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  • El recuerdo de Javier Portales: el capocómico que conquistó la televisión, la sombra de Olmedo y la soledad que marcó su final

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 14/10/2025 10:58

    Javier Portales nació el 21 de abril de 1937 en Tancacha, Córdoba. Falleció el 14 de octubre de 2003, a los 66 años de edad, en la Ciudad de Buenos Aires Su estatua sentada junto a la de Alberto Olmedo en la esquina de Corrientes y Uruguay, se convirtió en un clásico. Y no hay turista que pase por la ciudad de Buenos Aires que no quiera tomarse una foto entre medio de ambos, rememorando aquel viejo sketch de No toca botón en el que el Negro encarnaba a Borges y él, el recordado Javier Portales, a Álvarez. Otro capocómico, quizá, lo hubiera opacado. Pero el rosarino sabía cómo potenciar a quien se convirtió en su gran coequiper de los ‘80. Había nacido el 21 de abril de 1937 en Tancacha, una localidad agrícola ganadera ubicada en el centro de la provincia de Córdoba. Su nombre real, del que luego Olmedo se tomaría para bautizar a su personaje, era Miguel Ángel Álvarez. Y, desde muy chico, supo que quería ser actor. Sin embargo, por aquellos tiempos en los que no había redes sociales ni internet, sabía que para poder desarrollarse en lo suyo tenía que abandonar su ciudad natal. Así que, después de un tiempo viajando a Rosario, Santa Fe, para probar suerte en los radioteatros, decidió instalarse en Buenos Aires. El gran paso en su carrera se dio de la mano de Quinto año nacional, un ciclo con textos de Abel Santa Cruz en el que compartió el elenco con Julio de Grazia y Santiago Gómez Cou. Este programa familiar le permitió ganar mucha popularidad. Y fue entonces cuando Gerardo y Hugo Sofovich pusieron sus ojos en él y le propusieron sumarse a Operación Ja Ja, un clásico de humor que contaba con un pequeño sketch en el que varios personajes se sentaban alrededor de una mesa de café para debatir sobre distintos temas de actualidad. Aquel segmento se convirtió con el tiempo en Polémica en el bar, ciclo que se mantiene vigente hasta el día de hoy. Y, ya con su nombre artístico, allí Portales tuvo la oportunidad de codearse con Juan Carlos Altavista, Jorge Porcel, Carmen Morales, María Rosa Fugazot, Mario Sánchez, Luis Tasca, Adolfo García Grau, Rolo Puente y Fidel Pintos, entre otros. Luego formó parte del irreverente programa del Negro, donde interactuó con Silvia Pérez, Divina Gloria, César Bertrand, Vicente La Russa, Beatriz Salomón y Adriana Brodsky, por mencionar solo a algunas figuras. Y se convirtió en una celebridad. Por aquellos años, Portales también fue uno de los actores favoritos del cine nacional. Participó en un centenar de films como Te rompo el rating, Las Aventuras de los Parchís, El telo y la tele, Los colimbas se divierten y El manosanta está cargado, por mencionar solo algunos. Y fue el autor de La sartén por el mango, una obra que fue declarada de lectura obligatoria en el Conservatorio de Arte Dramático. Pero, tras la inesperada muerte de Olmedo ocurrida el 5 de marzo de 1988 en Mar del Plata, como era de esperar, se vio muy afectado. Es verdad que siguió trabajando. Formó parte de Las gatitas y ratones de Porcel, Son de Diez, Un hermano es un hermano y, una vez más, Polémica en el bar. En 1999, de hecho, recibió el Premio Podestá a la trayectoria. Sin embargo, con el tiempo su salud se empezó a deteriorar por lo que, de a poco, se fue alejando de los medios. Y encima, tuvo que aprender a convivir con la soledad. Sucede que Portales no había sido demasiado prolijo en sus cuestiones familiares. Se había casado en primeras nupcias con Yolanda Vitulano, con quien trajo al mundo a su único hijo, Javier Ángel. Pero se separó de su esposa a principios de los años ’60, cuando el niño todavía era muy pequeño. Y comenzó una relación con Delia Novoa, quien nunca habría logrado establecer un vínculo cercano con el menor, que de a poco fue dejado de lado. La pareja de Portales y Delia duró unas dos décadas y se terminó de manera abrupta en 1995, cuando ella lo descubrió con otra mujer: la guionista Marina Gacitúa, a quien él le llevaba más de un par de décadas. Lo vio con ella en una cafetería cercana al Teatro San Martín. Y luego lo esperó en su departamento de Dean Funes y Venezuela, donde le anunció la separación y le revoleó alguna que otra pertenencia por la ventana. El actor en la mítica mesa de Polémica en el bar Dicen que, entonces, el hijo del actor, que ya era un adulto, se alegró por la noticia de la ruptura. Pero la realidad es que ya había pasado mucho tiempo distanciado de su padre como para poder recomponer la relación. Lo cierto es que, tras pasar un par de noches durmiendo en su Ford Sierra, Portales tuvo que afrontar la debacle de su vida. Su ex le hizo juicio y terminó ganándole una cifra millonaria, además de un porcentaje de sus ganancias en la Asociación Argentina de Actores. Y el hombre, que paralelamente comenzó a experimentar algunos problemas de salud, terminó pasando sus últimos años en bancarrota. Javier estaba en su casaquinta de Francisco Álvarez, en el conurbano bonaerense, cuando a principios de los ‘90 sufrió una caída que lo marcó para siempre. Los médicos le diagnosticaron una hernia de disco y lo operaron de la columna, pero no se recuperó. Sus dolores eran insoportables y hasta tuvo que recurrir a una silla de ruedas para poder trasladarse. En 1997 viajó a Cuba buscando especialistas que le permitieran recuperar su movilidad. Pero, a su regreso al país y mientras realizaba un tratamiento de fisioterapia, sufrió un primer ACV, luego otro y, como si todo esto fuera poco, tuvo tres infartos. Aunque en teoría Portales continuaba su relación con Marina y convivía con ésta y con su pequeña hija en un departamento de Caballito, el hijo del actor denunció que la mujer lo abandonó en su peor momento. Y que, por este motivo, él se vio obligado a hacerse cargo de su padre durante sus últimos dos años de vida. Años en los que el actor que otrora facturara fortunas tenía sus arcas vacías, ya no podía trabajar y veía como las deudas se multiplicaban. Finalmente, el 14 de octubre de 2003, a los 66 años de edad, Portales falleció como producto de una descompensación diabética en el Hospital Ramos Mejía. El único que estuvo junto a él para acompañarlo hasta el último suspiro fue su hijo. Luego de su partida, sus restos fueron sepultados en el Panteón de Actores del Cementerio de la Chacarita. Dicen que desde hacía tiempo ya nada quedaba de lo que había sido. Sobre todo, porque había perdido la alegría. El público, sin embargo, lo siguió recordando sonriente, tratando de mantener la seriedad de sus personajes aún cuando Olmedo, con sus improvisaciones, siempre se las ingeniaba para hacerlo tentar.

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