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» La Capital
Fecha: 11/11/2025 08:32
La flamante Fundación Picadero realizó una encuesta a nivel nacional, y reveló que casi la mitad de los trabajadores culturales tienen más de tres trabajos Acorde a un estudio de la Fundación Picadero, más del cuarenta por ciento de los trabajadores de la cultura tiene "tres trabajos o más" La industria cultural argentina está en alerta. Los recortes a instituciones de fomento y los ataques a artistas sistematizados por el gobierno de Javier Milei pusieron al sector en estado de resistencia . En este contexto, se creó la Fundación Picadero, un espacio derivado del Teatro Picadero de la ciudad de Buenos Aires, que busca ser una “usina de pensamiento y análisis, de propuestas e intervenciones” para “garantizar la continuidad y expansión” de la cultura. Una de las primeras acciones (además de la organización del ciclo de charlas "Pica Pica", cuyo primer encuentro se puede ver en YouTube) fue la elaboración de un informe de alcance nacional sobre la situación del sector realizado a partir de una encuesta de opinión en la que participaron más de 2.000 artistas, productores y profesionales de todo el país. “Siempre sentimos que al sector de la cultura le falta una agenda política. Es decir, en el sentido de preguntarnos seriamente qué hacer hoy ante los desafíos de la cultura, que tiene problemas económicos, tiene problemas de adecuación a la innovación tecnológica, y tiene problemas políticos con este gobierno que ataca y agrede a los artistas. Siempre sentimos que el sector responde a la defensiva, pero no con una propuesta, de cuáles serían las políticas públicas, las leyes, las adecuaciones, los programas que necesita”, apuntó en diálogo con La Capital Natalia Calcagno, socióloga, especialista en economía cultural y parte de la Fundación Picadero. “Nos hacemos la pregunta de qué hay que hacer y no lo tenemos muy claro. Por eso la idea de la Fundación, para pensar qué hacer y cómo. Después, necesitamos tener datos duros, información para poder armar un diagnóstico y pensar una agenda a partir de la evidencia. Necesitamos saber qué piensa y siente el sector y cuáles son los problemas que identifican”, apuntó. De esta manera, y a partir de un “buen mailing” federal, realizaron una encuesta con consultas sobre tres grandes ejes: la situación económica y laboral individual, clima creativo y rol del estado. Un total de 2.173 personas respondieron las preguntas, y a partir de eso la Fundación elaboró un informe que funciona como “un termómetro” de la actualidad. Precarización y pluriempleo en la cultura Entre los resultados, se destaca que casi la mitad de los entrevistados (46%) no perciben remuneración por la actividad que realizan. Entre los que perciben ingresos, se identifica un contexto socio laboral precarizado e informal: sólo el 17% de quienes reciben paga por su actividad cultural lo hacen exclusivamente a través de un solo trabajo en relación de dependencia (mayoritariamente en roles de docencia). El resto trabaja de manera independiente y combina diferentes actividades para alcanzar un ingreso digno. De esta manera, el pluriempleo es mayoritario: el 44% tiene “tres trabajos o más”. “El pluriempleo es algo de lo que venimos hablando mucho en todos los sectores y si bien sabemos que la mayoría de la gente tiene más de dos trabajos, en la encuesta dio que el 40% de quienes trabajan en cultura tiene tres o más trabajos. No son dos, tiene una magnitud mayor de lo que sospechábamos. Cuando armamos las categorías, pusimos ‘tres o más’ pero tendríamos que haber puesto hasta cinco”, detalló Calcagno sobre este punto. “Eso cambia la lógica de organización del trabajo y es un problema importante, más allá de lo económico que también queda muy evidenciado. Hay una pérdida de ingresos tremenda”, sumó. Embed Ver esta publicación en Instagram Una publicación compartida de Fundación Teatro Picadero (@fundacionteatropicadero) >> Leer más: Fuera de Campo, el festival paralelo a Mar del Plata, en defensa del cine argentino A su vez, la gran cantidad de personas que se dedican a la cultura sin recibir un pago da cuenta de “una particularidad casi exclusiva del sector” en tanto sector productivo. “Se trata de una actividad que genera ingresos económicos (similares, por ejemplo, a la de servicios financieros) y empleo (como referencia, un poco menor al de hoteles y restaurantes). Pero además, es una práctica que se realiza con fines vocacionales o sociales, en la que muchas veces no solo no reciben ingresos, sino que se realizan gastos para hacerla”, apunta el informe. En este sentido, se evidencia un debate o tensión aparente entre el valor de la cultura por sí misma en tanto elemento fundamental para la construcción de la identidad de un pueblo y la disputa de sentidos, y el valor de la cultura en tanto industria que genera empleo. “Una cosa no debería estar reñida con la otra. ¿Representar lo identitario es contra económico, es extra económico? ¿O se puede defender lo identitario fortaleciendo lo económico? Si más artistas pudieran vivir de lo que hacen, y no tuvieran que dedicar su tiempo a otros empleos, seguro que producirían obras de más valor en términos de fortalecimiento de la identidad. No son cosas tan escindidas pero tendemos a pensarlas así”, señaló Natalia al respecto. “Tenemos desde el sector una mirada de que no puede generar ganancias, pero como es el alimento del alma, tiene que existir. Es una actividad económica que genera dinero, y en algunos casos mucho dinero. Pero si el sector no se reconoce como sector productivo, le vamos a errar a las demandas”, evaluó Calcagno. Embed Ver esta publicación en Instagram Una publicación compartida de Fundación Teatro Picadero (@fundacionteatropicadero) >> Leer más: Impulsan en Santa Fe una ley de cine para fomentar la producción audiovisual El rol del Estado en la cultura Este punto se conecta directamente con el eje sobre el rol del estado. Ocho de cada diez entrevistados (el 82%) señaló que considera que el contexto político actual dificulta la realización de prácticas culturales. Cuando se consultó cuál es el tema más urgente a modificar de parte del Estado, un 52% consideró que la prioridad es restablecer los sistemas de financiamiento y fomento a la producción cultural. “Nos sorprendió a todos la respuesta tan tajante y taxativa ante qué tiene que hacer el estado: subsidios. Esto que está tan discutido por la derecha y por el gobierno actual. La respuesta del sector no es que pensemos otras cosas, como alianzas entre el sector público y el privado, la vinculación con Pymes o asociaciones civiles. Lo que pide el sector es volver a los subsidios, cuando siempre fueron un monto muy bajito. No mueven la aguja de las economías de los artistas, y mucho menos la del presupuesto público. Ahí hay algo a pensar”, subrayó Natalia. A su vez, la especialista consideró que esto puede deberse en parte a que los subsidios o fomentos son las formas de intervención más conocidas, aunque insuficientes, por parte del Estado. Además, el sector se vio altamente resentido por el recorte de esas políticas públicas en los últimos años, por lo cual demandar su regreso se evidencia como un gesto urgente. “Tiene que ver con una voluntad de volver a lo anterior, que era insuficiente pero era mejor que lo que estamos viviendo hoy. Pero insisto en que hay algo a pensar porque seguro hay otros modelos posibles”, agregó Calcagno. Finalmente, una variable que el informe no evaluó particularmente, pero que emerge de las conclusiones del mismo, es que a pesar del contexto desfavorable, la actividad cultural no disminuyó en Argentina, sino que se precarizó (se realiza igual por menos o ninguna remuneración). “Es tremenda la expansión de los consumos culturales en la vida de los argentinos y argentinas. Eso se da en paralelo a un decrecimiento del aporte económico que hace la cultura. Es notable que haya cada vez más contenidos pero menos plata en el sector y eso es justamente porque la plata no está quedando en el sector”, dijo la especialista. “Hay una problemática tecnológica que en términos de acceso es muy interesante, pero tiene un impacto económico muy grave. Nunca fue tan fácil filmar tu propio audiovisual o editar tu propio libro, pero eso no tiene una traducción económica. Entonces precariza la actividad, y la hace perder profesionalización”, cerró.
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