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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 17/10/2025 14:44
Los Encargados en Feliz Domingo: Trátame suavemente La escena de la música argentina perdió a uno de sus nombres clave: falleció Alejandro Fiori, guitarrista de Los Pillos y Los Encargados y referente ineludible del postpunk de la década del 80. Su trayectoria tejió una historia subterránea, marcada por la búsqueda, la experimentación y la construcción de un legado que abrazó generaciones. El músico murió el pasado miércoles y la noticia la difundió la página oficial del Instituto Nacional de la Música. En aquellos años de transción democrática, donde todo parecía posible y la efervescencia se apoderaba de Buenos Aires, Alejandro encontró su lugar en agrupaciones como Neumáticos y Canturbe. Allí pulió su estilo y su identidad. Pero el verdadero salto lo dio cuando se sumó a Los Encargados, junto al inquieto Daniel Melero. Un proyecto con un sonido distintivo y de vanguardia que influyó a agrupaciones como Soda Stereo. Espíritu rockero, sí, pero también esas exploraciones sonoras y electrónicas que desafiaban los límites de la época y anticipaban lo que luego se llamaría tecnopop. El tiempo de Los Pillos fue diferente. ¿Se puede hablar de una gloria pequeña, intensa y fugaz? Con Fiori en la guitarra, la banda se volcó a un postpunk experimental sin concesiones. Su único disco, Viajar Lejos, quedó grabado en 1987, y aunque en su momento apenas se esparció como un rumor entre los habitués del underground porteño, con los años ese material se transformó en un objeto de culto. La desaparición en 1990 en el Amazonas del baterista Pablo Esaú y su pareja, la cantante Mónica Vidal, nunca resuelta hasta la fecha, elevó a Los Pillos a la categoría de mito. Tanto caló la leyenda, que finalmente la reedición llegó en 2021, lo que permitió a nuevas camadas descubrir esos sonidos vanguardistas, que resultaron inoxidables al paso del tiempo. Alejandro Fiori tocando con Los Pillos (Instagram: @los_pillos_viajar_lejos) Alejandro no se quedó quieto. Se sumó luego a la banda Clap, en un nuevo intento de reinventarse y buscar nuevas texturas en la música. Después volvió, impulsado por la nostalgia o tal vez por ese deseo de cerrar un ciclo, a Los pillos con un objetivo entre ceja y ceja: grabar un segundo disco junto a los viejos compañeros de ruta. Pero a veces la vida corta los puentes imaginados. Ese proyecto quedó inconcluso. Hoy, las guitarras lloran en silencio. Las luces de los bares donde alguna vez sonaron sus acordes se apagan temprano. Queda una certeza: el eco de Alejandro Fiori, con su arte discreto, pero fundamental, seguirá circulando entre los amantes del postpunk, entre los que coleccionan vinilos y recuerdos de los ’80. La década en que todo cambió, aunque nadie supiera realmente hasta dónde. Alejandro Fiori dejó una huella con su estilo único para tocar la guitarra (Crédito: Sebastián Matatagui) El periodista Sebastián Matatagui, quien lo entrevistó en reiteradas oportunidades, lo despidió en su cuenta de Facebook. “Guitarrista excelente, compositor y uno de los protagonistas del Rock Argentino. Otro Maestro que se fue al cielo de los grandes. Muchas gracias por tanto. Se lo va a extrañar”, escribió junto a algunas postales de su paso por el programa. El crítico Pablo Strozza lo definió como “una especie de Edelmiro Molinari del postpunk criollo. Todo lo que grabó tiene un estilo de guitarra con una inventiva y una creatividad única” Entre los múltiples testimonios surgidos, Caito Lorenzo —productor, fotógrafo y amigo íntimo del músico— compartió desde la distancia un mensaje que atravesó a quienes lo leyeron. “Hoy estando de viaje muy lejos de Buenos Aires, recibí la triste noticia del fallecimiento de quien fue mi mejor amigo, Alejandro Fiori. Nos conocimos en primer grado inferior y era alguien de un talento increíble y una agudeza de pensamiento única”, escribió, con el dolor fresco latiendo en cada palabra. El suyo no era solo un tributo artístico, sino el testimonio de una amistad forjada en la infancia y marcada por pasiones compartidas: el dibujo, la fotografía, la música. “Tuvimos unas bandas increíbles por bastante tiempo, teníamos 17 años y Alejandro ya era un músico virtuoso y un excelente guitarrista”, recordó. Pero la vida, imprevisible y compleja, torció los caminos. En un momento, sin explicación aparente, Alejandro se retiró, distanciándose de quienes alguna vez integraron su círculo más íntimo. “En un momento y sin entender hasta hoy qué pasó por su cabeza, tomó la decisión de alejarse y no querer verme más ni a mí ni a casi nadie”, contaba su amigo, al revelar una herida que el tiempo no logró cerrar del todo. Desde entonces, fueron muchos años de silencio, pese a los intentos de Lorenzo por reconstruir el vínculo. Hasta que —gracias a un amigo en común, Julián Seuster— el milagro del reencuentro ocurrió hace tres años. Una dádiva que apenas duró: al poco tiempo, Fiori volvió a apartarse. Alejandro Fiori con dos discos históricos del under de los 80. (Crédito: Sebastián Matatagui) “Difícil de entender. También terminó todo vínculo con las pocas personas que aún hablaban a veces telefónicamente. Fue su decisión de vida y no aceptó ayuda. Lo tuve presente hasta hoy todos los días de mi vida”, expresó Caito, exiliado por la geografía pero atrapado por el lazo de la memoria. Desde lejos, sentía esa presencia en el aire: “Estoy seguro que debe estar cerca por aquí rondando ahora y ascenderá y estará finalmente en paz. Ya nos reencontraremos y será como fue al principio”. La partida de Fiori mantiene un eco inabarcable. No solo fue la guitarra de Neumáticos, Canturbe, Los encargados, Los pillos y Clap. Fue también el amigo único, el talento esquivo, el ser humano afilado y sensible que, a su modo, marcó una época y dejó una marca imborrable en quienes lo conocieron realmente.
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