas”, aunque advirtió que la creatividad y la capacidad de abstracción siguen siendo dominios donde la inteligencia humana mantiene una ventaja. La IA ya supera a los humanos en tareas como la traducción de idiomas y el manejo de grandes volúmenes de datos (Imagen Ilustrativa Infobae) Según Li, si se proporcionan todos los datos celestes del movimiento de las estrellas a un algoritmo de IA, este no será capaz de deducir la ley newtoniana del movimiento, lo que subraya los límites actuales de la tecnología. Schmidt complementó este análisis al explicar que, aunque los sistemas de IA pueden razonar y aprender, todavía no logran replicar la intuición y la creatividad que caracterizan a los grandes innovadores humanos. Para alcanzar una verdadera superinteligencia, ambos consideran que será necesario un nuevo avance algorítmico que permita a las máquinas cambiar sus objetivos y adaptarse de manera más flexible, algo que hoy sigue fuera de su alcance. En cuanto al impacto económico, Schmidt proyectó que la IA podría generar hasta USD 15 billones en valor económico para 2030, transformando la base de la riqueza nacional y desplazando el énfasis del capital tradicional hacia la inteligencia computacional. Sin embargo, advirtió que este crecimiento no garantiza una prosperidad compartida. “La prosperidad compartida es un problema social más profundo. Implica políticas, geopolítica, distribución...”, afirmó, sugiriendo que los beneficios de la IA podrían concentrarse en los primeros adoptantes, en países con mayor capacidad tecnológica y en empresas líderes, en lugar de distribuirse de manera equitativa. Li coincidió en que la democratización de la IA podría mejorar el acceso a servicios como la atención médica, el transporte y el conocimiento, pero insistió en que la colaboración entre humanos y máquinas seguirá siendo esencial. Ambos expertos señalaron que la automatización total no eliminará la necesidad de juicio y liderazgo humanos, y que la tecnología debe implementarse de manera que beneficie a la mayor cantidad de personas posible. El debate también abordó los desafíos globales y geopolíticos que plantea la superinteligencia. Schmidt destacó la ventaja de Estados Unidos en el desarrollo de hiperescaladores gracias a sus mercados de capital y a la disponibilidad de chips avanzados, mientras que China se posiciona como un competidor relevante, aunque con limitaciones en infraestructura y acceso a tecnología clave. La democratización de la IA puede mejorar el acceso a servicios esenciales, pero no garantiza una prosperidad compartida (Imagen Ilustrativa Infobae) Li recomendó a los países invertir en capital humano, asociaciones estratégicas y desarrollo tecnológico propio, advirtiendo que “no invertir en IA sería macroscópicamente incorrecto”. Ambos señalaron que regiones como Europa y África enfrentan retos particulares, ya sea por los altos costos energéticos o por la falta de estructuras industriales y educativas sólidas, lo que podría acentuar las desigualdades en el acceso y los beneficios de la IA. Schmidt prevé que los mayores avances en los próximos años se producirán en matemáticas y software, áreas donde la IA puede operar sin las limitaciones físicas del mundo real. Li, sin embargo, se mostró más cauta respecto a la posibilidad de resolver todos los problemas fundamentales en ciencia y matemáticas en un plazo tan corto, recordando que la capacidad humana para plantear nuevas preguntas seguirá siendo insustituible. Ambos expertos coincidieron en que la vida humana podría volverse más híbrida, combinando lo virtual y lo físico en ámbitos como la educación, el trabajo, el ocio y la medicina. Li, que lidera una empresa dedicada a la creación de modelos virtuales del mundo, anticipa que pasaremos más tiempo en entornos digitales, aunque la realidad física no desaparecerá. La clave, según ella, será encontrar un equilibrio entre ambos mundos para potenciar la productividad y el bienestar. En un mundo donde la superinteligencia artificial redefine los límites de lo posible, Schmidt y Li insisten en que la tecnología debe estar al servicio de la dignidad y la capacidad de acción humana, manteniendo siempre al ser humano en el centro de cualquier avance.

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