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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 18/10/2025 04:32
Por primera vez desde la salida de la pandemia, los ingresos per cápita familiares avanzaron en dos períodos consecutivos por encima del costo de las canastas básicas (Foto: Reuters) En el primer semestre de 2025, la situación social de Argentina experimentó un punto de inflexión: la capacidad real de gasto de las familias se expandió 36,2%, superando ampliamente el ritmo de la inflación y la evolución de la canasta básica total (CBT) y la canasta básica alimentaria (CBA). Esta contundente mejora -verificada de forma exclusiva a partir del entrecruzamiento de los datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) y los informes de precios del Indec- no solo permitió una baja histórica de la pobreza, sino que reconfiguró la relación entre ingresos laborales y no laborales en la estructura de los hogares en los 31 aglomerados urbanos más relevantes del país. Por primera vez desde la salida de la pandemia, los ingresos per cápita de las familia avanzaron en dos períodos consecutivos por encima del costo de las canastas básicas. Según los valores desestacionalizados y ajustados por inflación, el ingreso total de las familias creció 34,8% frente al primer semestre de 2024 y 13,6% respecto de 2023, mientras el costo de la CBA retrocedió 15,9% y 14,4%, respectivamente. La CBT, en tanto, bajó 2,6% y 8% interanual, resultados que robustecen el poder de compra de los hogares y explican el rápido descenso de los indicadores de vulnerabilidad social. El ingreso total de las familias creció 34,8% frente al primer semestre de 2024 y 13,6% respecto de 2023, mientras el costo de la CBA retrocedió 15,9% y 14,4%, respectivamente Estos números se sostienen en una base estrictamente monetaria, sin incluir transferencias puntuales ni cambios metodológicos. El porcentaje de hogares por debajo de la línea de pobreza descendió hasta 24,1%, una cifra que, trasladada a personas, equivale al 31,6%. En comparación con el 52,9% del primer semestre de 2024 y el 40,1% de 2023, se evidencia la mayor reducción interanual desde que existen series comparables en la EPH. Por su parte, el universo que permanece bajo la línea de indigencia se redujo a 5,6% de los hogares (6% de las personas), niveles inéditos desde 2017. La proyección ampliada sobre la base del total país para los 31 grandes aglomerados deriva en 3.909.900 hogares pobres -unos 15,05 millones de personas-, de los cuales 853.744 hogares (3,29 millones de habitantes) todavía caen en la indigencia. La tendencia a la baja se consolidó a partir de la recomposición de los ingresos monetarios y el impacto diferencial de los salarios y del trabajo independiente Si bien los porcentajes continúan reflejando un desafío importante, la tendencia a la baja se consolidó a partir de la recomposición de los ingresos monetarios y el impacto diferencial de los salarios y del trabajo independiente sobre el bienestar familiar. El epicentro del cambio El núcleo de la transformación radica en el comportamiento de los ingresos laborales en valores ajustados por inflación, que experimentaron una suba real histórica: 35,9% frente a igual semestre de 2024 y 16,3% respecto de 2023. Esta mejora encuentra un correlato equivalente en los ingresos no laborales (jubilaciones, pensiones, programas sociales y asignaciones familiares), que aumentaron 30,8% y apenas 5% en los mismos períodos. El análisis detallado revela que la fuerza del mercado de trabajo y la expansión de la ocupación, sobre todo en sectores informales y de baja calificación, explicaron gran parte de la baja de la pobreza. Los ingresos laborales pasaron de representar el 76,4% del total familiar en el primer semestre de 2023, al 77,5% el año siguiente y llegaron al 78,2% en 2025. Este corrimiento estructural ilustra la creciente autonomía del ingreso por trabajo como principal sustento de los hogares y el retroceso relativo de los ingresos no laborales, que pasaron del 23,6% al 21,8% en solo dos años. El fenómeno, sin embargo, no es homogéneo. Doce jurisdicciones urbanas registraron un aumento de la proporción de ingresos no laborales, fenómeno especialmente visible en Gran La Plata (6,4 puntos porcentuales más, hasta 38,9%, con una diferencia de 9,2 puntos respecto a 2023), Río Gallegos, Bahía Blanca y Gran San Juan, entre otras. Del otro lado, diecinueve aglomerados acrecentaron la participación del ingreso laboral, con Gran Tucumán-Tafí Viejo (suba de 4,5 puntos a 75,2%), Río Cuarto, Gran Resistencia y Gran Rosario en la vanguardia. El detalle de los ingresos no laborales Entre los recursos no laborales, la Asignación Universal por Hijo demostró una notable capacidad de actualización: el monto creció 31,2% real frente al primer semestre de 2024 y acumuló 61,8% en el bienio. Sin embargo, el haber mínimo jubilatorio avanzó solo 9,8% en el año (21% el resto de las prestaciones), y retrocedió entre 10,9% y 15,4% respecto de 2023. Esta asimetría revela que el desempeño de la asistencia social fue importante, pero no compensó la desaceleración de otras transferencias. La política social desplegada en el semestre puso el foco en una mayor cobertura y actualización de asignaciones familiares y subsidios directos, logrando contener la vulnerabilidad extrema, aunque el protagonismo en la mejora del bienestar estuvo claramente en el campo laboral. Un fenómeno robusto y desigual: los factores detrás de la tendencia El cruce de variables muestra que tres factores operaron sobre la reducción de la pobreza y la indigencia, en orden de impacto: 1. Caída del costo real de las canastas básicas: la marcada desaceleración de la inflación y la mayor disponibilidad de bienes subsidiados redujeron los pisos de referencia que determinan líneas de pobreza e indigencia. 2. Salto de los ingresos laborales, especialmente en la franja informal: la revitalización de la actividad económica permitió recomponer salarios, sobre todo en empleos de baja protección que históricamente quedaban rezagados. 3. Rediseño y focalización de la política social: la política salarial y la reorganización de asignaciones y transferencias directas mejoraron la llegada de los fondos y sostuvieron en parte a los sectores más rezagados. Este proceso generó un fenómeno inédito en la última década: en la mayoría de los aglomerados urbanos, el avance del trabajo sobre las transferencias de subsidios sociales y aumento de las jubilaciones y pensiones dio lugar a una estructura de ingresos más robusta, capaz de sostener la mejora social en escenarios económicos adversos. Al mismo tiempo, la persistencia de brechas y la concentración de ingresos no laborales en ciertas áreas revela que la transición no es homogénea ni está exenta de desafíos estructurales. Mirada a futuro: desafíos y sostenibilidad Si bien la recuperación de los ingresos laborales fue decisiva para empujar la disminución de la pobreza y la indigencia, el proceso enfrenta interrogantes críticos de cara a los próximos trimestres. La capacidad de sostener el crecimiento del empleo formal, la reducción de la inflación a niveles de un dígito porcentual al año y magnitud de las políticas de ingresos no laborales serán variables determinantes.
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