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  • Natalia Brumatti: “De Gualeguay a Montpellier: una vida entre dos orillas” 1ª Parte – Diario El Debate Pregón

    Gualeguay » Debate Pregon

    Fecha: 29/09/2025 22:55

    “Nací en Gualeguay, a orillas de un río que me enseñó desde temprano a mirar lejos. A los dieciocho años me fui a Rosario para estudiar Psicología en la Universidad Nacional de Rosario, y allí me quedé a trabajar en el Ministerio de Salud, dentro de equipos territoriales de salud mental. Eran años de mucho compromiso y esfuerzo, pero los viajes empezaban a ocupar un lugar cada vez más fuerte en mi vida. Foto en Madrid en el 2018 con mi madre que vino de visita para recorrer Europa Entre 2013 y 2016 aproveché cada respiro de vacaciones para explorar el continente: recorrí Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y, por supuesto, la Argentina. Descubrí que viajar no era solo un placer, sino también una forma de pensarse en el mundo y de entender otras culturas. En 2016 decidí que quería más que escapadas. Tramité una visa de trabajo y vacaciones para Francia, con la idea de quedarme un año. Como no sabía francés, primero llegué a Madrid: España me dio un idioma cercano y la posibilidad de recorrer sus ciudades. Allí comencé haciendo el Camino de Santiago, deseo pendiente antes de llegar a Europa. Semanas de caminata en soledad y a la vez en compañía de desconocidos que se volvían cómplices de ruta. Besançon, Francia, a unos pasos de donde era mi casa en el 2017 Durante mi estadía en Europa, y también explorando el norte de África, viajé sin prisa, descubriendo cada país a su tiempo. A lo largo de estos años recorrí España, Marruecos (un mes y medio de norte a sur), Alemania, Italia, Suiza, Bélgica, Países Bajos, Turquía, etc. Cada lugar me ofreció aprendizajes, desafíos y nuevas formas de mirar la vida. Europa y el norte de África se desplegaban ante mí como un tablero lleno de caminos por descubrir. Cuando llegué a Francia en el 2016 todas las ciudades me parecían encantadoras, pero el destino me llevó a Besançon, en el este, cerca de Suiza y Alemania. Entre montañas, ríos y lagos, me recordó a la Patagonia por sus paisajes y naturaleza, pero con quesos, vinos y castillos típicos de Francia. Costa catalana en España, los primeros meses de mi llegada a Europa en el 2016 Llegué sin saber francés y comencé desde cero: copiaba frases que escuchaba en la calle, estudiaba con un libro de ejercicios y pedía ayuda a amistades y a mi pareja francesa de ese momento. Cada conversación, cada trámite, era un desafío. Hoy hablo francés con fluidez, soy bilingüe, pero nunca olvido el largo camino que me llevó a integrarme completamente. En Besançon viví seis años. Descubrí la nieve, me volví fanática del senderismo y de la bicicleta. Lo que empezó como paseos cortos se transformó en viajes largos durante vacaciones: pedaleando por caminos rurales, pueblos de montaña y la costa, conocí una Francia que pocos turistas ven. En 2017 volví brevemente a Rosario para cerrar mi etapa en Argentina. Renuncié a mi trabajo en el Ministerio, dejé mi departamento y pedí ayuda a mi familia para organizar todo: vaciar el hogar que había sido mío, preparar maletas y documentos, y acompañarme en ese salto de fe hacia lo desconocido. La idea original era quedarme solo un año, pero me enamoré de Francia: su idioma, su cultura, su gastronomía, sus paisajes y su ritmo de vida me hicieron decidir instalarme definitivamente. Al mismo tiempo, Argentina seguía siendo un lugar que amaba y donde también me sentía en casa. Durante semanas reflexioné, evaluando qué camino tomar. Finalmente, después de meditar y escuchar mi propio deseo de aventura, tomé la decisión de renunciar a mi trabajo, dejarlo todo y mudarme definitivamente a Francia.” (Continuará)

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