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  • «He reafirmado que ser mujer es una virtud que tenemos que defender»

    » Diario Cordoba

    Fecha: 10/11/2025 03:50

    -¿Cómo nació la idea de rendir homenaje a ‘Las Sin Sombrero’? -Nace de una rabia interior, primero conmigo misma, porque conocía a algunas, como María Zambrano, pero no conocía el movimiento como tal. Y partir de ahí se convirtió en una necesidad de sacarlas a la luz, de mostrarlas y de reivindicarlas. -¿Hubo algo que le conmoviera especialmente de estas mujeres? -Me conmovió todo. Y siento también un gran agradecimiento, porque gracias a ellas hoy podemos estar aquí. Pasaron barbaridades que, como mujer y como artista, aunque yo no las haya vivido directamente, me remueven. Es algo que me llenó de dolor, un dolor que tenía que gritar al mundo. -¿Encuentra relación entre el espíritu transgresor de las mujeres del 27 y el flamenco actual? -Creo que transgresores somos todos, cada uno en su ámbito, en su manera de vivir o sobrevivir en la sociedad que nos toca. Ya es de valientes intentar ser libres siempre, aunque no nos dejen. Creo que el flamenco está en constante evolución, pero a mí me impresiona mucho toda la cultura de esa época, esa vanguardia... eso sí que es vanguardia. Antes, lo que salía, salía de verdad, sin poder buscar referencias ni imágenes. Era genuino, era puro. Por eso creo que la creación de ese tiempo tiene un valor enorme. -En la obra, ha creado un encuentro imaginario con esas mujeres olvidadas. ¿Cómo fue traducir todo eso al lenguaje del cuerpo? -Justo después de un año de investigación yo me hacía esa pregunta, ‘¿y ahora cómo traduzco esto?’. Fue complicado. Estuve empapándome de ellas durante un año, y cuando entré al estudio fue como estrujar esa esponja. Con perdón de la expresión, fue vomitar ese año. No quería personajes, ni hablar de cada obra suya o pegar textos. Quise plasmar lo que sentí: la necesidad de unirme a ellas, de abrazarlas y sacarlas a luz. Ese abrazo y ese agradecimiento sacó todo lo que tenía dentro. Hoy tenemos libertad y puedo hacer estos proyectos gracias a ellas. Es un abrazo y una reivindicación de lo que no debe pasar. A veces dicen «el tema está pasado» y no lo está, ellas siguen sin aparecer en los libros. -Llega al Gran Teatro con un gran equipo para dar voz a todas estas historias, ¿qué aportaciones destacaría del mismo? -La predisposición de todos, también de los hombres. Quiero dejar claro que esto no es un espectáculo en contra del género masculino. Yo lucho por las personas, por los seres vivos, por encima de todo. El aporte de todo el equipo ha sido increíble. Usamos algunos juegos escénicos en los que, por ejemplo, les tapamos la cabeza a ellos; había cosas un poco agresivas, pero todo se ha hecho desde la ironía y el humor. Las mujeres que tengo en la obra son maravillosas y el equipo en general increíble. Juan Campallo, mi pareja artística, es mi mano derecha e izquierda. Creo que el proyecto, tanto coreográficamente como musicalmente, ha supuesto un cambio importante en mi obra. -Habla del humor e ironía. ¿Qué papel tienen en el espectáculo? -Hay ironía bastante fuerte. Depende de la capacidad de cada persona que se siente en el patio de butacas, puede ser complicado. Pero la historia es la que es y así la debo contar. Porque si empezamos a tapar, no sería honesto. No puedo decir que fue agradable para mujeres que, por ejemplo, se quitaron el sombrero en la Puerta del Sol en rebeldía... y las apedrearon. No hay nada ‘guay’ que contar ahí. Pero se hace desde un lugar noble. -En el texto de presentación dice que «la obra viaja del pasado al presente para hacer constancia de lo que no puede volver a pasar». ¿Es el mensaje que quería transmitir? -Sí, totalmente. Hay dos tipos de mensajes. El primordial es que el espectáculo es una reivindicación de lo que no puede volver a pasar y hay que gritarlo a los cuatro vientos para que así sea. El otro mensaje es que yo no hago personajes ni revelo datos concretos de sus obras, uso metáforas. Eso es una invitación a despertar la curiosidad, a que el público salga del teatro y las busque, se empape de ellas. -¿Qué cree que sigue ‘sin sombrero’ hoy en día, sobre todo en el mundo del arte en el que se mueve? -Yo creo que en el flamenco, actualmente, la mujer tienen un papel muy importante y merecido. Creo que no se repite el patrón y eso es gracias a las que lucharon antes y a las que seguimos luchando. Hay una generación de mujeres poderosas que no vamos a dejar que eso vuelva a ocurrir. -¿Cómo ha reaccionado el público a la propuesta y qué ha significado presentarla en lugares como el Festival de Jerez o la Bienal de Sevilla? -Muy bien. En Sevilla, al principio, hubo algo de shock, porque hay imágenes potentes. Pero en Jerez fue impresionante: el público me gritaba, me animaba, casi como en una manifestación. Hay un momento en el que se escucha una frase real de una ellas y la gente, sobre todo las mujeres, empezó a corearla. Fue emocionante. -¿Qué aprendió de sí misma en todo este proceso? -Que llevamos todo esto en el ADN más de lo que imaginamos. Se te mueve el cuerpo como si lo hubieses sufrido. Y seguro que, en algún momento de mi vida, lo he vivido sin ser consciente. He aprendido que somos unas valientes y reafirmado que ser mujer es una virtud que tenemos que defender. -Y si pudiera pasar un rato con una de ‘Las Sin Sombrero’, ¿con quién sería? -Bueno, me muero por todas. Maruja Mallo me parece un personaje increíble. Me encantaría tenerla al lado porque sé que me reiría muchísimo con ella. Pero me enamoré de Marga Gil, de su obra, de su mundo interior. Aunque me volviese loca, me perdería en su mirada. Ella se llevó la palma conmigo. Me encantaría tener una eternidad con ella para tomar un café e intentar entender esa cabecita privilegiada y esa mirada tan increíble.

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