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» Misionesparatodos
Fecha: 20/10/2025 20:59
Está dicho y escrito por economistas de todas las tendencias: sin confianza es imposible el crecimiento sustentable. Puede que en casos como el de Donald Trump, la desconfianza que produce sea ampliamente compensada por la fortaleza económica e institucional de la nación que conduce. No es el caso de la Argentina, un país que vive de crisis en crisis. Aquí, un mandatario que imita y exagera la violencia verbal, la polarización y las excentricidades de Trump, lo que genera es incertidumbre. Por eso, si Trump cree que ayuda a Javier Milei al decir que sólo apoyará al país mientras él conserve el poder, se equivoca. Consigue lo contario: debilitarlo. ¿Qué empresario invertiría en un país si su inversión dependiera de que el oficialismo ganara una elección legislativa y, además, de que el Presidente sea reelecto? La semana pasada reflexionaba en esta columna sobre la cobardía del capital y un empresario luego me acotó: “Somos cobardes, pero no boludos”. Es cierto. El nivel de valentía requerido para invertir aquí, hoy se podría confundir con la insensatez. Auropercibido el mejor Hay una contradicción entre la autopercepción de Milei de encabezar “el mejor gobierno de la historia” y la desconfianza que producen los resultados de su gestión. Con dos trimestres seguidos de caída de la actividad económica, el país entró técnicamente en recesión. Son trimestres que se comparan con los de 2024 que, de por sí, ya empeoraban esos mismos períodos de 2023 (plena sequía), cuando aún gestionaba “el peor gobierno de la historia”. Y nada hace prever que el crecimiento del último trimestre del año vaya a ser demasiado distinto. Para el economista Ricardo Arriazu, muy respetado por el Gobierno, el comercio está 9,3% debajo de noviembre de 2023, cuando Alberto Fernández atravesaba sus penosas últimas semanas. También la construcción está 25,7% peor y la industria 22% abajo que en aquellos meses aciagos. Con cada nuevo dato económico que se conoce, las cosas parecen empeorar. La inversión extranjera está en los niveles más bajos en dos décadas. El desempleo pasó del 5,7% al 7,6% en dos años. La molienda de soja, los despachos de cemento, la actividad metalúrgica y la producción automotriz cayeron alrededor del 6%. Según la Asociación de Industriales Metalúrgicos, la capacidad instalada de la industria se hundió al 45%, sólo comparable con los peores meses de la pandemia. También perdieron los sectores de autopartes (-12%), fundición (-14%), bienes de capital (-8%) y metal (-7%), por mencionar los más importantes. Comparado con los peores. Para la UIA, la producción de textiles se redujo un 10%, y un 8% la de productos de metal y automotores; la de maquinarias un 5% y 3% la de alimentos y bebidas. El consumo sigue en caída. Los últimos datos indican un descenso interanual del 5% en supermercados y 8% en las cadenas. Además de caídas en kioscos, almacenes, autoservicios, mayoristas y farmacias. Con recesión y tasas superiores al 80%, en septiembre disminuyeron los créditos hipotecarios y la venta de propiedades, mientras que la morosidad bancaria es la más alta de la era Milei. En las familias, dicha morosidad trepó al 6,6% del total de los créditos, el nivel más alto desde 2008, cuando el Banco Central comenzó con esta medición. De acuerdo a un informe de Gonzalo Güiraldes (economista jefe de la consultora Audemus) publicado en PERFIL, en los primeros 18 meses del mejor gobierno de la historia cerraron 16.322 empresas, casi tantas como durante los 48 meses del peor gobierno de la historia, pandemia mediante. Fueron muchas más empresas perdidas que en presidencias que, según Milei, no le llegan a los talones. Con De la Rúa hubo 3.660 empresas menos, con Duhalde 8.833, durante el segundo mandato de Cristina el balance arrojó 2.501 firmas menos y con Macri, 5.249 (con Menem el país aumentó 33.617 el número de empresas, con Néstor Kirchner, 68.391; y con el primer gobierno de Cristina, 16.401). IDEA Durante el tradicional Coloquio de IDEA, los empresarios tampoco se mostraron tan convencidos de que el de Milei sea el mejor gobierno que hayan visto. Siguiendo con los temores propios del capital, de hecho no hubo anuncios de nuevas inversiones y Santiago Mignone (titular del Coloquio) dijo que “sin acuerdos no se avanza”: “La mayoría de los gobernadores y funcionarios coinciden en la necesidad de acuerdos, más allá del resultado electoral”, señaló. El problema es que entre la minoría que no coincide están los hermanos Milei. Fuera de micrófono, los enviados de PERFIL a Mar del Plata, Ariel Maciel y Eugenia Muzio, registraron las preocupaciones empresariales. Una de esas crónicas sostuvo que Luis Caputo, en charlas privadas con empresarios, les reveló que “las decisiones de política económica de los últimos meses fueron ‘caprichos’, de Milei que el equipo económico acató”. Asimismo, los periodistas reflejaron las dudas de los presentes sobre si el ministro está en condiciones de aplicar un plan con eje en la producción, apartado de la “lógica del endeudamiento eterno”. Estos empresarios coinciden en que el Presidente debe dejar de pelearse con todos, ampliar su gobierno y buscar consensos. Los más optimistas sostuvieron que lo ven capaz de recapacitar y ser distinto del que es. Temo que se lleven una nueva decepción. En la city porteña esta semana reinó otro tipo de incertidumbre. Trump ordenó comprar pesos para contener la suba del dólar, pero el dólar siguió subiendo. La irónica conclusión fue que el miedo de los argentinos (que históricamente los impulsa al dólar ante cada crisis), le había torcido el brazo al Tesoro de los Estados Unidos. Sospechas en pesos Pero el verdadero enigma es cómo funciona exactamente la compra de pesos de Trump. La falta de información y la oscuridad de las inversiones públicas pueden ser normales aquí, pero no en el país del norte. Lo que PERFIL pudo reconstruir es que el Tesoro estadounidense, vía Fondo de Estabilización Cambiaria, ordenó la compra de pesos a tres bancos: el Santander, el Citibank y el JP Morgan. Habrían sido tres compras en diez días por más de US$ 500 millones. Lo que nadie sabe es qué ordenó hacer con los excéntricos pesos argentinos que ahora forman parte de sus reservas, junto a dólares y yuanes. ¿Pidió colocarlos en instrumentos financieros que aprovechen las altas tasas locales de interés? Si así fuera, la intención del Tesoro estadounidense tendría en realidad un doble objetivo: frenar al dólar (lo que hasta ahora no logró) y beneficiarse luego con el rendimiento de sus inversiones en pesos. El típico carry trade. Sin embargo, el gobierno argentino ya negó que Trump quisiera aprovecharse de la crisis que atraviesa su amigo Milei para hacer carry trade. Si así fuera, la orden a los bancos debió ser inmovilizar esos miles de millones de pesos. Lo que, además de significar una inversión de riesgo, no le generaría un beneficio a los estadounidenses, verdaderos dueños de ese capital. Aún no hay respuesta para esto, ni aquí ni en los Estados Unidos. Pero la habrá. El Fondo de Estabilización publica cada mes su resumen financiero. Cuando aparezca el de noviembre, se sabrá qué pasó. En cualquier caso, es cierto que Trump puede producir desconfianza, sin que ello afecte demasiado la confianza en su poderoso país. En cambio, para una sociedad partida y agotada como la argentina, la incapacidad de quien gobierna de generar confianza puede marcar una diferencia esencial. La diferencia entre crecer de una vez o de seguir eligiendo cada cuatro años caminos opuestos que nos regresan siempre al mismo lugar. Por Gustavo González-Perfil
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