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Concordia » Diario Del Sur Digital
Fecha: 03/10/2025 13:00
De aliados a estorbos: el intendente que colecciona organigramas y enemigos. En Concordia, parece que el intendente Francisco Azcue encontró su verdadera pasión: no es la gestión, no es la obra pública, ni hablar de los servicios… es cambiar la orgánica municipal cada tres meses. Como si fuera un entretenimiento, un reality show interno, el municipio ya va por la quinta orgánica en menos de un año y medio. Todo un récord Guinness de improvisación. El concejal Sastre, al que en los pasillos ya le dicen “Marley” porque vive más de viaje que en la ciudad, se disculpó —otra vez— por tantos cambios y prometió que ahora sí esta orgánica va a mejorar todo. Claro, como las cuatro anteriores. Lo más pintoresco se dio en la sesión: Satalía le dijo directamente a Dell Olio, Secretario de Gobierno, que lo estaban dejando sin nada, recordándole que ya en la orgánica anterior le habían sacado direcciones claves y que ahora le quitaron cuatro más, todas entregadas al nuevo “superministro” de Azcue, el contador Ferreyra. Ferreyra, que ya se había quedado con áreas clave como Informática y Recursos Humanos, ahora suma otras joyitas: Financiamiento y Datos Abiertos, Atención Ciudadana, Innovación y Economía del Conocimiento e Infraestructura de Datos Espaciales. Áreas rimbombantes, modernas, pero de dudosa utilidad para el vecino que no tiene recolección de basura o calles en condiciones. Parece que el intendente y Ferreyra se enamoraron de la innovación y la inteligencia artificial, convencidos de que con un par de algoritmos y “datos abiertos” van a tapar los pozos, juntar la basura y arreglar el alumbrado. Con este nuevo enroque, Ferreyra maneja una subsecretaría y 14 direcciones, todo un gabinete paralelo. Y no lo hace solo: lo acompaña un ejército de 12 contadores importados de afuera y el asesor estrella Quetglas, diputado bonaerense, que vino a explicar cómo “reformar el Estado” en Concordia. Una especie de Sturzenegger de cabotaje. Con tanto poder concentrado, ya en los pasillos bromean que Ferreyra no es más contador… ya directamente parece el “CEO de Concordia S.A.”, porque a este ritmo el único cargo que le falta quedarse es el de intendente. ¿Y los socios políticos? Bien, gracias. Primero Azcue el año pasado desplazó a los hombres del PRO, ni más ni menos que a Caminal, y ahora la emprendió contra los laderos del diputado López. Del Olio ya quedó pintado con pocas funciones, y López, que era secretario de Obras y Servicios Públicos, vio su poder reducido: le partieron la secretaría en dos y le encajaron la parte de Servicios Públicos, la más conflictiva y problemática del municipio. Una manera elegante de serrucharle la rama. Y como si fuera poco, en el corralón y en el taller municipal los muchachos ya lo están esperando con los brazos abiertos… porque saben que todo lo que ahí no funciona, ahora va a llevar su firma. En resumen: los grandes perdedores son Luciano Del Olio y Alejandro López, dos alfiles políticos que Azcue acaba de dejar sin tablero. Como Milei a nivel nacional, el intendente copia la receta de ir devorando aliados hasta quedarse solo. Claro que Milei ya empezó a pagar caro esa jugada, y en Concordia se empieza a ver la misma película: Azcue va echando aliados, pero también se va quedando cada vez más aislado. Mientras tanto, la ciudad sigue sin gestión, sin rumbo y con un intendente entretenido en sus pasatiempos internos. Como dijeron desde la oposición: puro humo, cero gestión. Y para que nada falte en esta tragicomedia local, el Concejo Deliberante —en manos de la legendaria presidenta Reta de Urquiza— acaba de aprobar una ordenanza creando 88 cargos jerárquicos. Toda una verdadera ingeniería administrativa de cómo justificar… la nada misma. Y según los mentideros de pasillo municipal, el capítulo que se viene podría ser aún más jugoso: si Azcue pierde en Concordia en las próximas elecciones, tanto Del Olio como López presentarían su renuncia. Sería el bingo perfecto para el “gringo” Azcue: quedarse sin aliados, pero con la ciudad hecha un desorden. En definitiva, como diría el dicho: más vale solo que mal acompañado.
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