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Parana » Informe Digital
Fecha: 24/10/2025 20:18
La vida rural en el partido bonaerense de General Guido atraviesa un momento crítico. Los productores dicen que muchos están aislados, sin poder trabajar ni circular, con campos anegados y caminos rurales intransitables. El deterioro de la red vial —unos 600 kilómetros— dejó a numerosas familias desconectadas de los pueblos, de los servicios básicos y de su producción. “Estamos desamparados. Totalmente desamparados”, resume a LA NACION la productora ganadera Inés Bosisio, una de las afectadas. Su caso, asegura, refleja la situación general del distrito. “Tengo dos campos en General Guido, en dos cuarteles diferentes. Los dos establecimientos están a 30 kilómetros del pavimento. En diciembre de 2024, todavía con los caminos rurales en mal estado, estábamos pagando una red vial lógica, pero en enero vino la primera cuota con el 380% de aumento”, recuerda. Ante ese incremento, un grupo de entre 50 y 60 productores presentó un amparo judicial: “El amparo está en Dolores, todavía no ha salido. Estamos desde febrero esperando”. Caminos rurales Con las lluvias de los últimos meses, la situación se profundizó. “Jamás pasaron una rastra”, asegura Bosisio. Según dice, desde el municipio explican que “tienen cuatro máquinas que están descompuestas y que no tienen plata”. LA NACION intentó comunicarse con el intendente local Carlos Rocha (Unión por la Patria), pero aun no obtuvo respuesta. “Hace tres meses que no puedo sacar hacienda, ni puedo entrar yo”, se lamenta. El problema afecta a la producción —un distrito netamente ganadero— pero también a la salud y a la vida cotidiana. “Hay, hasta te diría, un abandono de personas, porque tengo una persona que el otro día se lesionó y no pudo salir del campo”. La vida rural se volvió una logística imposible. “Hay veces que los trabajadores van en motos, otros a caballo y algunos en bicicleta. Es una situación límite”, explica. Incluso hoy todo depende de la buena voluntad de los vecinos, que solidariamente abren pasos entre sus campos para permitir el acceso a otros establecimientos: “Una vecina me pidió paso y abrimos un camino por un potrero y de ahí ella sale para el otro lado, era la única manera de que llegue a su campo”. En uno de sus establecimientos directamente no hay paso posible: “En el otro campo familiar tengo tres caminos alternativos, uno con un pantano impasable y los otros están cortados con agua por arriba, tipo río”. Denuncia que el agua corre sin control: “No hacen alcantarillas ni han puesto ningún tubo y el agua pasa por donde quiere y borra el camino”. La productora enfatiza que lo que en los mapas figuran como caminos rurales en la práctica son senderos y ciénagas: “Hay ciénagas de 60 centímetros, donde ni las camionetas 4×4 andan y quedan colgadas”. La situación también afecta a la educación: “Hay escuelas rurales en la zona y los chicos no pueden ir. Lo mismo ocurre para acceder a servicios esenciales como la policía, ambulancias, todo se complica”. Bosisio integra la Sociedad Rural de General Guido y asegura que agotaron las instancias formales. “Fuimos al municipio con cartas varias veces”, recuerda. Incluso ofrecieron aportar fondos y gestionar una cooperativa vial, como ocurre en otros distritos, pero la propuesta fue descartada: “Rechazaron y dijeron que ya habían arreglado particularmente con alguien para poner durmientes en los pantanos”. Esa medida, advierte, resulta insuficiente: “Imaginate, se hunden los durmientes porque nunca no se abovedaron los caminos con greda”. Mientras tanto, la producción se paraliza. Bosisio tiene 15 hectáreas de avena para cortar y hacer rollos para el invierno, pero el contratista ya le avisó que no puede entrar. El costo económico se vuelve insostenible: “La gente está desesperada porque tiene que sacar hacienda para poder pagar los gastos, los sueldos y la hacienda se les muere”. Vale recordar que en enero pasado, la Sociedad Rural de General Guido rechazó la creación de una sobretasa municipal que iba a cobrarse “cada vez que se realice un trámite en la emisión de guías de traslado de hacienda”, por un monto estimado de $90 millones al año. En ese momento, los productores ya advertían que “faltan alteos y alcantarillas“. Sin red vial, sin respuestas y con la economía ahogada, el ánimo de los productores está por el piso. “Estoy tirando escombros en el pantano que está enfrente a mi campo”, relata la productora, que incluso colaboró con el mantenimiento por su cuenta. Pero el esfuerzo individual no alcanza. “Estamos aislados”, confiesa. Hubo momentos en que pensaron en manifestarse frente al municipio, con carteles y cornetas, pero finalmente apostaron al diálogo: “Tampoco hubo respuesta positiva”. Con 79 años, asegura que sigue poniendo el cuerpo: “Tengo energía y le meto para adelante, pero no doy más”. En tanto, el teléfono de la intendencia, dice, siempre da la misma respuesta: “No tenemos plata y las máquinas están rotas”.
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