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» Diario Cordoba
Fecha: 25/10/2025 13:30
La pasada primavera, agentes de la Guardia Civil recuperaron en Cáceres 2.500 piezas arqueológicas, principalmente monedas, que datarían del siglo I a.C. Un grupo criminal llevaba varios meses realizando remociones de terreno en el interior de los yacimientos arqueológicos cacereños de Cáparra y Villasviejas del Tamuja. Vendían las piezas a través de redes sociales, en grupos cerrados y especializados, a precios muy inferiores a su valor en el mercado legal. El grupo criminal, formado por seis individuos que fueron detenidos, utilizaba sofisticados aparatos de detección metálica para realizar barridos sistemáticos en el interior de las zonas protegidas. Lo hacían siempre en horario nocturno. "Estadísticamente, la mayor parte de los delitos se cometen de noche", señala Víctor Valero, comandante del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil actualmente trabajando en la Uafima, unidad adscrita a la Fiscalía de Medio Ambiente. "No solo hay que identificar a la persona que ha cometido el expolio, sino que hay que relacionar las piezas intervenidas con el yacimiento" En esta operación, bautizada como 'Tamussia', los agentes usaron drones, cuyas grabaciones ayudaron a pillar in fraganti a los expoliadores. Es esta una de las herramientas tecnológicas, junto con las imágenes en tiempo real tomadas vía satélite, que han llegado para facilitar el trabajo de los investigadores de un delito que es muy complicado de perseguir, ya que "no solo hay que identificar a la persona que ha cometido el expolio, sino que tienes que poner en relación las piezas intervenidas con el yacimiento y el daño causado al patrimonio histórico. Si eso no se logra demostrar, solo es un delito de comercio ilícito", explica Valero. Monedas del siglo I d.c. recuperadas por el Seprona durante la operación 'Tamussia' / GUARDIA CIVIL Otra de las novedades científicas que están ayudando a los investigadores es el uso de láser y, en laboratorios especializados, el estudio de bacterias, microorganismos que perviven en cerámicas recuperadas, por ejemplo. "Con el cultivo de bacterias de la zona y de la pieza se puede establecer el rango de tiempo en el que se produjo el expolio", señala sobre uno de los últimos eslabones de la investigación. La mayoría de yacimientos están en terrenos aislados, de difícil acceso, y no suele haber testigos cuando se producen los expolios Antes, sin embargo, hay que pillar a los expoliadores, algo ya de por sí muy complicado. "La mayoría de yacimientos están en terrenos aislados, de difícil acceso, y no suele haber testigos. Hay yacimientos, además, que o no están señalizados o no tienen vigilancia. Estar allí con un detector de metales es de poco riesgo para el expoliador", comenta el comandante del Seprona, que se encarga de la protección del Patrimonio Histórico, ya sea con patrullas uniformadas que participan en la prevención, vigilancia y también investigacion de delitos contra yacimientos como a nivel provincial, con equipos propios que se hacen cargo de este tipo de delitos. El cultivo de bacterias de una pieza permite establecer el rango de tiempo en el que se produjo el expolio Todos los años, durante alrededor de dos meses, se intensifican los trabajos de vigilancia dentro de la Orden de Servicio de Pandora. En su última edición, en 2024, esta operación de Interpol contra el tráfico de bienes culturales, coordinada por la Guardia Civil, terminó con la detención de 80 personas y la confiscación de más de 37.700 obras de arte, objetos arqueológicos e instrumentos musicales gracias a la colaboración de 22 países europeos y EEUU. "Durante Pandora se coordinan las comandancias de toda España, cada una tiene sus equipos", revela el comandante sobre la vigilancia de los expolios, que en su mayor parte tienen como destino final el mercado ilegal tanto nacional o internacional para "coleccionistas, anticuarios o personas privadas con determinado interés en este tipo de bienes". Una cabeza que representa a la diosa Sekhmet, de 3.800 años de antigüedad, y otras 35 piezas más, también con tres milenios de vida, fueron recuperadas por la Guardia Civil después de ser expoliadas en Egipto por una red dedicada a esta actividad ilícita. / JAVIER LIZON Andalucía y Extremadura, las más afectadas Las zonas donde más expolios se cometen son Andalucía, Extremadura y Castilla La Mancha, comunidades donde se encuentran una gran cantidad de yacimientos. "La normativa de Andalucía quizá es la más restrictiva; de ahí que haya más actuaciones", revela el alto cargo de la Guardia Civil, que precisa que dentro de su trabajo están tanto la videovigilancia, como las consultas de bases de datos o los rastreos en internet para identificar qué se está vendiendo y quién lo hace. Las piezas salen del país "como cualquier otra mercancía, en equipajes, en paquetería, como mercancía oculta", de ahí que los escáneres de los aeropuertos sean también un facilitadores de potenciales criminales. Recientemente, el Tribunal Superior de Justicia de Madrid confirmó una resolución del Tribunal Económico Administrativo Regional de Madrid que multaba a un hombre con 33.840 euros por intentar exportar a EEUU mil monedas expoliadas de yacimientos arqueológicos, entre ellas algunas de la época romana o de la de los Reyes Católicos. Expolio en Zaragoza En este caso la sanción fue solo una multa, pero los detectoristas pueden ser condenados hasta a tres años de cárcel y un millón de euros de multa por expoliar y dañar yacimientos arqueológicos. En nuestro país ya ha habido casos, como la condena confirmada por el Tribunal Supremo a un sujeto que expolió durante años un yacimiento celtíbero en la provincia de Zaragoza. Conocida como Operación Helmet, ha sido uno de los grandes éxitos de los últimos años de la Guardia Civil, que comenzó la investigación tras recibir el chivatazo de que se estaban subastando en Alemania unos cascos celtíberos "únicos" en el mundo. "Conseguimos demostrar que procedían de un yacimiento de Zaragoza", señala Valero sobre el asentamiento de la ciudad celtíbera de Arátikos, erigida en la Edad del Hierro y destruida por el ejército de Roma entre los años 74 a 72 antes de Cristo. Situada en la localidad de Aranda del Moncayo, desde finales de los años 80 y principios de los 90 del siglo XX, la necrópolis fue expoliada de manera sistemática por vecinos que vendieron el material en el mercado 'negro'. Agentes de la Guardia Civil en un yacimiento de Cáceres durante la operación 'Tamussia'. / GUARDIA CIVIL Arte lícito para la venta Durante sus labores de investigación, los agentes también realizan pesquisas en las galerías de arte antiguo y en las subastas para comprobar que todo el material es lícito -desde 1985 cualquier hallazgo arqueológico debe ser comunicado al Estado y hay exhaustivos controles de las piezas-. Entre los perfiles de los expoliadores hay dos tipos, comenta Valero. Por un lado, el "lugareño que vive en el pueblo [donde está el yacimiento], tiene un detector de metales" y sale de vez en cuando a ver si encuentra algo y lo puede vender, y luego está el "expoliador profesional, que se dedica solo a eso y tiene material más sofisticado". Se calcula que hay más de 10.000 detectoristas en activo, aunque solo un 10% cometerían las fechorías.
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