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  • Instalación de ascensores en el Santuario de Córdoba: cuando se recupera la vida

    » Diario Cordoba

    Fecha: 11/11/2025 11:06

    Cuando uno tiene ya una edad, o precisa de una silla de ruedas para moverse o, simplemente, se ha roto el tobillo, una escalera puede suponer la mayor barrera que se le cruce por delante. Eso pasa en muchos barrios de Córdoba, donde los pisos son antiguos y ni están adaptados energéticamente ni, mucho menos, en materia de movilidad. Por eso, cuando de repente llegan unos albañiles al bloque y se ponen a trabajar, se celebra. Y aunque tarden año y medio en terminar la obra, se sigue celebrando. Y cuando ves el portal, donde vives desde hace más de 50 años, con un ascensor recién instalado, ya no solo se celebra, sino que acaba por embargarte la emoción. María: «Ha sido muchísimo tiempo en el que no se ha podido vivir» María, de 88 años, se sigue emocionando a día de hoy cuando habla con este periódico. Es vecina del barrio del Santuario, donde ya han culminado las obras enmarcadas en la declaración de la zona como Área de Regeneración y Renovación Urbana (ARRU). Esto supone que ya no quede un bloque sin ascensor en el barrio (para ser exactos, solo uno, y porque los vecinos no han querido instalarlo). María, a la derecha, y su marido Antonio, junta a una vecina, en el ascensor instalado en su bloque. / Manuel Murillo Entre esos bloques está el de María, que recuerda cómo de complicado era hacer vida. «Complicado es poco», rememora, aunque las vecinas y los vecinos hacían la vida más fácil. La familia y los vecinos ayudaban a María y Antonio, su marido, a las tareas del día a día, como era hacer la compra. El simple acto de comprar el pan o de bajar a por leche era casi imposible para este matrimonio, que ahora ve cómo la calidad de vida crece con el elevador. Viven en la tercera planta y prácticamente no salían a la calle porque les era casi imposible hacerlo. «Ha sido muchísimo tiempo en el que no se ha podido vivir», rememora esta vecina del Santuario, que reconoce que ella no suele salir mucho a la calle, aunque «Antoñito», como llama cariñosamente a su marido, sí. Ahora está en silla de ruedas por un accidente, pero ya tiene la posibilidad de bajar en el ascensor acompañado, algo que sin este elemento era una quimera. Este matrimonio cuenta además con ayuda de una mujer y también de la Junta de Andalucía para su día a día, un día a día que ahora está marcado por poder ver el barrio en la calle y no desde la ventana. Como María y Antonio hay decenas de familias en los barrios del Santuario y San José Obrero que han visto incrementar su calidad de vida gracias a los ascensores, ya no solo por las ayudas enmarcadas en el ARRU, sino también por las que activa cada año la empresa municipal de vivienda Vimcorsa para todos los barrios.

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