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  • Rescate emotivo: la historia de la lomitería que abrió en 1966 y recibió a Pelé y a Fangio

    » La voz

    Fecha: 03/10/2025 04:37

    Gabriela Moritz nos recibe en su casa para contarnos la historia de Los Lomitos, la emblemática lomitería que fundó su marido César Mario “Toto” Di Pinto. Por la fecha de fundación, indefectiblemente estaríamos hablando tal vez de la primera lomitería oficial de Córdoba. Hoy Gabi tiene 85 años y sus recuerdos llegan con nostalgia, con alegría pero también con tristeza, por el final que tuvo que soportar el local de Rafael Núñez, a metros de donde se encuentra hoy La Mujer Urbana. Archivo de la familia del creador de Los Lomitos, la primera lomitería de Córdoba que funcionó desde 1966 hasta 2000. Como muchos otros comerciantes de la zona, Los Lomitos tuvo que cerrar sus puertas en el año 2000 por la obra del nudo vial 14, cuando Rubén Martí era intendente de la ciudad. En una carpeta guarda los recuerdos de lo que fue la época de esplendor de un negocio que durante muchos años marcó el pulso gastronómico de la zona noroeste de la ciudad. Si hasta el mismísimo “Rey” Pelé pasó a probar el sándwich más cordobés en una de sus visitas con el club Santos de Brasil, cuando llegó a Córdoba a jugar amistosos contra el Club Atlético Talleres. Archivo de la familia del creador de Los Lomitos, la primera lomitería de Córdoba que funcionó desde 1966 hasta 2000. La apertura Los Lomitos abrió el 18 de diciembre de 1966. Según recuerda Gabriela, su marido dejó las plantaciones de tomate en Jujuy y la concesionaria de autos de su familia, y ella hizo lo mismo con el ballet oficial del teatro San Martín. “Estábamos tomando un café en el frente de la seccional 14 y veíamos que un amigo vendía su quiosco de madera en un terreno que era bien grande. Se lo compró y apenas pudo colgó un pasacalles que decía ‘Lomitos al paso’”. –¿Tenían mesas, sillas? –Nada. Era literalmente “al paso”. La gente los buscaba o le dábamos una tabla de madera para que lo cimiera en el auto. El local estaba donde ahora está Aceros Johnson. Lo montó como pudo con una plata que le prestó el padre. Alquiló el terreno, compró el quiosco y largó en 1966 vendiendo lomitos. Apenas pudo le hizo un baño. –¿Después compraron el terreno? –Sí, el dueño no lo quería vender. Era de Buenos Aires y con César fuimos a tomar el tren para visitarlo, plata en mano, y convencerlo. Lo logramos y ahí llamamos al arquitecto Esteban Campra para que nos diseñara un buen local. Y hasta diseñó un techo ensamblado. Tuvimos que parar el tránsito, me acuerdo. Ahí nació otra etapa del negocio. Sacamos créditos, vendimos la casa, nos asociamos, hicimos de todo. Y agrandamos. Archivo de la familia del creador de Los Lomitos, la primera lomitería de Córdoba que funcionó desde 1966 hasta 2000. Consultado al respecto, el arquitecto Esteban Campra recuerda: “Los conocí yendo a comer con el auto y después lo llamaron para el proyecto de ampliación, que fue en 1973. Había que hacer un salón con mucho espacio exterior para disfrutar en el verano y también un sector con hogar a leña para que la gente se sentara alrededor del fuego en invierno. Una barra de madera hermosa, me acuerdo. Muchos lindos recuerdos tengo de Los Lomitos. En 1978, vimos la final del Mundial ahí, después de comer unos buenos lomitos con todos los amigos”. “Di Pinto y Campra se hicieron muy amigos. Hasta fueron padrinos de sus hijos e hijas”, cuenta Gabriela. Archivo de la familia del creador de Los Lomitos, la primera lomitería de Córdoba que funcionó desde 1966 hasta 2000. “Chivito” uruguayo Tal vez el antecedente que tuvo César antes de abrir fue el “chivito uruguayo”. En un recorte de la revista Claudia que Gabi conserva, se ve una publicidad grabada en su local, y se llega a leer “chivitos” además de “wafles” y “hamburguesas” entre las ofertas. “Les puso chivitos a unos lomitos que salían con otro pan, no el francés. Era un pan parecido al de las hamburguesas que nos hacía un panadero a pedido”, explica Gabi. Archivo de la familia del creador de Los Lomitos, la primera lomitería de Córdoba que funcionó desde 1966 hasta 2000. –¿Cuántos lomitos hacían por día? –Muchos, una locura. Entraban 180 personas sentadas y hacíamos recambio varias veces por día, y más los fines de semana. Acá venía todo el mundo. Tengo una foto de Pelé con los empleados; una vez vino el sindicalista Atilio López, con custodios armados, me acuerdo; andaban por los techos, hicieron cerrar el local para que comiera tranquilo. Pero “Toto” se puso chocho cuando vino Fangio, no lo podía creer. Siempre fue muy “fierrero”. –¿Y tan buenos eran?, ¿cómo los preparaban? –Los clásicos eran de pan francés, carne, mayonesa con ajo y limón, tomate, lechuga, jamón, queso. Nada raro. Salían con papas rejilla. Después empezaron las variedades en rellenos y en tamaños. En esta carta vemos unos que se llamaban “compacto”, “monumental”, “full”, “tutti”. Hasta con palmitos hacíamos. Yo, la verdad, desde que cerramos, nunca más comí un lomito. –¿Servían otros platos o sólo lomitos? –A veces no se conseguía carne, por problemas políticos o cosas así, y César inventó otros platos como el brochet, que le decían “fierrito”; también hamburguesas, y hasta wafles y pollo frito, porque teníamos unas recetas buenísimas gracias a una gran amiga norteamericana cuyos padres trabajaban en Kaiser. Fue toda una novedad en el momento, imaginate. Con el tiempo también sumamos lomitos de cerdo, de pollo, hasta pastas los días domingo. Época dorada En esos años, Los Lomitos fue un lugar de encuentro para la sociedad cordobesa. Fueron pasando los años y otras familias emprendían el camino del lomito como salida laboral. Lomitos 348 comienza en el parque Sarmiento en 1971 y abre su primer local en 1974; Chetapys se fundó en 1975; El Candil, en 1978; Betos, en 1983, y El Carro de Mario abrió en 1986. “La verdad es que trabajamos mucho durante muchos años, pero después todo terminó de una manera que nunca esperábamos”, repasa Gabriela. –¿Qué le pasó a “Toto”? –Y, nos agarró la obra del nudo, fueron tres años en los que no pudimos trabajar, en los que vivimos endeudados, tratando de mantener al personal. Mirá qué lindo dibujo que le hizo Cristóbal Reynoso (Crist) a César un año antes del cierre: “A Toto Di Pinto, por sus 33 años de sangre, sudor y mayonesa”. Mi marido entró en una gran depresión con todo esto, regaló todo el equipamiento gastronómico a un comedor comunitario de Villa Azalais. Acá está la nota de agradecimiento: “45 niños de escasos recursos se lo agradecen”, dice. También regaló mesas y sillas. La propiedad la vendió y pagó deudas, indemnizó a todo el mundo. En el mejor momento, llegamos a tener como 30 colaboradores. Pobre “Toto”. Hasta el día de hoy pasan a saludar ex empleados y me llaman para fechas especiales. Hicimos lo que pudimos con ese desastre. Después abrimos otros locales chiquitos, uno en Recta Martinoli y otro en Rafael Núñez, pero no pudimos, no era lo mismo. “Toto” murió en 2018. Palabra de especialista: Gabriel Kloner habla de Los Lomitos Productor todoterreno, e hijo de la inolvidable Ana María Alfaro, Kloner tiene palabras para aportar sobre aquel espacio en zona norte. “Hablar de la historia de Los lomitos es como hablar de la historia de un momento de la sociedad de Córdoba. Arrancaron con un quiosco, no tenían salón, no tenían nada, así que atendían directamente a los autos y eso fue la novedad: llegabas, venían, te ponían una bandeja que se calzaba en el vidrio”, dice. Luego agrega: “Entonces ahí te servían y tenían un lomito que era de una calidad superior, con pan francés. Otro dato eran las papas rejilla. Con los años fueron agrandando el lugar y en la década de 1980 fue el lugar de reunión de juventud y familia, era el lugar más concheto de la ciudad”. Y remata: “Ibas a comer un lomito y las chicas iban a desfilar con su mejor ropa; los muchachos, a ver si enganchaban algo. Era el lugar de moda”.

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