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Parana » Informe Digital
Fecha: 22/09/2025 07:48
Más de un centenar de delegaciones de cerca de 60 países se reunieron en Astana, la capital de Kazajistán, para participar en el VIII Congreso de Líderes de Religiones Mundiales y Tradicionales. Este evento, realizado los días 17 y 18 de septiembre de 2025 en el Palacio de la Independencia, convocó a destacados líderes religiosos con el objetivo de fortalecer el diálogo interreligioso y fomentar la paz en un contexto internacional caracterizado por la inestabilidad y los desafíos globales. El Congreso contó con la presencia de líderes espirituales del islam, cristianismo, judaísmo, budismo, hinduismo, taoísmo, zoroastrismo y sintoísmo, así como representantes de organizaciones internacionales, académicos y figuras públicas. Entre los asistentes destacados se encontraban el Patriarca Kirill de Moscú, el Patriarca Teófilo III de Jerusalén, el Secretario General de la Liga del Mundo Islámico, Mohammad Alissa, y los Grandes Rabinos de Israel, David Yosef y Kalman Meir Ver. El presidente de Kazajistán, Kassym-Jomart Tokayev, actuó como anfitrión y principal impulsor de la iniciativa, que también recibió el respaldo de la Organización de las Naciones Unidas a través de un mensaje de António Guterres. Durante las sesiones, los participantes discutieron cuestiones de máxima actualidad y preocupación global. El comunicado oficial señala que el temario incluyó la catástrofe humanitaria en Gaza, el cambio climático, el uso ético de la inteligencia artificial y las crecientes tensiones geopolíticas. El mensaje enviado por el Papa León XIV, difundido por Vatican.va, subrayó la sinergia entre religiones como motor de esperanza y reconciliación. El Pontífice agradeció la convocatoria y subrayó que “la fe une más que divide”, enfatizando que la colaboración interreligiosa no busca eliminar las diferencias, sino convertir la diversidad en una fuente de enriquecimiento mutuo. El Papa recordó antecedentes históricos como el encuentro de Asís en 1986 y el Documento sobre la Fraternidad Humana firmado en 2019, ejemplos de cómo la cooperación entre credos puede traducirse en acciones concretas en favor de la paz y la solidaridad. “Cuando los líderes de diferentes confesiones se unen en defensa de los más vulnerables, de nuestra casa común y de la dignidad de todas las personas, dan testimonio de la verdad de que la fe une más que divide”, expresó el Pontífice en su mensaje. Por su parte, António Guterres, secretario general de la ONU, envió un mensaje grabado en el que agradeció a Kazajistán su papel en la promoción del diálogo entre religiones y culturas. “Las Naciones Unidas se fundaron con la convicción de que el diálogo conduce a la paz. Hoy en día, esa verdad es más importante que nunca, especialmente ahora que aumentan los conflictos, las desigualdades, la crisis climática y las divisiones geopolíticas. Necesitamos tender puentes en nuestro mundo fracturado”, indicó Guterres, según el comunicado oficial. La perspectiva latinoamericana estuvo representada por el Imam Marwan Gill, presidente de la Comunidad Musulmana Ahmadía en Argentina, quien participó en una sesión especial dedicada a la protección de lugares religiosos, auspiciada por la Alianza de Civilizaciones de la ONU. “El encuentro y el diálogo entre los representantes religiosos es el primer paso en este largo camino hacia la construcción de un mundo más humano y pacífico. La paz, que todos anhelamos y es la esencia de todas las religiones, requiere un esfuerzo conjunto. Ahora, en el siguiente paso, será vital convertir el diálogo y las palabras en hechos y acciones concretas”, afirmó. El Congreso de Astana se inscribe en una tradición de cooperación interreligiosa que ha dado frutos en las últimas décadas. Encuentros anteriores, como el de Asís en 1986 y el Congreso de 2022, han servido para condenar la violencia y el extremismo, abogar por la protección de los refugiados y promover la solidaridad en situaciones de emergencia. La cita de Astana reafirmó la convicción de que el diálogo interreligioso es un pilar fundamental para construir sociedades más justas y pacíficas. El desafío, según los participantes, radica ahora en transformar las palabras y compromisos en iniciativas reales que contribuyan a la reconciliación y convivencia en un mundo marcado por la diversidad y la incertidumbre.
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