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» Diario Cordoba
Fecha: 07/11/2025 12:45
En 2023, las enfermedades cardiovasculares causaron 115.889 muertes en España, es decir, unas 317 al día. En Andalucía, además, suponen el 33% de las defunciones, según la Sociedad Española de Cardiología. Entre ellas destacan las muertes súbitas, que suelen estar relacionadas con problemas del corazón como arritmias, hipertensión o infartos. Estos fallecimientos, que se producen generalmente en menos de una hora desde los primeros síntomas, están en auge entre la población de mayor edad. Así lo explica José Ignacio de Juan, médico de Emergencias en Córdoba e instructor de Soporte Vital en el Consejo Europeo de Resucitación Cardiopulmonar. Dejuan comenta que la muerte súbita «tiene dos variantes». En los jóvenes «suele deberse a problemas del miocardio o en la red eléctrica del corazón», y aclara que en estos casos «no está aumentando» su incidencia, ya que responden a «circunstancias genéticas hereditarias» o a la realización de ejercicio físico para el que no se está preparado. No obstante, advierte del peligro que suponen las bebidas energéticas como precursoras de este tipo de episodios. Donde sí está aumentando es en personas adultas, especialmente «a partir de los 50-60 años», subraya. Entre las causas que motivan este incremento menciona la mayor incidencia de hipertensión, diabetes, obesidad, tabaquismo y sedentarismo. Sin embargo, puntualiza que el hecho de que cada vez más gente practique deporte de manera individual «no está aumentando» los casos de muerte súbita y recuerda que la práctica deportiva «también implica llevar una vida más sana». Añade que «la muerte súbita puede afectar a cualquiera», aunque los factores de riesgo son «determinantes» porque aumentan las posibilidades de que ocurra. Cómo actuar Aunque cada vez hay «mayor concienciación», De Juan insiste en la importancia de los primeros minutos a la hora de afrontar una parada cardíaca, donde los testigos son los primeros intervinientes, aunque «son solo un eslabón de una cadena con cuatro partes». El primer paso es reconocer la situación; el segundo, iniciar la reanimación cardiopulmonar (RCP) y, en caso de contar con un desfibrilador, utilizarlo: «esto permite preservar el cerebro y reiniciar el corazón». La tercera fase son los llamados «cuidados postresucitación», que consisten en que, una vez el paciente ha salido de la parada, se mantengan determinadas constantes vitales para que no vuelva a recaer. Por último, el médico subraya que el trabajo continúa con la recuperación de la calidad de vida. También recalca que estos cuatro pasos son insustituibles y que, si uno de ellos no se lleva a cabo, se rompe todo el proceso. Para evitar que una desgracia no vaya más allá, los desfibriladores son clave. En Andalucía es obligatoria su instalación en espacios donde se concentre un importante número de personas, como centros deportivos o estaciones. Sin embargo, De Juan señala que Córdoba tiene aún mucho recorrido en este sentido, y menciona otras ciudades europeas o españolas, como Málaga, donde, por ejemplo, los coches de Policía llevan uno incorporado: «La tendencia es disponer de desfibriladores en ciertos espacios de la vía pública y en dispositivos móviles», explica.
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