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  • “Días eternos con peso sobre los ojos”: una mujer joven y un insomnio de años que tiene su porqué

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 10/10/2025 10:45

    El comienzo del libro impacta: “Me dio un cucharón para que jugara. Uno largo de madera. Supongo que lo hizo para poder tener unos minutos de tranquilidad. Para poder terminar de cocinar, ordenar, trabajar. Todo eso que hace una mujer después de las seis de la tarde cuando es madre, esposa, abogada, mujer. Nunca midió el peligro. Ella no es una persona negligente. Nunca lo fue. Es miedosa. Eso hace que tome precauciones en exceso, pero todos podemos fallar”. Mi insomnio Por Victoria Luka eBook Gratis Descargar Ya sabemos: algo malo va a pasar. Está cantado: “Seguí jugando con el cucharón, hasta que no jugué más. Mamá escuchó mis gritos y mi llanto. Entró corriendo a la cocina y me vio. Estaba sumergida en el aceite hirviendo de los chiquenitos de la sartén. Hoy serían patitas de pollo de Granja del Sol. Aunque para mi familia siempre serán chiquenitos. No recuerdo qué marca era la que los vendía. Tampoco importa”. Llamaron al padre a la oficina, llegó volando, bajó con la nena en brazos, once pisos. “Lo que pasó después, no lo recuerdo con claridad. Tengo la suerte de no recordar nada de lo sucedido. Me lo contaron, una y otra vez. Los recuerdos no son fidedignos.” Victoria Luka no se acuerda, pero sí sabe algo: a continuación llegaron las pesadillas. Y la cirugía: “Por suerte solo la necesitaba en el cuero cabelludo. Fue lo único que quedó realmente dañado. Mi cara se salvó porque la tapé con mi mano izquierda”. Y después, el insomnio. Victoria Luka escribió un libro, Mi insomnio, que se puede descargar gratuitamente desde Bajalibros hasta el próximo 19 de octubre. Allí aparecen frases como estas: “5.30 de la mañana. Sigo despierta. Silencio absoluto. No me vuelvo a dormir”. O: “Escucho el zumbido de un mosquito en mi oído y me despierto”. Y también: “Empiezo a pensar cuándo volveré a dormirme. Pensarlo lo hace peor. Hace que no vaya a suceder”. Y: “Solo dormí cuatro horas corridas y sé que no va a ser fácil volver a dormirme. Me doy vuelta y veo que estoy sola. Me invade el pánico. No me gusta estar sola en la cama grande”. Insomnio: un problema que repercute en la vida entera. (Freepik) Victoria Luka nació en Buenos Aires en 1985 y es arquitecta. Y a los dos años se quemó con aceite, ya sabemos. Aprendió a vivir, a enamorarse, a criar a sus chicos con insomnio, con ese martilleo noche tras noche. Lo cuenta todo en este libro. Aquí, en primera persona, cómo fue que llegó a escribirlo. “Fue un descargo y una liberación” Por Victoria Luka Era abril cuando amanecí con un mensaje de whatsapp de Carolina. Eran tres prints de pantalla. Las fotos me mostraban tres talleres diferentes de escritura. Tres posibilidades diferentes. Tres propuestas diferentes. La nota que las acompañaba decía “Ya no tenés excusa, tenés tiempo de sobra”. Era 2020 y nos encontrábamos encerrados por la pandemia hacía ya casi un mes. Yo había escrito durante toda mi vida. Siempre en privado, en mi intimidad. Siempre para mí, con el deseo escondido de que alguien, alguna vez, pudiera leer algo. Al principio diarios íntimos que al día de hoy me generan algo de ternura. Con el tiempo, se fueron convirtiendo en pensamientos y, luego, en reflexiones. Es cierto, siempre tenía una excusa para evitar darle un contexto real a lo que escribía. Nunca había tiempo para tomar esa clase que pudiera darle forma a todo lo que quería escribir. Y era paradójico, porque el sueño del libro se gestaba en mi cabeza desde la primera vez que agarré una lapicera y empecé a escribir. Y, aun así, nunca me había permitido tener ese tiempo, ya de adulta, para escribirlo. A veces ese sueño iba acompañado del pensamiento de que, algún día, alguien encontrara esos diarios íntimos y decidiera publicarlos. Simplemente porque sí. Los libros de la Biblioteca Leamos: grandes títulos y muchos, gratis. Entonces, decidí hacer caso al mensaje y averiguar. Elegí una de las tres fotos, todavía no sé por qué y comencé. El taller fue solo una excusa. Las primeras clases se sintieron raras. Leer lo que nos pedían que escribiéramos a través de una pantalla a completos desconocidos se me hacía difícil. Desnudarse por completo en palabras era más difícil de lo que había imaginado o esperado. Después de unas cuantas consignas, logré apropiarme del espacio. Logré amigarme con la idea de empezar a escribir en una pantalla y no depender siempre del papel y la lapicera. Aunque, todavía hoy, extraño la tinta y, cada tanto, vuelvo a retomarla para escribir con mayor libertad y pasión. Así, nació la primera parte del libro. Una consigna que decidí no seguir al pie de la letra; una noche de mal sueño y mucho insomnio; horas de eternos pensamientos en la vigilia y el deseo de vomitar absolutamente todo lo que mi mente elucubrara. A esa primera, se sucedieron varias consignas apropiadas o desechadas. También, muchas noches de insomnio y espirales de pensamientos en las que no lograba nunca llegar a la salida. Avanzar para volver a retroceder en la oscuridad de la noche. Victoria Luka y un trabajo profundo sobre el insomnio. Mi insomnio se convirtió en el elemento disparador para mi primer libro. Y mi primer libro se convirtió en una suerte de descargo y liberación para mi insomnio. Las noches pasaron a ser parte de mi arte. Para quienes sufrimos de insomnio un segundo puede durar años y en esos momentos las ideas se vuelven torrentes de energía. De esa forma, cada una daba lugar a otra, que juntas daban lugar a una nueva historia. Del zumbar de un mosquito podía viajar a mi infancia y recordar todos los ruidos que podían aterrarme en el oscuridad de la noche. De la luz tenue que puede entrar por una hendija de la persiana, armaba historias de personas con las sombras que se generaban. El grito de mis hijos; mis sueños y los de ellos; el compartir de una cama; el ruido de los colectivos que llevan a alguien a trabajar a la madrugada. Todo se convirtió en literatura. Todo era poesía para mi mano. Me dediqué durante dos años a plasmar todo lo que ocurría en esas noches de insomnio. Y también, agregué aquellos días que se habían vuelto oscuros por no haber descansado. Días eternos con peso sobre los ojos. Luces que se volvían fuego para pupila que sólo quería permanecer oculta por el párpado. Días en los que cuesta trabajar y también ser madre, todo al mismo tiempo. Días que se habían vuelto pura oscuridad, igual que la noche. Mis luces y mis sombras comenzaban a jugar en mi favor para el desarrollo del libro. Se convirtió en una suerte de diario íntimo como los de pequeña pero con correcciones de por medio a través del taller, lecturas en voz alta, opiniones de compañeros escritores. Y, por qué no y como siempre en la escritura, algo de ficción y exageración. De esa forma, nacieron, primero, relatos cortos. Partes cortas. Cada una, una historia en sí misma. Un pequeño relato con principio y final que funcionaba perfectamente como un todo. Partes que solas no necesitaban de nada más, pero que juntas, se enriquecían entre ellas para formar un relato completo y abrumador. El libro nace en la noche, en la oscuridad, en ese momento casi desconocido en el que no sabemos por qué no podemos dormir. Nace de las luces y las sombras que recorremos a lo largo de la noche mientras no dormimos pero vigilamos. Nace de ideas sin filtrar, de pensamientos que no tienen freno y que tampoco lo buscan, no quieren que los detengan. Mi insomnio es la reflexión más sincera y cruda de la vigilia de quien escribiera.

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