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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 24/09/2025 07:34
Carlos Gardel popularizó el tango Caminito Oriundo del Río de la Plata, el tango remite en la mayoría de sus letras a algún rincón de Buenos Aires. Sin embargo, aunque muchos estén convencidos de que habla del típico paseo de La Boca, Caminito no se refiere a un paisaje porteño sino que fue inspirado en un valle de la provincia de La Rioja. ¿Cómo es posible eso? La historia se remonta al año 1903. Gabino Coria Peñaloza era un joven poeta que había nacido en Mendoza, se había criado en San Luis y, de grande, se había radicado en La Rioja, provincia de la que era oriunda su madre, doña María Natividad del Señor Peñaloza. Ella, descendiente del caudillo federal Ángel Vicente El Chacho Peñaloza, había nacido en Olta, un pueblito perteneciente a la localidad de Los Llanos. Y fue en un sendero de esa región, caracterizada por ser un valle rodeado de montañas bajas, que comenzaron a escribirse los primeros versos del tango que terminaría convirtiéndose en el tercero más famoso del mundo después de La Cumparsita y El Choclo. “Caminito que el tiempo ha borrado, que juntos un día nos viste pasar. He venido por última vez, he venido a contarte mi mal. Caminito que entonces estabas, bordeado de trébol y juncos en flor. Una sombra ya pronto serás. Una sombra lo mismo que yo”, cantaba Carlos Gardel en 1926, cuando Juan de Dios Filiberto le puso música a estos versos para que él pudiera grabarlo junto a la discográfica Odeón. Desde ese momento, todos los que escucharon Caminito lo asociaron, directamente, a la colorida callecita ubicada frente al Riachuelo, que hoy se convirtió en una parada obligada para los turistas que visitan la Argentina. Sin embargo, el origen de este tema nada tenía que ver con este otro lugar con el que, finalmente, se sincretizó generando esta canción porteña, como se la inscribió dadas sus influencias folclóricas. Caminito, hoy convertido en un paseo turístico de La Boca (Página Oficial Turismo Buenos Aires) “Caminito se inspiró en un sendero de aquel pueblito de Olta, en La Rioja, donde alguna vez transité allá por mis años mozos”, explicó Coria Peñaloza muchos años después. Pero, ¿qué lo llevó a volcar en tinta y papel esas palabras? Pues, ni más ni menos, que una historia de amor. Gabino viajaba desde Chilecito, el pueblo riojano en el que se había instalado, a la provincia de San Luis, cuando una crecida del río lo obligó a interrumpir su camino y lo dejó varado varios días en ese sitio. Y fue en ese interín que los habitantes del lugar lo invitaron a una tertulia en casa de una familia acomodada, en la que conoció a María. Dicen que fue amor a primera vista. Que la mujer, una joven y atractiva profesora de música, se convirtió en la obsesión de Coria Peñaloza. Y que ella correspondía sus sentimientos. Pero eran tiempos en los que no era tan simple darle rienda suelta a la pasión. Así que ambos empezaron a encontrarse, a escondidas, en una acequia que quedaba en el costado del camino que iba desde Olta hasta Loma Blanca, que fue el único testigo de una historia sin final feliz. Es que, al descubrir la relación, los padres de la muchacha la mandaron a vivir a otro pueblo. Entonces, con el corazón roto, el hombre plasmó la historia en un papel bajo el título de: Caminito, un poema de amor. “Desde que se fue, triste vivo yo. Caminito amigo, yo también me voy. Desde que se fue, nunca más volvió. Seguiré sus pasos...Caminito, adiós”, continúa diciendo la letra de este clásico de la música rioplatense. Y culmina: “Caminito que todas las tardes feliz recorría cantando mi amor. No le digas si vuelve a pasar, que mi llanto tu suelo regó. Caminito cubierto de cardos, la mano del tiempo tu huella borró...Yo a tu lado quisiera caer. Y que el tiempo nos mate a los dos”. El Caminito de Olta, en La Rioja Los años pasaron. Y, en 1920, Gabino conoció a Filiberto por intermedio del pintor Benito Quinquela Martín. Juntos formaron una exquisita dupla creativa que compuso tangos como El pañuelito, La cartita y La Vuelta de Rocha, entre otros. Hasta que un día de 1925, el músico creó una melodía inspirada en un sendero de su barrio, La Boca, y le pidió al poeta que escribiera una letra acorde a la misma. Y fue entonces cuando Coria Peñaloza rescató de entre los papeles que guardaba en su pensión, esos versos que más de dos décadas atrás había escrito para ese amor riojano. Letra y música encajaron a la perfección. El caminito de La Rioja y el caminito de La Boca terminaron siendo uno: Caminito. Y el mundo entero se rindió ante esta pieza que, después de que ganara el primer premio del Concurso de Canciones Nativas del Corso Oficial de 1926, la inigualable voz de El Zorzal Criollo se encargó de popularizar. Pocos, sin embargo, supieron cuál había sido su verdadero origen. Y es que los amantes del tango siempre dieron por hecho que hacía referencia a algún rincón de Buenos Aires. El éxito de la pieza se extendió a todos los rincones del mundo a los que llegó el tango. Así que, en 1927, Ignacio Corsini la interpretó en el sainete Facha Tosta que se presentó en el viejo Teatro Cómico (hoy Lola Membrives), logrando que se convirtiera en un verdadero suceso a nivel local. Y luego, el éxito de la pieza se extendió a todos los rincones del mundo a los que llegó el tango, ya sea gracias a los cantores o a las distintas grabaciones, generando que muchos de los amantes del género quisieran visitar ese Caminito que hoy está declarado como “calle museo” en La Boca. Aunque también exista otro en Olta, con un monolito que destaca su “valor cultural”.
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