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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 15/10/2025 04:45
Donald Trump al recibir a Javier Milei en la Casa Blanca Donald Trump le dedicó a Javier Milei una larga sucesión de elogios, expuestos en un inusualmente extendido contacto con los periodistas. Podría haber sido pura satisfacción para la delegación oficial que participó de la cita en la Casa Blanca, si no fuera por el expreso condicionamiento del salvataje al resultado de la elección que ya se viene encima. El Gobierno buscó instalar que el mensaje había sido malinterpretado, aunque en rigor fue transparente. Y lo hizo como reacción inmediata para tratar de revertir el clima de los mercados -que se mostraron a la baja apenas finalizado el encuentro en Washington- pero también expuso inquietud por el interrogante que abre el respaldo explícito de Washington y el modo en que viste la apuesta final de campaña al temor por el día después del comicio. Cuando todavía resonaban las frases de Trump, la comitiva se informó sobre los primeros y negativos números de los mercados. Se armó entonces una especie de estrategia básica, rápida y poco sostenible también. Y apenas unas horas después, circulaban algunos reproches domésticos sobre las causas del clima menos pensado y el modo de darle una vuelta. La intención de exponer una interpretación de los dichos del presidente de los Estados Unidos sonó al menos extraña, por el hecho en sí mismo y por tomar el mensaje como algo sorpresivo, cuando el salvataje viene atado desde el primer día a la elección nacional. La señal negativa del circuito financiero no puede ser explicada sin atender al cuadro previo. La expectativa había sido alimentada desde el oficialismo con versiones sobre una serie de anuncios concretos, antes que por la renovada expresión de respaldo político de Washington a Milei, en su condición de aliado regional. Sobre todo, después de que frente a dudas iniciales sobre los tiempos para hacer efectivo el respaldo, fuera ratificado el swap y sorprendiera la intervención directa del Tesoro de Estados Unidos en el mercado local. Algunas miradas internas apuntaron al equipo económico, mientras que desde las cercanías de Luis Caputo trascendía cierto malestar con el modo en que había sido difundida, sin precisiones, la versión sobre un acuerdo comercial. El tema viene siendo negociado y dicen en medios oficiales que no se demoraría un anuncio, pero hubo fastidio con las declaraciones con intenciones de anticipo por parte de Federico Sturzenegger, horas antes del encuentro en Washington. El ministro de Desregulación venía enredado además por declaraciones sobre la política cambiaria. En esa tensión, tampoco quedaban fuera de foco los canales diplomáticos y las vías informales de contacto político. Pero, parece claro que el vértigo de pedidos a Washington después de la derrota bonaerense actuaba por si sólo como disparador de expectativas inmediatas. Y en ese punto, se potenciaban las urgencias políticas y económicas. Este viaje a Washington, después de la foto anterior durante la asamblea de la ONU, tres semanas antes, era asumido además en el mileismo como el impulso final de campaña, aunque con eje en anuncios que tranquilizaran a los mercados y, a la vez, marcaran un corte o un cambio de aire después de semanas dominadas por el caso Espert, antes por las estribaciones de la elección bonaerense y en continuado por la tira de derrotas legislativas. El tema del temor a un triunfo opositor -con agitación del fantasma kirchnerista- ya era de hecho un trazo grueso del discurso, apuntado a la polarización. De todos modos, el ingrediente del salvataje atado a un buen resultado violeta en las urnas venía siendo manejado con cierto cuidado, porque alimenta incertidumbre. Y, sobre todo, sugiere desconfianza sobre las chances electorales del oficialismo. Luis Caputo, junto a Scott Bessent, en las última conversaciones sobre el salvataje La reacción del Gobierno frente a las definiciones de Trump fue gatillada, como intuyeron algunos integrantes de la comitiva, por el impacto negativo en el terreno financiero. Con todo, habrían pesado prevenciones y cálculo sobre el posible efecto en el electorado en esta fórmula de campaña, que supera la idea resumida por el oficialismo como “riesgo kuka” o la vuelta al pasado -cercano, con Alberto Fernández y CFK-, porque la plantea ya no como consecuencia inevitable sino como advertencia, una especie de sanción. Frente a ese cuadro de mala repercusión financiera y alguna consideración sobre su inconveniencia política, el Gobierno ensayó un mensaje difícil de instalar por diferentes razones, entre las que sobresalen dos: resultaron frágiles frente a la contundencia de las frases de Trump y pobres como distinción entre la elección legislativa que viene y la batalla presidencial del 2027. Se sucedieron las declaraciones Patricia Bullrich, Manuel Adorni y Santiago Caputo, además del ministro de Economía. Y fueron seguidaspor tuiteros violetas. Trump había dejado frases como esta: “Si Milei pierde, no seremos generosos con la Argentina”. No fue la única en igual dirección. Los funcionarios nacionales se enfocaron en tratar de imponer que Trump no se refería a la votación del domingo 27 sino a la pelea futura por la reelección, como un gesto de apoyo a la gestión y no como condicionante inmediato. Es decir: de momento, los mercados no deberían inquietarse. Resultó extraño que los funcionarios visitantes intentaran una exégesis del mensaje de la Casa Blanca. Llamativo. Y del mismo modo debería ser considerado, como gesto que trasciende la diplomacia, el posterior texto publicado por Trump. Allí dice que espera que los argentinos apoyen al gobierno de Milei en las próximas “elecciones de medio término”, para seguir “ayudando”. Milei, por su parte, destacó el respaldo recibido en los mismos términos de fondo. “La principal potencia del mundo continuará apoyándonos salvo que volvamos a abrazar al populismo”, fue su síntesis. Una manera de jugar el resto de la campaña -apenas nueve días para las elecciones- al temor por el día después.
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