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» El Ciudadano
Fecha: 11/10/2025 12:00
Por: Ana C. Berdicever En el lugar no se hallaron materialidades. Esa frase se repite entre los investigadores a los que se les han consultado sobre los diferentes hallazgos en torno a lo que fue el segundo cementerio que existió en Rosario. Eso fue antes de que el viejo Pago de los Arroyos ascendiera al estatus de ciudad. La investigación comenzó el año pasado. Así pudo determinarse dónde estaba aquel enterratorio, sus dimensiones y algunas particularidades. También, quiénes vivían en la hoy ciudad, cómo y quienes fueron enterrados allí. Ubicación del segundo cementerio de Rosario No se hallaron restos óseos, pero sí mucha historia. Martín Prat contó pormenores de la investigación. Integra el Centro de Estudios de Arqueología Histórica (CEAH-UNR), el Museo Itinerante De Arqueología Rosarino (MIDAR) y el Centro de Estudios Genealógicos e Históricos de Rosario (CEGeHR). Martin Prat- Foto: Juan José García El primer cementerio de Rosario estaba cerca de la Catedral. Aquel camposanto cerró por colapso: ya no cabía un cuerpo más. En 1810, entonces, se creó este segundo cementerio. ¿Dónde?: en lo que hoy es la Isla de los Inventos (tríptico de la Infancia de la Municipalidad de Rosario). Allí funcionó hasta 1856, cuando se abrió El Salvador. Muchos de los cuerpos que estaban en lo que fue la estación del Ferrocarril Central Argentino se trasladaron a este tercer camposanto. No cualesquiera: aquellos cuyos deudos pudieron pagar el traslado. Sobre el terreno y entre documentos El equipo de investigadores del Centro de Estudios de Arqueología Histórica, además de Prat, trabajan Gustavo Fernetti, Mariana Algrain, Maria Fernanda Bruzzoni, Daniela Azar, Gisela Cardozo Anibal Piaserico y Malvina Cardinali. Son los que indagaron en el terreno, bastante modificado con el correr de los años, y hurgaron en los documentos. Prat basa sus trabajos en el libro de asientos de la Catedral. Ahí quedó registrado que el 15 de abril de 1810 se inauguró el segundo cementerio. Portada del Libro 3 de muertos 1804-1824 Fueron 46 años. Los estudios de Prat, se centran en el Libro 3 de muertos hasta 1824. Luego hay un agujero histórico de cuatro años, porque se extravió el libro donde se anotaron las inhumaciones realizadas entre 1824 y 1828. Y aún resta investigar los archivos que van de ese año a 1856. Se analizaron 1300 entierros y falta revisar otros 5000 asientos aproximadamente. Sin precisiones, así y todo hay una estimación: un total de 6300 entierros en esas cuatro décadas y media. Y variados: desde soldados Patricios hasta esclavos. El portón de madera con candado Se pudo saber que aquel cementerio tenía un portón de madera con un candado. “El portón con candado surge de dos fuentes: del libro la Iglesia y de Héctor González Day quién toma los datos del libro de la Iglesia y los expone en su propio libro. “En algunos artículos, menciona que había un candado y en otro, que necesitaban maderas para reparar el portón, con lo que se entiende que el portón era de dicho material”, abunda el antropólogo. Determinar la ubicación de ese segundo cementerio requirió también un estudio. Los históricos, confeccionados por los agrimensores Raimundo Pratt y Nicolás Grondona en 1856, son los que más se ajustan a lo que se supone fue aquel predio, su posición frente al poblado y sus dimensiones. Cuándo no hubo más espacio El que haya existido el segundo cementerio, sin nombre, fue consecuencia de la falta de espacio en La Catedral. El sistema enterratorio era conocido como Lance: entierro de los cuerpos en hileras, superpuestas o no, dentro de la Iglesia, petril, pórtico o en las adyacencias(camposanto) La disposición de los cuerpos, jerárquica, estaba sujeta a la cantidad de dinero que se pagaba a la Iglesia para el entierro. Prat hace la salvedad de que en aquel tiempo lo que había que tener en cuenta era cuánta gente pudiente había y cuántos pobres. Para 1806, se estima que se hizo un osario común en lo que hoy es el Pasaje Juramento. “Este osario común no funcionaba para nuevas muertes, sino que a medida que colapsaban los lances, se trasladaban los cuerpos al osario”, detalló Martín. Por cuestiones de salubridad, ante la cantidad de muertos hubo que cerrar aquel cementerio y abrir uno nuevo. Camposanto con diferentes niveles Hacia 1810, el nuevo cementerio tenía dos niveles: uno superior y otro inferior. Con diferentes costos de entierro según la zona. No se trataba de una meseta sino de profundidad en el plano y lo ejemplifica con la siguiente frase: “En definitiva es casi lo que se ve en todos los cementerios de pueblo: al entrar y calle principal están los panteones (superior) y despues empiezan las galerías de nichos y las parcelas de tierra (inferior)”. En el transcurso de 20 años, hay registro de solo 91 entierros en la parte superior, mientras que en la parte inferior se anotaron más de 1200. “Dentro de esos 1200 muertos, un 7% estaba enterrado en la parte superior, mientras que un 87% en el sector inferior, mientras que un 5% restante no indica dónde están”, grafica. Dibujo sobre la hipótesis de la ubicación y disposición del cementerio Los niños “Otra cosa que pudimos determinar, y es chocante, es la muerte por edades. El 62% eran niños, porque la mortalidad infantil era altísima”, dijo. Otro dato le suma dramatismo: eran pequeños de entre 0 y 3 años. Esclavitud de Rosario En algunos registros señalan muerto adulto de 10 años, con lo que surge la idea de esclavitud. Hay registros explícitos donde señalan: niña de 5 años esclava de Tiburcio Benegas. Prat recuerda que la Asamblea del Año XIII sanciona la libertad de vientres en febrero de aquel año. Aquel decreto declaraba que todos los hijos de madres esclavas nacidos a partir de esa fecha serían libres. Esta medida fue un paso crucial hacia la abolición de la esclavitud, aunque los nacidos libres quedaron bajo un régimen especial de patronato y debían servir a sus amos hasta los 15 años. “El caso de los esclavos estaban marcados en los registros y además figuraba si eran mulatos o negros”, contó Prat y agregó que también había registro de los indios fallecidos. No eran considerados esclavos, pero sí diferenciados como de otra etnia. “El esclavo tenía la particularidad de no tener apellido o tener el de su amo”, añadió. Patricios del regimiento de Belgrano “Había entierros de solemnidad, que eran entierros que se realizaban de forma gratuita, al igual que los dementes y las personas longevas (uno de los entierros detalla que la persona tenía 108 años, aunque a veces el dato numérico se basaba en la imagen del cadáver). Esos entierros solemnes se aplican a 5 entierros de soldados. Cuatro en 1812 y uno en 1816 que corresponden a las compañías 1, 2 y 5 del regimiento de Patricios de Belgrano. “Indudablemente vinieron con Manuel Belgrano”, ratifica. Pedro Tuella enterrado en el segundo cementerio Un enterrado ilustre. El historiador y periodista Pedro Tuella falleció en 1814. “Hay registros históricos de Juan Álvarez según los cuales fue enterrado en el sector superior del cementerio, con una erogación de 100 pesos, cuando el más caro había sido de 32 pesos”, especifica Prat. Más muertes en verano Datos curiosos que se desprenden de la investigación es que hubo más muertes en meses de verano que invierno. Se trataría de enfermedades estacionales. Prat también repara en las condiciones de vida, dormían los ciudadanos de aquella época, que agua consumían, de dónde la sacaban, cómo la purificaban en torno a la contaminación del agua y las enfermedades que acarreaban.
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