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  • El Concejo pide gestiones público-privadas para rescatar al Barco Ciudad de Rosario

    » La Capital

    Fecha: 18/10/2025 09:10

    El parlamento local aprobó un proyecto para impulsar la vuelta en funcionamiento de la embarcación que sigue anclada en la isla El Charigüé a la espera de fondos para su rehabilitación El Barco Ciudad de Rosario fue motor del turismo local por más de 50 años. La embarcación permanece amarrada en el canal La Lechiguana en la Isla El Charigüé El Concejo aprobó este jueves en su sesión ordinaria un proyecto que enciende una luz de esperanza para el Barco Ciudad de Rosari o, la nave turística emblema de los paseos por las islas del Paraná y que se encuentra amarrada en la isla El Charigüé a la espera de fondos para su rehabilitación. Como ya se había indicado, la embarcación sufrió un doble efecto que la dejó inactiva: primero, el aislamiento por el Covid de 2020, y luego la bajante histórica del río. Ambos fenómenos dejaron al navío a la deriva. Ahora necesita pasar por una costosa revisión y sus dueños no pueden afrontar los gastos. El parlamento local le pidió al Ejecutivo que articule un convenio público-privado para que pueda salir a flote y regrese con su actividad. La iniciativa, del concejal justicialista Lisandro Cavatorta, que contó con el respaldo del resto de los bloques, busca articular esfuerzos entre el Estado municipal y aquellos privados que tengan interés en sumarse a su reactivación. "Con este proyecto le estamos dando al municipio la herramienta para que actúe, para que sea un mediador inteligente y gestione los vínculos para que nuestro barco insignia vuelva a navegar y hagamos crecer la industria del turismo de río", señaló el edil. >>Leer más: Barco Ciudad de Rosario: la pandemia lo dejó varado en las islas y ahora sale a la venta Esfuerzo público-privado El proyecto promueve un rol activo del Estado como gestor de vínculos público-privados, con el objetivo de poner en valor el icónico barco y fomentar la industria del turismo de río. Asimismo, establece que el Ejecutivo deberá analizar y articular convenios con los propietarios de la embarcación y otros actores locales para la planificación, financiamiento y operación de un nuevo circuito turístico. “No se trata de regalar plata, se trata de generar oportunidades. El turismo es trabajo, es industria, es futuro”, afirmó Cavatorta. “Rosario necesita volver a mirar al río, el más lindo del mundo, y convertirlo en motor de desarrollo. El rol del Estado es ser un puente, no un obstáculo. Es hora de que el municipio aparezca y dé respuestas concretas para que esto suceda”. El Paraná, clave El concejal insistió en que la recuperación del barco es fundamental para potenciar una industria clave. “Rosario vuelve a ser la que era si vuelve a generar trabajo, y la industria del entretenimiento y el microturismo depende solamente de nosotros. La industria del microturismo es la que más rápido va a crear empleos en Rosario. Y el río es clave. Con este espaldarazo en el Concejo, se abre una puerta para que el Barco Ciudad de Rosario, construido íntegramente en astilleros locales, vuelva a reactivarse. “No vamos a permitir que termine en otra provincia haciendo lo que acá dejamos de hacer. Podemos y debemos salvarlo para que sea el símbolo de una Rosario que genera empleo, cultura y turismo. Sólo hacía falta decisión política”, concluyó Cavatorta. Emblema de Rosario, la embarcación zarpó por primera vez en febrero de 1971. Una década antes, su mentor y pionero, Raúl Oficialdegui, la había comprado como barco de bandera brasileña en desuso con la idea de desarmarla y reconstruirla de cero. Estuvo entre 1964 y 1971 construyéndose a nuevo en el astillero Riguetti, frente al Gigante de Arroyito, y se consagró como la primera embarcación hecha a nuevo en la ciudad. Sin embargo, en la actualidad, a más de 50 años de sus primeros recorridos, su destino la llevó a estar anclada frente al centro rosarino, en la isla El Charigüé aguardando alguna respuesta para reactivarse. Insignia del turismo en las islas Con dos motores, usina eléctrica propia, salones, bar, pista de baile y capacidad para 300 pasajeros, el barco fue el pionero del turismo fluvial. Posee 31 metros de eslora y 6,45 de manga, con dos motores y una usina eléctrica propia, con salones, bar americano, pista de baile alfombrada y aire acondicionado. En 2020 la pandemia y la bajante histórica del río lo dejaron encallado en el barro en el canal La Lechiguana. Todo se complicó más aun con el cumplimiento del certificado de navegación que requiere de una revisión (se hace cada cuatro años en tierra) que, pese a las prórrogas, los dueños no pudieron obtener de Prefectura Naval. Además, su costo ronda los 45 mil dólares. Hoy, el futuro es incierto. Su fondeo en las islas frente al Monumento plantean un desafío en un contexto en el que la provincia puso en marcha la licitación para la rehabilitación de todo el frente costero en la Terminal Fluvial que dejará las condiciones para el amarre de cruceros tanto nacionales como internacionales.

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