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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 25/09/2025 02:32
La vida de Eva Perón, que duró apenas 33 años, cautivó al letrista Tim Rice apenas escuchó sobre ella Tim Rice, el inglés que compuso las letras de algunas de las obras musicales más importantes del planeta, iba escuchando la radio mientras manejaba su auto. Eran los primeros años de la década del 70 y algo, o todo, de la historia que contaban en la FM que solía escuchar lo cautivó. El locutor narraba, con épica y con detalle, la vida de Eva Perón. Esa mujer de la que hablaban en la radio había nacido en la pobreza y, sobre todo, en la vergüenza: pertenecía a la familia no reconocida por su padre. Había dejado el pueblo chico atrás y había conquistado la ciudad. Se había convertido en la mujer que partió en dos la historia de un país, desde el balcón en el que les hablaba a sus “descamisados”. Y había hecho todo eso rápido: un cáncer de cuello de útero la había matado cuando apenas tenía 33 años. Esa, más que todos los demás datos por aplastantes que fueran, fue la punta del ovillo del que empezó a tirar la imaginación de Rice. Eva había muerto a la misma edad que Jesucristo. Y Rice y su socio artístico, el compositor Andrew Lloyd Webber, acababan de revolucionar la escena teatral con su musical Jesucristo Superstar, que contaba la vida de ese hombre anónimo que había partido la historia de Occidente en dos y que había muerto tan joven. Eva Perón era, para Rice, la protagonista del musical que empezó a imaginar arriba de su auto y que se estrenó en Broadway hace exactamente 46 años. Una fuente de dudosa credibilidad Para saber más sobre esa mujer de la que Rice había escuchado en la radio, la dupla artística se nutrió especialmente de una fuente principal. Se trataba de la primera biografía de Eva que tuvo trascendencia, un retrato que, como supuestas fuentes, citaba rumores, trascendidos y ninguna voz concreta. Eva Perón se convirtió en una de las grandes protagonistas de la historia argentina a mediados del siglo XX (Archivo General de la Nación) El libro se llamaba nada menos que La mujer del látigo, publicado en 1952 fuera de la Argentina, durante el año de la muerte de Eva. Su autora, una anglo-argentina radicada desde los años 40 en Estados Unidos, primero firmó la obra como María Flores y luego reveló su verdadera identidad, Mary Main. Cuando la obra llegó al país, fue odiada por quienes adherían al peronismo, proscripto desde 1955 tras la autoproclamada Revolución Libertadora. Main partía del hecho de que Eva y sus hermanos fueran los hijos que Juan Duarte no reconocía como su familia. Sobre ese hecho, montó en su libro la teoría de que Evita había actuado durante su corta y potente vida con resentimiento y sed de revancha y venganza. En su intento de biografía, la autora nombró “rumores” de que, a través de la fundación que llevaba su nombre, Eva mandaba a mucamas que se presentaban a buscar trabajo a que espiaran en las casas de opositores al peronismo. De esa forma, decía Main, la Primera Dama podía conocer sus movimientos. La mujer del látigo cuenta también que Evita se ocupaba de clausurar los negocios en los que se hablaba mal de ella y, sobre todo, que las obras e inauguraciones en nombre de su fundación eran puro montaje para la foto, pero que después no había allí un servicio concreto a la comunidad, especialmente a las clases más bajas. Que los hospitales se inauguraban y después no atendían la salud de nadie. Según Main, el magnetismo entre los descamisados y Eva venía de la identificación entre sus seguidores y la propia historia de su líder, en quien veían la vida de alguien nacido en el seno de la pobreza y que había logrado volverse un sujeto político de absoluto protagonismo. Un disco para empezar Sobre esa Evita que describió Main sin citar la voz de nadie en particular y desde una mirada tan inexacta como antiperonista, Tim Rice y Andrew Lloyd Webber construyeron a su Evita. Lo primero que hicieron fue componer una ópera-rock que la tuviera como protagonista y en la que se narrara la vida de esa mujer nacida en Los Toldos y velada por millones de argentinos en corazón político del país. Andrew Lloyd Webber y Tim Rice compusieron la música y las letras de "Evita": lanzaron el disco en 1976 El disco, una obra conceptual que imitaba la forma en la que habían lanzado Jesucristo Superstar, se editó en 1976, y allí asomaba una Evita que buscaba revancha, que “trepaba” socialmente a través de sus conquistas amorosas y que, una vez en pareja con Juan Domingo Perón, dominaba absolutamente la relación. Sin matices. En el disco hace su aparición “Che”, un narrador de la obra que mira críticamente a Eva, desconfía de sus acciones y de sus intenciones y al que Lloyd Weber y Rice bautizaron e incluso intentaron identificar con Ernesto “Che” Guevara, aunque el cruce entre ambas figuras históricas no tuviera absolutamente ningún asidero en los hechos reales. La London Philharmonic Orchestra fue la encargada de grabar la obra, que inmediatamente se convirtió en un éxito en el Reino Unido y en otros países. El suceso fue tal que el lanzamiento superó las ventas del disco que contaba la versión teatral de la vida de Jesucristo. Y ese éxito tuvo una punta de lanza: “Don’t cry for me Argentina” fue lanzada como single y rápidamente alcanzó el número uno en los rakings británicos. Esa canción en la que Eva le jura a su pueblo que nunca va a abandonarlos se volvió un hit en lengua inglesa y del otro lado del Atlántico. Eva sube al escenario Subidos a ese éxito y envalentonados por el antecedente de Jesucristo Superstar, Lloyd Webber y Rice sabían que el paso siguiente y definitivo sería subir su creación a los escenarios. El primer estreno de Evita, el musical fue el 21 de junio de 1978 en el Prince Edward Theatre del West End de Londres, el distrito teatral más importante de la capital británica y uno de los más destacados del mundo. La obra se estrenó en Londres en 1978. Elaine Paige interpretó a Eva El director encargado de la puesta en escena fue Harold Prince, el mismo que dirigió Cabaret. Elaine Paige, desconocida hasta ese entonces, fue la elegida para interpretar a Eva: se convirtió inmediatamente en una estrella. Las críticas acompañaron al estreno, y la obra estuvo en cartel, en esa ocasión, casi ocho años. Paige ganó el premio más prestigioso del West End como intérprete y la creación de Rice, Lloyd Webber y Prince se llevó el galardón al Mejor Musical. Detrás del gran éxito en la capital británica, y con enormes expectativas, el 25 de septiembre de 1979 Evita se subió a los escenarios de Broadway, en Nueva York. Patti LuPone interpretó a la “Abanderada de los Descamisados”, y Mandy Patinkin fue “Che”. La crítica no tuvo piedad. “Una pésima manera de escribir un musical”, decía la crítica de The New York Times. El argumento principal del texto periodístico era que la historia de Eva se narraba pero no se mostraba en escena. Otros críticos neoyorquinos dijeron que la obra era “aburrida” y “vacía”. Pero las críticas no hicieron mella ni en el público ni en la temporada de premios. El boca a boca fue potente y la obra agotaba completamente las entradas cada vez que salían a la venta. Y tras su estreno el musical ganó siete premios Tony, incluyendo el de Mejor Musical, Mejor Música Original y el que premiaba a LuPone como mejor actriz. La obra llegó a Broadway en 1979. Recibió muy malas críticas pero nada detuvo su éxito La consagración en Nueva York, sumada a la que se había dado en Londres, hizo de Evita un producto promisorio para escenarios de todo el mundo: se estrenó en España, en México, en Alemania y en Israel entre 1980 y 1981. El musical que contaba esa vida argentina recorría el mundo y tenía destino de clásico. Sin embargo, el musical estrenado en 1978 nunca pisó un escenario argentino. La construcción de esa Evita que quiere vengar su herida primaria y que “trepa” a través de sus relaciones con hombres, un estereotipo muy apoyado en el libro de Mary Main, generó un rechazo contundente en el país en el que nació la verdadera protagonista de la historia. Madonna se vuelve Eva El éxito en los teatros de tantos países del mundo abrió un camino que tardó en concretarse pero detrás del que se abriría un nuevo capítulo de ganancias millonarias: la película. Tras varias idas y vueltas para ver quién encabezaría la adaptación al cine, Alan Parker fue elegido como director del proyecto. Para el rol de Eva se consideró a Meryl Streep y a Michelle Pfeiffer, entre otras actrices. Pero después de años de pelear por ese papel, lo consiguió Madonna, que ya se había consagrado como la Reina del Pop. “Che” sería encarnado por Antonio Banderas, pero ya no se lo identificaría en absoluto con Guevara, sino que su voz representaría a algo así como una especie de argentino crítico del peronismo promedio, si tal cosa existiera. Madonna grabó la escena en la que canta "Don't cry for me Argentina" en la Casa Rosada El estreno en Broadway había presentado una versión de Eva cargada de la imagen negativa que la prensa estadounidense había construido de ella. Era entre difícil e imposible que el público sintiera algo de simpatía por esa “antiheroína” que protagonizaba el musical. La adaptación al cine se tiñe bastante de esa mirada, aunque no del todo. Madonna, ya elegida para el papel más importante que hizo en el cine, llegó a Buenos Aires en 1996. La intención de Alan Parker era rodar en el lugar de los hechos y, tras una reunión entre la artista, el director y el entonces presidente Carlos Menem, el titular del Poder Ejecutivo autorizó el uso del balcón de la Casa Rosada para grabar. Allí se sitúa la famosa escena en la que Eva le canta a su pueblo que no la llore, que ella nunca los va a abandonar. La visita fue repudiada por distintos sectores del peronismo, que sabían cómo estaba caracterizada la Evita del musical. “¡Fuera Madonna!“, decían las pancartas que repudiaron su presencia y también las pintadas en puentes y autopistas. Pero las escenas se rodaron igual y la película se estrenó en todo el mundo. En 1997, cuando llegó a los cines argentinos, hubo un llamado para boicotearla. Además, para responderle a Hollywood, se filmó Eva Perón: la verdadera historia, protagonizada por Esther Goris, con guión de José Pablo Feinmann y centrada en los últimos años de la vida de Evita. Las pancartas y las pintadas repudiaban la presencia de Madonna en la Argentina, a la vez que reivindicaban a Evita Esa mirada resultaba mucho más reivindicativa de su figura, algo que también había pasado con el estreno de Eva, el gran musical argentino, una obra protagonizada por Nacha Guevara para contraponerse a la creación de Rice y Lloyd Webber que recorría el mundo. Ningún contrapunto argentino pudo frenar el éxito arrollador de la película de Parker, que tuvo un presupuesto de 55 millones de dólares y recaudó 141 millones en todo el mundo. El estreno de “You must love me”, una canción deliciosamente interpretada por Madonna y hecha para mostrar a una Eva más frágil y vulnerable, fue un éxito en sí mismo. El tema ganó el Óscar y el Globo de Oro, premio que también obtuvieron el musical y Madonna. El éxito de la película, creada por impulso de los musicales teatrales, realimentó a la vez la curiosidad del público por ir al teatro a ver esa obra que había consolidado la carrera actoral de Madonna. Rice y Lloyd Webber habían construido un círculo virtuoso que se sostiene hasta hoy. Ahora mismo, el musical que alguna vez protagonizaron Elena Roger y Ricky Martin en Broadway, se exhibe en el West End londinense de nuevo, como en 1978. Todo empezó con un hombre escuchando la radio hace más de cincuenta años. Un hombre al que esa vida le pareció tan extraordinaria que decidió que, después de contar la historia de Jesucristo, era el turno de hablar de Eva.
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