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  • La economía a partir de las elecciones de medio término

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 16/11/2025 04:51

    Es posible que durante el primer semestre de 2026 la prima caiga a la zona de 450 puntos básicos, lo que permitiría acceder al mercado internacional de capitales, algo clave por los próximos vencimientos (Foto: @OPRArgentina) A pocos días de las elecciones, existe consenso en que la sociedad votó por una continuidad con cambio, representada por el presidente Javier Milei. La jornada estuvo marcada por un ausentismo considerable, una fuerte polarización y una organización política eficaz en las provincias. El Índice de Confianza en el Gobierno volvió a ser un excelente predictor del porcentaje de votos del oficialismo. Así como las PASO de 2019 sorprendieron negativamente al mercado, en esta ocasión las acciones y los bonos experimentaron un notable crecimiento y el riesgo país descendió de manera significativa. Tras este triunfo, el Gobierno cuenta con oxígeno para afrontar la segunda etapa, aunque no debe caer en el exceso de confianza: Mauricio Macri también ganó las elecciones de medio término en su mandato y, aun así, enfrentó dificultades posteriores. El número de legisladores aumentó en ambas cámaras, pero será necesario sumar fuerzas, incorporando votantes del PRO en 2023 y otros espacios. La clave del éxito de la gestión de Milei es lograr una gobernabilidad que le permita consensuar con otros frentes el presupuesto y las reformas estructurales El Presupuesto es la primera gran prueba, que debería estar cerrada en diciembre. El Gobierno proyecta, en él, una tasa de crecimiento de cinco por ciento para 2026, inflación de diez por ciento y un dólar en torno a $1.400 hacia finales del año próximo. El Fondo Monetario Internacional prevé una inflación superior, de dieciséis por ciento, y un crecimiento de cuatro por ciento. En el plano internacional, destaca la reciente baja de la tasa de interés de la Fed y la devaluación del dólar, factores favorables para economías emergentes. Sin embargo, según el Banco Mundial, se prevé una caída en el precio de las materias primas en 2026 y 2027, especialmente el petróleo, que se ubicaría cerca de USD 60 por barril. El nivel de actividad sigue estancado según cifras oficiales y privadas: dos trimestres contractivos configuran, al menos, una recesión leve. Para 2026, el arrastre estadístico será escaso, a diferencia de este año, cuando fue de cuatro por ciento. Todo indica que el último bimestre mantendrá la misma tendencia. Para que la economía crezca el año próximo, resulta fundamental que aumente el crédito, favorecido por una reducción en las tasas de interés (Foto: Reuters) Para que la economía crezca el año próximo, resulta fundamental que aumente el crédito, favorecido por una reducción en las tasas de interés, que hasta ahora se ubicaron en niveles muy altos y volátiles, con encajes bancarios elevados. Alcanzada la estabilización, la prioridad pasa a ser el crecimiento, es decir, más ingresos y empleo. La actividad industrial exhibe una alta capacidad ociosa, y los demás sectores productivos, salvo excepciones como la energía, se mantienen por debajo de sus máximos históricos. La inflación podría registrar un valor inicial con “2” durante el primer semestre de 2026, antes de pasar a la zona del uno por ciento. Bajar del dos por ciento mensual al 0,4% es un desafío exigente, que podría concretarse recién entre 2027 y 2028. La depreciación esperada del dólar tendrá impacto en los precios, aunque en forma moderada. Las políticas monetaria y cambiaria deberán seguir ajustándose. El gobierno insiste en mantener sin cambios las bandas, aunque la única relevante es la superior. Si el dólar intenta superarla, podría migrarse a una nueva banda superior, o incluso a una flotación total con intervención discrecional -flotación sucia-. En la coyuntura actual, la demanda de divisas supera la oferta. El dólar debe buscar su nivel de equilibrio: $1.500 no parece una cifra cuestionable, pero todo indica que la divisa continuará en alza. Argentina está muy cara en dólares y el ajuste cambiario contribuye a un déficit de cuenta corriente más controlado Permanece la incógnita sobre eventuales intervenciones del Tesoro de Estados Unidos. Además, la decisión de recomprar reservas, anunciada por el vicepresidente del Banco Central para 2026, añade presión sobre la demanda de dólares. Hasta ahora, el Gobierno se mostró poco activo en este frente. Lo ideal sería alcanzar un volumen de reservas netas equivalente a diez por ciento del PBI, muy lejos del saldo negativo actual. Esta recomposición ayudaría a reducir el riesgo país. Los otros factores que explican el nivel elevado del riesgo son la historia de defaults y el riesgo político de un eventual retorno del kirchnerismo al poder. Es posible que durante el primer semestre de 2026 la prima caiga a la zona de 450 puntos básicos, lo que permitiría acceder al mercado internacional de capitales, algo clave por los próximos vencimientos. La compra de dólares implica vender pesos sin esterilizar, lo que representa un proceso de remonetización necesario. Actualmente, la base monetaria equivale a 4,5% del PBI, cifra baja frente al promedio histórico de nueve por ciento. La política monetaria sigue siendo contractiva, al igual que la fiscal. Resulta imprescindible preservar el superávit primario en torno al 1,5%. Las demandas fiscales en el Congreso han demostrado que esta no es una tarea fácil. Antes de avanzar con las reformas, la agenda del Gobierno incluye varios temas pendientes: resta completar la liberalización total del cepo cambiario para empresas, se ha avanzado poco en privatizaciones, y continúa la discusión sobre la transformación del Banco Nación en una sociedad anónima. Las privatizaciones más próximas serían AySA, las centrales eléctricas y la Hidrovía. Además, es necesario resolver el cierre de la obra pública, ya que el déficit de infraestructura afecta la competitividad. La reforma tributaria busca eliminar impuestos distorsivos: retenciones, Ingresos Brutos, impuesto al cheque, entre otros. Algunas propuestas sugieren establecer un IVA provincial, desdoblado del nacional. En la reforma laboral, circulan alternativas como revisar la ultraactividad, instaurar salarios dinámicos, racionalizar la industria del juicio, modificar el régimen jubilatorio y promover la formalización del empleo. La reforma previsional, íntimamente relacionada con la laboral, tal vez quede para una futura gestión. El Gobierno enfrenta su tercer año, tradicionalmente complejo. Dispone de soporte institucional y opinión pública favorable, a raíz del resultado electoral. Es esencial mantener una relación positiva con Estados Unidos y el Fondo Monetario Internacional, y evitar errores no forzados, que este año fueron numerosos. Fomentar el consenso y el diálogo resulta prioritario. No es positivo el alejamiento de Guillermo Francos del gobierno, dada su reconocida capacidad para la moderación y la prudencia. La economía podrá retomar una dinámica virtuosa de la mano de mayor inversión y productividad, que son las llaves para el crecimiento. El orden macroeconómico es condición necesaria, pero no suficiente: queda pendiente abordar reformas en el ámbito microeconómico, ligadas a una mayor competitividad de las empresas. El autor es profesor de Economía de IAE Business School. Esta nota se publicó en el IEM de octubre del IAE, Escuela de Negocios de la Universidad Austral

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