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» Elterritorio
Fecha: 11/11/2025 08:40
Alejandro Nuñez se sienta en el banquillo, a cuatro años de haber sido detenido por un hecho de abuso sexual e intento de homicidio contra una estudiante de Criminalística en 2021. En sus alegatos, la Fiscalía a cargo de Patricia Clérici expuso informes psicológicos y pruebas que apuntarían a que el encuentro sexual no fue consentido y que víctima y agresor no se conocían: "Los daños psicológicos permanecen", remarcó. lunes 10 de noviembre de 2025 | 9:59hs. Entró en la recta final el juicio contra Alejandro Nuñez (30), acusado de abusar sexualmente de una estudiante de Posadas y de intentar matarla, el 5 de diciembre del 2021. En la sala del Tribunal Penal 1 de la capital, y tras una semana de audiencias que se hicieron a puertas cerradas por la sensibilidad del caso y por tratarse de un delito contra la integridad sexual, este lunes las partes expusieron sus alegatos finales. Comenzó la fiscal de Instrucción Siete, Patricia Clérici, quien pidió la pena máxima (es decir, 35 años de prisión) para Nuñez. La letrada sostuvo que el acusado “fue hallado en la escena del hecho cometiendo el delito” y que intentó asesinar a la joven víctima “para ocultar el abuso”. Clérici recordó que el imputado admitió haber estado en el lugar, aunque intentó justificar su presencia con una supuesta relación consentida. “Él dice que llegó a las 4 de la mañana y que la víctima bajó a abrirle la puerta del edificio. Esta versión está desacreditada por las pruebas producidas, que acreditan que ellos no se conocían”, afirmó. La fiscal destacó que los peritajes psicológicos practicados a la joven “no presentan indicios de fabulación o mitomanía”. En paralelo, los análisis de los dispositivos telefónicos de ambos “no registran dato alguno que los vincule ni a personas conocidas de ellos”. “Esta no fue una relación sexual consentida, por más sadomasoquista que haya sido la propuesta”, subrayó Clérici, al detallar las lesiones constatadas en la víctima y al cuestionar la defensa de que lo sucedido en el monoambiente de la estudiante se habría inscrito en un encuentro sexual bajo prácticas sado. “Presenta un hematoma en el párpado de uno de sus ojos. Eso, sumado al examen médico, da cuenta de que la joven fue brutalmente agredida”, ratificó la fiscal. Según la acusación, Núñez irrumpió en el departamento de la víctima cuando ella dormía, sin que se sepa cómo logró ingresar al edificio ubicado sobre avenida Lavalle. “Ella intentó defenderse y él le propinó un golpe de puño en el rostro, intentó callarla presionando con ambas manos en el cuello. Todos esos ruidos alertaron a los vecinos”, relató la fiscal. Los gritos y el ruido de la cinta de embalar, con la que el acusado cubrió la cabeza de la mujer, alertaron a una pareja vecina que llamó al 911. “Entraron a la escena que estaba a oscuras y vieron a Núñez sobre la víctima, ella desvanecida, con las vías aéreas tapadas por la cinta y morada por falta de oxígeno”, describió Clérici. La joven, dijo, “estaba en paro respiratorio y debió ser reanimada por uno de los policías para no morir”. Para la fiscal, los elementos probatorios permiten concluir que “el ataque sexual comenzó desde que ella no podía consentir aquello: estaba dormida”. Y sostuvo que “Núñez intentó matarla para ocultar el abuso sexual”. En sus alegatos, le letrada remarcó en la “asimetría” entre el agresor y su víctima y en el contexto de violencia de género, estructural y social, que envolvió aquel episodio: “La masa corporal de Núñez casi duplica la de la joven. Él tenía pleno dominio del hecho y ella estaba dormida. Hubo un aprovechamiento del poder del autor que se tradujo en la apropiación del cuerpo de la mujer”, arremetió. En su acusación formal, la fiscal pidió que se le dé Núñez la pena máxima por los delitos de abuso sexual con acceso carnal en concurso real con homicidio doblemente calificado -por mediar violencia de género y para ocultar otro delito (criminis causa)- en grado de tentativa. Con la mirada puesta en el Tribunal, cerró: “Fue una brutalidad terrible, que puso a la víctima al borde de la muerte. Esta verdadera historia de terror tuvo un final ‘feliz’ porque la mujer no murió, pero ella ya no es la misma persona desde antes”. “Las lesiones físicas sanan, pero las psicológicas permanecen. Las pericias determinaron que hoy predomina en ella la desconfianza y la imposibilidad de crear vínculos. Eso le instaló este sujeto”.
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