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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 18/10/2025 04:40
John Lennon y Yoko Ono Número 34 de Montagu Square, Marylebone, Londres, mañana del 18 de octubre de 1968. John Lennon y Yoko Ono llevan tres meses viviendo juntos en la muy inglesa casa de ladrillos a la vista que les ha prestado Ringo Starr. Están en la cama, semidesnudos, cuando escuchan que suena el timbre, no una sino varias veces, insistentemente. El beatle piensa que es algún periodista, de esos que no lo dejan en paz desde que separó de Cynthia para convivir con esa polémica artista japonesa a la que nadie conocía. Por eso no atiende. Pero quien llama a la puerta es el detective de Scotland Yard, Norman “Nobby” Pilcher, al mando de una patrulla de seis hombres y una mujer policía, con una orden de allanamiento en la mano. Como nadie contesta a los llamados, los timbrazos se convierten en golpes en la puerta, cada vez más continuos y fuertes. También golpean una ventana. Pasan ocho minutos hasta que Lennon pregunta quién es. Le responde una mujer que no se identifica como policía y le pide que abra, que la deje entrar, que tiene un mensaje. “Estábamos en la cama, sintiéndonos muy limpios y sin drogas, porque hacía tres semanas que habíamos oído que venían a buscarnos, y habría sido una tontería tener drogas en casa. De repente, una mujer llama a la puerta, toca el timbre y dice: ‘Cartero, entrega especial. Tengo un mensaje para usted’. Le contesté: ‘¿Quién es? No es el cartero’. Y ella dijo: ‘No, es muy personal’. Y de repente, esta mujer empezó a empujar la puerta. Yoko creyó que era la prensa o algún fan, así que corrimos de vuelta y nos escondimos. Ninguno de los dos estaba vestido; solo llevábamos remeras sin mangas y se nos veían las partes inferiores”, es la versión que Lennon dio después. Lo del “cartero” era una trampa típica de Pilcher para que le abrieran la puerta. Unas semanas antes, Eric Clapton se había salvado de que lo arrestara porque, cuando fue a tocarle el timbre anunciándose como “¡Cartero, entrega especial!”, el guitarrista de Cream se la vio venir y se escapó por los fondos de su casa. Lennon se resistió a abrir, pero no se escapó. En su defensa, luego dijo que había demorado en permitir la entrada de la policía por miedo. “Yo pensé que era la mafia o algo así. Entonces oí un fuerte golpe en la ventana del dormitorio y un policía enorme estaba allí, gritando: ‘¡Déjenme entrar, déjenme entrar!’. Me decía: “Abrí la ventana, vas a empeorar las cosas”. Yo estaba muy asustado. Le dije: ‘Pasen por la puerta, déjenme vestir. Es mala publicidad si entrás por la ventana’. Y él me dijo: ‘¡No, abran la ventana, que me voy a caer!’. Le pedí a Yoko que llamara a un abogado, pero llamó a la oficina de Apple, no sé por qué hizo eso. Finalmente abrí para que no tiraran la puerta abajo. ‘Bueno, de todos modos estoy limpio’, pensé”, contó en un relato desopilante. John Lennon y Yoko Ono cuando realizaron un encierro de siete días contra la guerra, en 1969 (AP Photo) Una casa limpia… En realidad, John y Yoko sabían que la policía podía caerles en cualquier momento. Un periodista amigo, Don Short, les había avisado tres semanas antes: “Van a ir por ustedes”, les advirtió. Eso les hizo tomar precauciones. Lennon llamó a Pete Shotton, otro amigo que había sido policía, para que los ayudara a “limpiar” la casa. Incluso pasó la aspiradora por todas las habitaciones, para que no quedara siquiera un rastro. No solo de sus propias drogas sino de las que podría haber dejado, sin que ellos lo supieran, el “inquilino” anterior, porque antes de que ellos se mudaran allí, Ringo le había prestado la casa a Jimmy Hendrix. Por esos días, Lennon y Yoko no solo consumían marihuana, también hacían “viajes” utilizando LSD. El primer contacto del beatle con esa droga alucinógena databa de años anterior y tenía una fecha precisa: 21 de marzo de 1967, durante una sesión nocturna en los estudios de Abbey Road, y ocurrió por casualidad. John estaba cansado y buscó un estimulante para mantenerse despierto. Encontró una pastilla que creyó que era una anfetamina, pero en realidad era LSD. Según Ian Leslie, autor del libro John & Paul: A Love Story in Songs, un rato después empezó a sentirse confundido y tuvo un ataque de paranoia. El productor de los Beatles, George Martin, intentó calmarlo llevándolo al techo del estudio para que tomara aire fresco. Sin embargo, Paul McCartney y George Harrison, al darse cuenta de que Lennon estaba bajo los efectos del ácido, subieron rápidamente para asegurarse de que no tuviera ningún accidente, pero lo encontraron a salvo, tranquilo, mirando las estrellas. Después de esa noche John siguió consumiendo LSD, una costumbre que continuó teniendo con Yoko. Hasta pocos días antes de que llegara la policía habían tenido pastillas en la casa, pero también se habían deshecho de ellas después del aviso del periodista Short. Yoko Ono y John Lennon en el documental "One to One: John & Yoko" (Venice Film Festival) …Pero quedaban drogas Cuando Lennon abrió finalmente la puerta se encontró cara a cara con el sargento detective Norman “Nobby” Pilcher y una mujer policía, detrás había otros cinco bobbies, dos de civil y tres uniformados. Pilcher tenía una cruzada personal contra los músicos de rock y consideraba que las drogas eran el punto débil que tenían para poder atraparlos. Antes de que tocara el timbre de John Lennon en 34 Montagu Square había sido protagonista de varias notas de diarios sensacionalistas por su cacería de “drug-adicts” del rock británico, una lista que incluyó a Mick Jagger, Keith Richards, Brian Jones y Donovan Leitch. Sus andanzas fueron contadas años después por el periodista británico Graeme McLagan en su libro La historia del hombre que arrestó a John Lennon, George Harrison y Brian Jones. John se demoró leyendo la orden de allanamiento, quería ganar tiempo para que llegara su abogado. Cuando ya no pudo frenar más la situación, Pilcher se ocupó personalmente de cachearlo, mientras la mujer policía hacía lo mismo con Yoko. De todos modos, el allanamiento debió esperar hasta que llegaran otros dos policías con perros entrenados para rastrear drogas. En la calle ya había una aglomeración de periodistas. “Eso ya estaba montado. El Daily Express ya estaba allí antes de que llegara la policía”, se quejó Lennon en una acusación que luego presentó contra Pilcher. Los perros no llegaban y, avergonzado, Pilcher le pidió permiso a Lennon para utilizar su teléfono y reclamarlos. Pasó media hora más hasta que llegaron dos policías con Yogi y Booboo, que no eran los osos del dibujito animado sino los canes entrenados. A medida que revisaban la casa, la tranquilidad de Lennon y Yoko se transformaba en inquietud: la “limpieza” que habían hecho con su amigo Shotton, el expolicía, no había sido tan profunda como creían. Al cabo de una hora, los dos perros habían encontrado 27,3 gramos de hachís en un sobre marrón sin sellar dentro de un baúl azul en el dormitorio, una cigarrera con restos de hachís en otro lugar de la habitación, una máquina para armar cigarrillos con restos de marihuana encima de un espejo y 19,8 gramos de hachís en el estuche de largavistas que estaba en el living. Ante la mirada satisfecha de Pilcher, John y Yoko fueron sacados de la casa frente a una multitud de fotógrafos y periodistas y trasladados en un patrullero a la comisaría de Paddington Green. Desde allí, Lennon habló con Sir Joseph Lockwood, directivo de EMI, para que le diera consejos de cómo tratar a la policía. Cuando colgó, John se volvió hacia el agente más cercano y le dijo, burlón: “Soy el sargento Lennon, ¿en qué puedo ayudarlo?”. Minutos después los acusaron formalmente de posesión de drogas y les ordenaron presentarse al día siguiente ante el juez. John Lennon y Yoko Ono en Nueva York durante una escena del documental "Lennon NYC" de la serie "American Masters" (Fotograma de archivo cedido por el Servicio Público de Radiofusión - EFE/PBS) Las consecuencias El 19 de octubre, John y Yoko llegaron en un auto conducido por un chofer al Tribunal de Magistrados de Marylebone. La audiencia duró solo cinco minutos. Luego de que el propio Pilcher se ocupara de leer los cargos, el tribunal puso a la pareja en prisión preventiva, pero le permitió salir en libertad bajo fianza hasta que el caso se tratara el 28 de noviembre. Al salir de la sala, fueron víctimas de otra maniobra tramposa del detective de Scotland Yard. Mientras estaban en la audiencia, por órdenes suyas, la policía obligó al chofer de Lennon a correr el auto de la puerta del tribunal, para que no pudieran alejarse con rapidez y quedaran expuestos a una multitud de fotógrafos y curiosos que se habían congregado en el lugar. Una de las fotografías de esa accidentada salida, tomada por un reportero gráfico del Daily Mirror, fue elegida un año más tarde por el propio John para ilustrar la portada del álbum Unfinished Music No 2: Life With The Lions, que grabó con Yoko. Cuando llegó la audiencia del 28 de noviembre, Lennon y Ono se declararon culpables de “falta menor” y el tribunal los condenó a pagar una multa de 150 libras esterlinas. Para el beatle, el asunto quedó cerrado, pero a Yoko le acarreó otros problemas: por esos días estaba disputando legalmente con su expareja, el productor de cine Anthony Cox, la tenencia de su hija Kyoko Chan Cox y el arresto por tenencia de drogas hizo que la Justicia se la negara. Pasaron años hasta que pudo volver a verla. En cuanto al detective Pilcher, un año después del arresto, Lennon lo acusó de haberle tendido una trampa para detenerlo. Aunque el caso no prosperó, el hombre de Scotland Yard fue a parar a la cárcel acusado de corrupción en 1970, fue condenado a cuatro años de prisión por conspiración, soborno y perjurio.
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