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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 09/10/2025 05:01
John Lennon y Yoko Ono, figuras centrales en la marcha por la paz y contra la guerra de Vietnam en Trafalgar Square, Londres, el 22 de enero de 1971 9 de octubre de 1940. Quizás los primeros llantos de John Winston Lennon quedaron ahogados por los aullidos de las sirenas antiaéreas y el temor constante a las bombas que acechaban Liverpool, mientras el ejército nazi avanzaba sobre Europa. El Reino Unido ya sufría los estragos de la Segunda Guerra Mundial. Al frente del gobierno, Winston Churchill lideraba a una nación asediada, que resistía bajo los incesantes bombardeos que estremecían ciudades enteras. En ese escenario de miedo y resistencia nació un niño destinado a desafiar las reglas, a ponerle melodía a la rebeldía y a transformar para siempre la forma en que el mundo entendería la música, la política y la esperanza. Hijo de un tiempo convulsionado, se convirtió en el hombre que nunca temió pronunciarse contra el statu quo, especialmente en su etapa solista, cuando cantó a favor de las revoluciones sociales, de la clase trabajadora y de las mujeres; el que dejó una exquisita composición de esperanza considerada el himno mundial por la paz, Imagine. Líder y creador de The Beatles, epicentro de la música de los años sesenta en adelante, Lennon cambió para siempre el curso de la cultura popular. De su vida se sabe casi todo: su madre, Julia, lo dejó al cuidado de su tía Mimi cuando era apenas un niño; el sistema educativo británico de los 50 lo consideraba un chico con “problemas de conducta”. Pero en aquellas tardes de adolescencia encontró refugio en el arte: dibujaba, tocaba la guitarra y soñaba con algo más grande que Liverpool. A comienzos de los años 60 formó su primera banda, The Quarrymen, que poco después sumó nuevos integrantes y se convirtió en The Beatles. Lo que siguió fue una revolución que aún resuena: Lennon y Paul McCartney, junto a George Harrison y Ringo Starr, crearon un sonido que redefinió la música y el espíritu de las siguientes generaciones. Ringo, John, Paul y George, en el inicio de la última etapa de The Beatles, posan en un Rolls-Royce blanco durante una sesión de fotos en la finca de Harrison, en 1967 En 1962 se casó con Cynthia Powell, madre de su primer hijo, Julian. Cuatro años más tarde conoció a Yoko Ono, artista conceptual y compañera en su búsqueda creativa y política. Su unión fue tan provocadora como simbólica: durante la luna de miel protagonizaron la famosa “Bed-In for Peace” en el Hotel Hilton de Ámsterdam, una protesta pacífica contra la guerra de Vietnam que dio la vuelta al mundo. Ya instalados en Nueva York, Lennon se encontró con él mismo y se transformó en un activista visible e incómodo. Desde allí alentó a los trabajadores a reclamar sus derechos, apoyó las causas feministas y denunció las injusticias del poder. Su voz —tan política como poética— inspiraba a multitudes y desafiaba a gobiernos. En 1975 nació Sean, su segundo hijo, fruto de su amor con Yoko. Lennon decidió entonces bajar el ritmo, retirarse del escenario público y dedicarse por completo a ser padre, un rol que antes no había podido ejercer plenamente. Cinco años después, cuando regresaba a la música con nuevos proyectos y una renovada energía, el destino le tendió una emboscada. El 8 de diciembre de 1980, en la puerta del edificio donde vivía, el Dakota, a metros de Central Park, cuatro disparos lo silenciaron para siempre. Fotograma de archivo cedido por el Servicio Público de Radiofusión (PBS) donde aparecen John Lennon y Yoko Ono posando en Nueva York, durante una escena del documental Lennon NYC de la serie American Masters transmitida el 9 de octubre de 2020.EFE/PBS Nueva York, la ciudad donde se reinventó Cansado del asedio de la prensa británica y del resentimiento que aún le reprochaba haber puesto fin a los Beatles —y, sobre todo, su relación con Yoko—, John Lennon soñaba con un lugar donde pudiera ser simplemente él. Lo encontró en Nueva York, la metrópolis que respiraba arte, disidencia y renovación. La pareja llegó en 1971, y pronto descubrió que la ciudad más que un refugio, era un espacio de creación. Desde su departamento en el edificio Dakota, Lennon componía, dibujaba y se sumergía en una efervescencia cultural que lo inspiraba a pensar la música desde otro lugar. “Nueva York se convirtió en parte de lo que John y yo éramos”, recordaría Ono décadas después. “No podríamos haber existido de la misma manera en ningún otro sitio”, aseguró. En aquellos años, Lennon dejó de cantar para el aplauso y empezó a cantar para la conciencia de una sociedad nuevamente convulsionada. Se involucró en causas sociales, se pronunció contra la guerra y a favor de los derechos civiles, del feminismo y de la paz. Sus himnos de protesta y esperanza —más ásperos, más sinceros— lo transformaron en un artista incómodo para el poder: el gobierno de Richard Nixon intentó deportarlo por su activismo y por su cercanía con los movimientos pacifistas. El mismo día que celebró sus 35 años, nació su segundo hijo, Sean, fruto de su amor con Yoko. Durante cinco años se alejó de los escenarios para dedicarse al arte, su otra gran pasión, y a la paternidad. “Lo más importante para mí era estar con él mientras crecía; no quería perderme la infancia de mi hijo. Estuve allí cada día y no permití que ninguna niñera interfiriera en nuestro vínculo. Cuando él estaba enfermo, yo estaba con él”, dijo en varias entrevistas que cuestionarios su ausencia artística. Cuando volvió a grabar, con el álbum Double Fantasy, parecía renacer. Pero el destino le jugó su última ironía: el 8 de diciembre de 1980 fue asesinado frente al edificio que había sido su refugio. La historia cuenta que fue un fanático, pero él ya había dicho que se sentía amenazado. “Si me pasa algo, no será un accidente”. Desde entonces, Nueva York lo recuerda cada año como uno de los suyos, en Strawberry Fields, ese rincón de Central Park que hoy es santuario y silencio, donde aún se escucha, en eco, su voz imaginando un mundo mejor. "Watching The Wheels", el tema en que John Lennon reflexiona sobre su retiro de la vida pública y la búsqueda de paz personal. Es uno de los temas más representativos de su etapa final. Canciones imprescindibles Lennon no solo revolucionó la música: la convirtió en su voz política, en su diario íntimo y en su forma de explicar el mundo. En sus letras convivieron el amor y la furia, la ternura y la denuncia, el arte y la revolución. Cada tema fue una declaración de principios que aún resuena con una verdad incómoda y necesaria. En 1971 escribió Imagine, su plegaria más universal. La compuso en Nueva York, inspirado por los poemas de Yoko, cuando el planeta aún sangraba por la guerra de Vietnam. Su melodía, tan sencilla como eterna, propuso una utopía posible: un mundo sin fronteras, sin religiones que dividan, sin poder que oprima. Más de medio siglo después sigue siendo un himno pacifista. Pero no fue el único que dejó sino apenas la puerta de entrada a un universo donde Lennon se desnudó por completo —como artista, como hombre y como ideólogo de una generación que todavía lo escucha. Estas cinco obras lo desnudan en todas sus dimensiones: Revolution (1968), el despertar político En plena ebullición, mientras el mundo ardía entre protestas, utopías y guerras, Lennon sintió que ya no bastaba con cantar al amor. Las calles de París y México se llenaban de estudiantes que desafiaban al poder; en Estados Unidos, el movimiento por los derechos civiles marchaba entre consignas y represión, y la guerra de Vietnam desgarraba la conciencia de toda una generación. En ese escenario de revueltas y sueños inconclusos, Revolution —lanzada como lado B de Hey Jude y luego incluida en el Álbum Blanco— marcó su viraje ideológico dentro de los Beatles y significó un grito eléctrico que interpelaba a la juventud sobre cómo cambiar el mundo sin perder el alma en el intento. En esa mezcla de distorsión y lucidez nació el Lennon político. Mother (1970), el desgarro emocional Cuando grabó Mother para el álbum Plastic Ono Band, Lennon no escribió una canción sino una catarsis. El niño abandonado hablaba por fin. Gritaba por su madre muerta, por su padre ausente, por todas las heridas que moldearon su rebeldía. No hay metáforas, hay dolor puro. Es el Lennon más humano, el que se atreve a desarmarse frente al mundo. Grabada en 1970, después de meses de terapia primal, esa voz quebrada fue también una forma de “exorcismo” y marcó el inicio de su nueva verdad artística, sin máscaras ni artificios. Desde entonces, ya no cantó para gustar; cantó para sanar. A diferencia de muchos artistas de su generación, Lennon asumió el riesgo de politizar su arte y su vida cotidiana. En 1972, participó del “Rally for Peace”, en Nueva York Working Class Hero (1970), la voz de los invisibles Esta canción es una genialidad ácida en la que Lennon desnuda al sistema y sus trampas: critica al capitalismo, al conformismo social y a una educación diseñada para domesticar en lugar de liberar. Con apenas una guitarra acústica y una voz limpia que roza la rabia contenida, construye un retrato implacable de la clase trabajadora. En el estribillo, su mantra se vuelve consigna: “Un héroe de la clase trabajadora es algo para ser”, y cierra con un desafío: “Si quieres ser un héroe, sígueme”. Grabada en 1970 para el álbum John Lennon/Plastic Ono Band, lo muestra despojado, sin artificios ni arreglos. Como las grandes canciones de resistencia de los años setenta, no solo denuncia: interpela. Pero también es una confesión de clase, la del chico de Liverpool que nunca olvidó de dónde venía. Woman Is the Nigger of the World (1972), la revolución feminista Junto a Yoko, Lennon desafió no solo al poder, sino también a los prejuicios. El título —tomado de una frase de Ono— desató censuras, pero el mensaje era claro: la mujer era el ser más oprimido del planeta. En una época en que pocos hombres se atrevían a hablar de feminismo, Lennon usó su voz y su fama para amplificar el reclamo de igualdad. Fue su gesto más valiente. Watching the Wheels (1980), la paz interior Lanzada de manera postuma en 1981 como parte del álbum Double Fantasy, Watching the Wheels es una de las canciones más íntimas y confesionales de Lennon. Luego de esos cinco años alejado de la vida pública y la industria musical, dedicándose a la crianza de Sean y a la vida familiar, plasmó en esta canción su serenidad y aceptación frente a quienes no comprendían su decisión de abandonar el estrellato. En el segundo verso, su reflexión remite al Mito de la caverna, de Platón, sugiriendo que quienes se apartan del sistema pueden percibir la realidad desde otra perspectiva, aunque sean incomprendidos por quienes permanecen atrapados en la rutina. Musicalmente, refleja la paz interior que alcanzó en esta etapa final de su vida, simbolizando al hombre que ya no necesitaba gritar para ser escuchado y que encontró en la calma una forma profunda de revolución. John Lennon se dibuja junto a Yoko Ono rodeados por la prensa durante el "Bed-Ins for Peace" que realizaron el 26 de mayo de 1969 contra la guerra de Vietman El otro Lennon Antes de conquistar el mundo con una guitarra, soñó con hacerlo a través de un lápiz. Su primer amor fue el dibujo, un lenguaje que lo acompañó toda la vida. De niño, alentado por su tío George, llenaba cuadernos con personajes absurdos y escenas cotidianas, y en la adolescencia estudió en el Liverpool College of Art, donde la ironía y el humor negro ya eran parte de su trazo. No llegó a graduarse (fue expulsado un año antes), pero esa experiencia moldeó al Lennon visual, al observador agudo, el que veía el mundo con sarcasmo y ternura. Aun en los años más vertiginosos de los Beatles, Lennon nunca dejó de dibujar. Entre giras y hoteles, encontraba en el papel una forma de desconectarse de la fama. En 1964, alentado por el periodista Michael Braun, juntó algunos de sus cuadernos escolares y bocetos recientes. Así nació “In His Own Write”, un libro de cuentos breves, poemas e ilustraciones con el humor absurdo y la inventiva verbal que lo caracterizaban. Fue un éxito inmediato. Al año siguiente publicó “A Spaniard in the Works”, otra muestra de su humor surrealista, tan británico como punk antes del punk. Uno de los tantos autorretratos que pintó. El más conocido fue la figura que ilustró la tapa de la película "Imagine" Aunque su editor le pidió un tercer libro, Lennon se negó. Años más tarde, ya en Nueva York y mientras paternaba a Sean, volvió a escribir y dibujar con otra sensibilidad. De ese impulso surgió Skywriting by Word of Mouth (Caligrafía en el aire), publicado en 1986: era una suerte de diario íntimo donde reflexiona sobre su vida, la fama y el paso del tiempo. Luego llegaron otros volúmenes que revelaron su costado más tierno: Ai: Japan Through John Lennon’s Eyes (Ai: Japón a través de los ojos de John Lennon) y Real Love: The Drawings for Sean (Amor real: Los dibujos para Sean), con bocetos dedicados a su segundo hijo. Su universo gráfico —lleno de líneas simples, humor y calidez— mostró siempre la misma búsqueda que su música: la libertad. Dibujó también la tapa de su disco Walls and Bridges (1974) con un diseño que había hecho a los once años; años después, Ono eligió otros dibujos para ilustrar Anthology (1995), una gran colección póstuma de su obra. En 2014, una subasta confirmó su valor artístico: manuscritos, acuarelas y bocetos alcanzaron cifras récord. En total, pagaron 2.100.000 euros por varias de sus obras, entre ellas, The Fat Budgie, The Wumberlog (or the Magic Dog) y Oh Dear Sheep, piezas que revelan al Lennon más lúdico, tan comprometido con el trazo como con la melodía. Lennon nunca dejó de crear. Cuando no componía, dibujaba; cuando no escribía, observaba. En esas líneas rápidas y en esos cuentos delirantes hay tanto de él como en sus canciones: humor, rebeldía y una ternura que, incluso en el absurdo, todavía emociona. 2021. Flores y mensajes en homenaje a John Lennon, junto al mosaico Imagine en el Central Park (REUTERS/Caitlin Ochs) Diez frases para recordarlo “La vida es lo que sucede mientras estás ocupado haciendo otros planes”. “Imagina a toda la gente viviendo en paz”. “Un sueño que sueñas solo es solo un sueño. Un sueño que sueñas con alguien es una realidad”. “Todo estará bien al final. Si no está bien, no es el final”. “Nos hicieron creer que el amor verdadero solo sucede una vez, generalmente antes de los 30 años. No nos dijeron que el amor no es algo que se da, sino que se construye”. “Creo en Dios, pero no como una cosa, no como un hombre en el cielo. Creo que lo que la gente llama Dios está dentro de todos nosotros”. “No necesitas a nadie para decirte quién eres o lo que eres. Eres lo que eres”. “Vivimos en un mundo donde nos escondemos para hacer el amor, mientras la violencia se practica a plena luz del día”. “El amor es la respuesta, y lo sabes con seguridad; el amor es una flor, tienes que dejarla crecer”. “Cuando no puedo cantar mi corazón, solo puedo decir lo que pienso”.
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