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  • “Las consecuencias lamentables que provoca una enfermedad están muy por encima de los efectos secundarios de una vacuna”

    » Elterritorio

    Fecha: 07/11/2025 09:15

    El pediatra y miembro de la Fundación Vacunar, Fernando Burgos, remarcó que la inmunización debe integrarse al modo de vida saludable de las personas e n conjunto con la buena alimentación y la actividad física. Trabajar en la confianza de las familias es fundamental para subir los niveles de cobertura jueves 06 de noviembre de 2025 | 17:46hs. Burgos ejerce su profesión en el Hospital Austral y es formador de residentes. La baja cobertura en todas las vacunas del calendario son una preocupación en todo el sistema sanitario y la reemergencia de enfermedades prevenibles alertan sobre la necesidad de revertir estos indicadores. Esto no es una novedad, es una realidad que sucede desde antes de la pandemia del Covid-19 y se profundiza con ella, y aunque hubo alguna mejoría, sobre todo en lo que respecta primeras dosis, las segundas y los refuerzos, la caída es estrepitosa. La inmunización fue uno de los temas abordados en el Seminario de Periodismo en Salud que se realizó recientemente en Hotel Hilton de Buenos Aires con organización de MSD Argentina y en uno de los paneles disertó Fernando Burgos, pediatra del Hospital Austral y miembro del Departamento Científico de la Fundación Vacunar. El profesional resaltó que la vacunación en todas las etapas de la vida es fundamental y debe integrarse al estilo de vida saludable de las personas en conjunto con la nutrición y la actividad física. Es lo que se denomina fitness inmunológico, un aliado para preparar el sistema inmune a los desafíos que presenta el envejecimiento. Las vacunas permitieron erradicar casos de viruela y reducir sobremanera otras como el sarampión, la rubéola y la poliomielitis, son, en tanto, una de las estrategias más solventes de la medicina moderna para la salud pública. Protegen no solo al ser individual sino que ayuda a la inmunidad colectiva y protege a aquellos que por diversas razones no pueden aplicarse las vacunas, como es el caso de los pacientes inmunosuprimidos. Burgos además destacó que la inmunización contribuye a combatir la resistencia antimicrobiana, otra de las preocupaciones debido al uso indiscriminado e innecesario de los antibióticos. En tanto, aseguró que la baja cobertura no le debe su razón a los grupos antivacunas, que representan nada más que el 2% de la población, sino que es esencial lograr la confianza de las familias en las vacunas para llegar a esa aceptación. Doctor, hoy algunas familias vuelven a debatir sobre si vacunas sí o vacunas no… En las vacunas, el aspecto negativo es que algunas hacen efectos adversos que son muy leves, pero eso no contraindica dársela a cualquier persona. Pero las consecuencias lamentables que puede provocar una enfermedad están muy por encima. Por ejemplo, el sarampión no es un brote con fiebre simplemente. Los niños con sarampión pueden hacer encefalitis y se pueden morir. Un chico menor de un mes con una tos convulsa o una coqueluche no es que va a toser cinco o seis días, sino que ese chico se puede ahogar y se puede morir. Estamos hablando de una herramienta que es para prevenir, lógicamente mejorar la salud, pero además prevenir, en muchos casos, la mortalidad por enfermedades. Usted hablaba que tiempo atrás los chicos se les morían en brazos por estas enfermedades… Siendo formador de médicos, ¿cómo se trabaja la percepción de riesgo con los más jóvenes que no vieron esas situaciones? Soy médico en el Hospital Austral y tengo médicos residentes, y también soy profesor de la universidad. Se trabaja con la información, a veces uno se siente un poco veterano contando las historias, pero son historias reales y son historias que uno no quiere volver a vivir. En el 91 se nos morían los bebés de sarampión en los brazos, o pacientes con la enfermedad por haemophilus, que provoca meningitis. También en la época del 2000, chicos con la enfermedad invasiva por neumococo. Tenemos una vacuna, o varias vacunas para neumococo, que fueron evolucionando, pero uno de cada cuatro chicos no tiene la vacuna. Ese médico, esa madre o esa persona que ve un niño con una enfermedad que se puede prevenir por vacunas, realmente te puedo asegurar que jamás va a dudar en indicar una vacuna, en dedicarle tiempo de la indicación de esa vacuna cuando ve la enfermedad. La doctora decía que las vacunas son víctimas de su propio éxito porque cuando se utilizan, hay enfermedades que ya no las ves. Antes veía siete meningitis o siete chicos con meningococcemia en el 91, 92, 93, en el hospital. Hoy entrás al hospital y no hay, pero eso no significa que no hay más enfermedad, porque una enfermedad o una muerte, cuando a vos te toca, es el 100% de los casos. Cuando le toca a uno algo que puede ser evitable, ahí es donde se pregunta, ¿Por qué no lo vacuné? ¿Por qué el doctor no me insistió en la vacuna? ¿Por qué el doctor no me enseñó más? Hay un tiempo que hay que poner de escucha, de docencia al paciente, a los médicos jóvenes, para que ojalá no vean esas cosas que veíamos nosotros antes. El tema es que estamos viendo ahora reaparición o reemergencia de esas enfermedades. En las dosis primarias los valores no son tan alarmantes como sí en las segundas dosis y en las de refuerzo, ¿Es así? Las dosis primarias, que son las primeras dosis, se cumplen dentro de un rango aceptable, 85%, 75%, pero después los refuerzos empiezan a caer. Lo más importante de las vacunas son los refuerzos o los booster, que se llaman. ¿Por qué se caen? Primero, porque a veces la madre cree que su hijo ya fue vacunado y no se explica que hay una vacuna que tiene dos dosis o tres y un refuerzo. Segundo, porque por ahí fue un día vacunarlo y no estaba la vacuna en el vacunatorio, entonces perdió la oportunidad, y para volver de nuevo ya se le pasó el tiempo. Tercero, hay barreras de acceso, o no están las vacunas, o a veces están, pero la persona no puede llegar porque no tiene quizás dinero para subirse al colectivo. Después hay personas que empiezan a tener una mirada natural de la vida, donde creen que lo natural es lo mejor, descartan la vacuna como parte del estilo de vida. Este concepto de que si le dio al bebé la leche humana hasta el año o dos, las vacunas se las darán después, y ese después se transforma en nunca más. En todas las etapas de la vida Según un informe del Ministerio de Salud de la Nación el año pasado se alcanzaron valores superiores al 2023. Según señalan, se observaron mejoras en las dosis críticas del primer año de vida: Hepatitis B subió 14,9 puntos (de 68,1% a 83%), BCG sumó 13,3 puntos (de 73,8% a 87,1%), la vacuna quíntuple a los seis meses creció 10 puntos (de 68,8% a 78,8%) y la triple viral acelular en embarazadas mejoró 10,2 puntos (de 62,2% a 72,4%). En tanto que en su primer año de implementación en el calendario, la vacuna contra el virus sincicial respiratorio (VSR) alcanzó una cobertura del 67,8% en embarazadas. “Los resultados preliminares muestran una reducción de hospitalizaciones asociadas al VSR del 62% y una disminución de ingresos a terapia intensiva del 70% en bebés menores de seis meses”, sostienen. Asimismo, se registraron mejoras en las coberturas de los grupos de 5 y 11 años que pasaron de un 52% y un 67% en 2023 a valores de entre 70% y 76% el año pasado. “Esta evolución se debe a la incorporación del nuevo indicador de ‘cobertura ampliada por cohorte’, en agosto de 2024, que permitió unificar criterios en todas las jurisdicciones y medir de forma más precisa el alcance real de la vacunación en los niños que cumplen 5 y 11 años (cohortes 2019 y 2013) durante el año 2024 y lo transcurrido del 2025”, se explicó. Es así que Burgos, destacó la importancia de avanzar hacia esquemas de vacunación diferenciados, diseñados según la edad, las condiciones de salud y los factores de riesgo de cada persona para garantizar una protección óptima frente a enfermedades infecciosas. “La vacunación no se limita a la infancia -explicó Burgos-, sino que debe acompañarnos durante toda la vida. El sistema inmune cambia con el paso del tiempo y, a medida que envejecemos, se vuelve menos eficiente para responder frente a las infecciones, un proceso conocido como inmunosenescencia. Mantener los esquemas actualizados permite reforzar las defensas naturales y reducir el riesgo de complicaciones graves”, resaltó. Más ristas del seminario Otro de los ejes del seminario estuvo centrado en cáncer y longevidad, a cargo del gerontólogo Carlos Presman (MP 17871), el oncólogo clínico Diego Kaen (MP 1898) y Gabriela Bugarín, directora médica de Oncología de MSD Argentina. Los profesionales plantearon que el aumento de la esperanza de vida de las personas plantea un desafío para la salud pública y aunque “envejecer no es enfermar” se recalca la importancia de la prevención y la detección temprana para una longevidad saludable. Se estima que para 2040 los casos de cáncer en mayores de 65 años aumentarán alrededor de un 50%. Kaen señaló que los tumores se comportan de manera distinta en los adultos mayores dado que ya tienen comorbilidades como diabetes, hipertensión e insuficiencia cardíaca. Lamentó que pese a que está demostrado que responden a todos los tratamientos modernos contra la enfermedad, son poco incluidos en los ensayos clínicos. Presman, por su parte, ponderó el vínculo presencial con el paciente en la consulta y escuchar sus historias de vida para la redacción de la historia clínica. Puso reparo además en la soledad y cómo esta afecta a los adultos mayores considerándola “la causa de las causas de las enfermedades que más acortan la vida”. “El tiempo es la enfermedad de nuestro tiempo. Los médicos no tienen tiempo para los pacientes, ni los pacientes para ir al médico”, acotó. Por otra parte, el último eje se trató sobre el valor de la innovación en salud. Daniel Luna, jefe del departamento de Informática en Salud del Hospital Italiano de Buenos Aires, destacó que la innovación en salud atraviesa un momento clave, impulsado por herramientas digitales que permiten prevenir, diagnosticar y gestionar enfermedades con mayor precisión y eficiencia. Entre las tendencias actuales, mencionó el monitoreo remoto de pacientes, la telemedicina, la epigenética y el uso creciente de la inteligencia artificial (IA) para mejorar los diagnósticos por imágenes, la gestión de datos y el desarrollo de nuevos fármacos. “Un ejemplo claro de innovación práctica es el monitoreo remoto. Lo que antes era una idea disruptiva -obtener datos de pacientes fuera del hospital- hoy es una herramienta cotidiana que permite ajustar tratamientos sin una consulta presencial”, señaló.

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