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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 11/11/2025 10:23
La industria alimentaria utiliza ingeniería de sabor para aumentar el consumo de alimentos ultraprocesados y estimular los sentidos (Crédito: Freepik) El atractivo de los alimentos ultraprocesados no es casualidad. Detrás de cada bocado de chocolate industrial, cada puñado de papas fritas o cada sorbo de gaseosa, existe una ingeniería precisa destinada a estimular los sentidos y promover un consumo que va más allá de las necesidades básicas. Spencer Hyman, experto en sabor y cofundador de Cocoa Runners, y Tim Spector, profesor y científico especializado en nutrición y salud intestinal, analizaron en diálogo con ZOE Podcast, cómo la industria alimentaria manipula el sabor y la hiperpalatabilidad de los productos para influir en los hábitos alimentarios. La conversación, moderada por Jonathan Wolf, se sustentó en una premisa principal: los seres humanos nacen con una atracción natural hacia el azúcar, la sal y la grasa. Spector afirmó que esta preferencia tiene raíces evolutivas profundas. Los alimentos ultraprocesados priorizan el impacto inmediato del gusto sobre la riqueza sensorial y la calidad del sabor, según los expertos (Captura de video: YouTube) “El primer alimento que todos probamos es la leche materna, y es dulce. Los azúcares que contiene, la lactosa, son algo que todos los humanos necesitamos y debemos buscar, de lo contrario moriríamos”, explicó el científico en ZOE Podcast. Además, tanto la grasa como la sal desempeñan funciones esenciales en el organismo, y la búsqueda de estos nutrientes está programada desde el nacimiento. El “Punto de Felicidad” y la hiperpalatabilidad La industria alimentaria aprendió a explotar este deseo natural. Hyman señaló que, desde la década de 1960, el concepto del “Punto de Felicidad” (Bliss Point) transformó la formulación de alimentos. Este principio, desarrollado por el científico Howard Moscowitz, busca la combinación óptima de azúcar, sal y grasa para lograr que los consumidores no puedan dejar de comer. “Definitivamente, sí”, respondió Hyman al ser consultado sobre si las empresas diseñan productos para fomentar el consumo inconsciente. El concepto de 'Punto de Felicidad' combina azúcar, sal y grasa para crear productos hiperpalatables que dificultan la saciedad (Imagen Ilustrativa Infobae) El especialista agregó que el chocolate con leche fue uno de los primeros alimentos en alcanzar este punto, y que la industria perfeccionó la técnica incorporando texturas y sabores que incitan a comer de forma rápida y excesiva. Spector describió el mecanismo que hay detrás de la hiperpalatabilidad: “El punto de felicidad reside en esta fórmula química precisa que las empresas alimentarias idearon, que contiene las proporciones exactas de grasa, azúcar y sal que crean en la mente la capacidad de ignorar las señales normales de saciedad y comer en exceso”. Según el científico, este diseño anula los mecanismos naturales del cuerpo que indican que se ha comido suficiente, lo que favorece el aumento de peso y el desarrollo de enfermedades como la diabetes tipo 2 o patologías cardiovasculares. El fenómeno, aclaró, no tiene precedentes en la naturaleza: “No conocemos alimentos en la naturaleza que sean hiperpalatables; tenemos que elaborarlos”. Expertos advierten que los ultraprocesados anulan los mecanismos naturales de saciedad y favorecen la obesidad y enfermedades crónicas (Imagen Ilustrativa Infobae) Esta manipulación altera el equilibrio natural del organismo, conocido como homeostasis. Spector advirtió que la velocidad de consumo es otro factor fundamental: los ultraprocesados suelen deshacerse en la boca con rapidez, lo que dificulta que el cerebro registre la saciedad a tiempo. “Existe una correlación entre la mala salud y las personas que comen rápido. Suelen tener mayor probabilidad de padecer obesidad, diabetes tipo 2, enfermedades cardíacas”, afirmó el profesor, quien subrayó que la industria alimentaria diseñó productos que casi obligan a consumirlos rápido. Gusto, sabor y experiencia sensorial En este contexto, Hyman distinguió entre gusto y sabor. “El gusto es instintivo y se percibe con la lengua, mientras que el sabor es un lenguaje que casi se debe aprender y que depende sobre todo del olfato”, sostuvo Hyman en ZOE Podcast. Para ilustrar la diferencia, propuso un experimento sencillo: taparse la nariz al comer una hoja de menta o un trozo de chocolate. Sin el olfato, la percepción del sabor desaparece casi por completo, lo que muestra que la experiencia sensorial de la comida supera lo que detecta la lengua. Según Hyman, la industria aprovecha esta diferencia. Los ultraprocesados se centran en estimular el gusto inmediato, el impacto inicial de lo dulce, salado o graso, y reducen la complejidad aromática, que requiere tiempo y atención para apreciarse. La velocidad de consumo de alimentos ultraprocesados impide que el cerebro registre la saciedad, aumentando el riesgo de mala salud (Crédito: Freepik) “Si no detectas ningún sabor, sabrás que básicamente están manipulando tus sensores gustativos”, advirtió el experto. Por el contrario, los alimentos de calidad, como el chocolate artesanal, el aceite de oliva o el café bien preparado, ofrecen una ola de sabores que se despliegan lentamente y pueden identificarse con práctica y atención. Estrategias para reeducar el paladar Ante este escenario, Hyman y Spector propusieron estrategias para reeducar el paladar y restablecer una relación saludable con la comida. Comer despacio, saborear cada bocado y aprender a distinguir los matices del sabor son pasos claves. “Saborear la comida en lugar de engullirla o tragarla rápidamente es la clave para identificar y avanzar hacia una alimentación saludable”, afirmó Hyman. Spector recomendó la alimentación consciente como forma de rebelarse contra la manipulación industrial: observar el plato, reflexionar sobre su composición y compartir impresiones sobre los sabores contribuye a desarrollar un lenguaje propio y a tomar decisiones mejor fundamentadas. Reeducar el paladar mediante la alimentación consciente y la comparación de productos ayuda a combatir la manipulación industrial (Crédito: Freepik) Ambos coincidieron en la importancia de la práctica. Hyman sugirió experimentar en casa con distintos alimentos, comparar versiones artesanales y ultraprocesadas, y usar herramientas como la “ola de sabor” para describir sensaciones. Spector animó a los consumidores a comparar productos y prestar atención a factores como la duración, intensidad, complejidad y profundidad del sabor, ya que suelen indicar un producto más nutritivo y menos manipulado. La habilidad de reconocer el sabor real funciona como protección frente a la homogeneización de los ultraprocesados. Hyman señaló en el final del podcast que el sabor auténtico sigue siendo irreproducible para la industria, incluso con aditivos.
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