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  • La caída de la abuela millonaria que no soportó que sus hijos vivieran lejos de su casa y contrató sicarios para matar a su ex yerno

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 22/09/2025 04:48

    Dan y Wendi se conocieron a través de un sitio web de citas judío. La madre de Wendi la había alentado a buscar en Internet un novio propicio para ella Como la mafia misma. Con esos códigos imperantes de la inmoralidad naturalizada y bajo el manto de la crueldad impiadosa con la que se puede vestir la prepotencia. Esas fueron las características del plan orquestado para terminar con la vida de Dan Markel (41), un profesor de Derecho de la Universidad Estatal de Florida, graduado en la prestigiosa Harvard, en los Estados Unidos. Esta es la historia de un crimen organizado por la matriarca de un poderoso clan familiar, los Adelson, que por suerte pudo ser reconstruido. La omertá, en esta ocasión, no funcionó. Porque algunos de los ejecutores hablaron y se pudo llegar a hacer justicia. El hilo de la vida Daniel Eric Markel nació en Canadá, creció en Toronto y estudió Derecho en la célebre Universidad de Harvard, en los Estados Unidos y, luego, se mudó por trabajo al estado de Florida donde conoció a Wendi Adelson. Esta joven no solo era rica y bella sino que, además, era muy inteligente: se había graduado en leyes en la Universidad de Miami, con honores, y había realizado un posgrado en Relaciones Internacionales. Se conocieron a través de un sitio web de citas judío (JDate). La madre de Wendi era quien la había alentado a buscar en Internet un novio propicio para ella. Cuando Donna Adelson vio el perfil que le mostró su hija del candidato Dan Markel, de inmediato, lo aprobó. De origen canadiense, recibido en Harvard y especializado en derecho penal, decía su currícula. Encajaba a la perfección con las aspiraciones pretenciosas de Donna. Dan y Wendi se conocieron, se pusieron de novios, se casaron y “comieron perdices” por un tiempo… La boda fue fastuosa y se llevó a cabo el 26 de febrero de 2006, en Boca Ratón, ante más de 200 invitados. Ambos tenían destacadas carreras universitarias, daban clase en la facultad y prometían un futuro brillante. Wendi era, además, una activista comprometida con los derechos del niño. Pero la fachada perfecta no toleró el paso del tiempo y empezó a resquebrajarse. Para cuando el amor terminó, ya llevaban casi siete años de casados y tenían dos hijos: Benjamín, nacido en 2009, y Lincoln, llegado en 2010. Vivían en un excelente vecindario, Betton Hills en Tallahassee, en una casa grande rodeada por un enorme parque. No les faltaba nada. Pero todos sabemos que el dinero no garantiza la felicidad. Tras la ruptura con su esposa, Dan Martel se negó a que sus hijos se fueran a vivir lejos de donde trabajaba y vivía Si bien Wendi había empezado a gestarse un nombre en el mundo de las leyes, con la maternidad su profesión quedó relegada. Mientras, veía que su marido mejoraba, día a día, académicamente. Las diferencias entre ellos empezaron a transformarse en discusiones habituales. El amor se fue al demonio y terminaron separados en 2012. La formalización del divorcio llegó un año después. Fue la pelea que desató la custodia de los chicos lo que encendió la maquinaria del mal. Recelos, ideas contrapuestas sobre los lugares de residencia de los niños eran los temas más espinosos y que fueron escalando. Wendi pretendía mudarse con sus hijos desde Tallahassee hacia el sur del estado de Florida, para estar más cerca de su familia. Sobre todo porque su madre lo exigía todo el tiempo. Dan se opuso de manera terminante al traslado. Él trabajaba cerca y no quería que sus chicos se fueran tan lejos. Donna llenaba la cabeza de su hija: tenía que lograr irse a vivir más cerca de ellos. Debía conseguirlo como fuese. En uno de sus tantos mails le dio una idea perversa: quebrar la voluntad férrea de Dan ofreciéndole un millón de dólares a cambio de que permitiera la mudanza. Y, si a pesar de eso seguía sin autorizarla, podría amenazarlo con convertir a sus hijos al catolicismo. Dan era un estricto conservador y creía que eso lo haría ceder. Las ideas de Donna saltaban de los renglones por los que discurre el sentido común hacia la anarquía moral con intentos de coacción disparatados. Para conseguir lo que se proponía la jefa del clan no tenía escrúpulos ni remilgos. Aunque no se sabe si Wendi llegó a ofrecerle algo o no, las discusiones de la ex pareja siguieron por terrenos escarpados. Lo académico y prestigioso había quedado opacado por las malas artes de la familia Adelson. La suegra montaba en cólera contra su ex yerno y subía su apuesta ante cada negativa. La casa donde fue asesinado Dan Markel: lo ejecutaron cuando estaba entrando al garaje de su propiedad, ubicada en el número 2116 de la calle Trescott Drive, en el barrio Betton Hills, de Tallahassee El “estúpido” y las dos balas Harto del maltrato, un par de meses antes de morir, Dan Markel solicitó a la Justicia que se le prohibiera a su ex suegra Donna Adelson tener visitas no supervisadas con sus nietos .¿El motivo? Donna (que en ese momento tenía 64 años) los ponía en su contra. Los chicos le habían relatado que ella les decía barbaridades. Los chicos repitieron delante de Dan: “La abuela nos dice que sos un estúpido y que siempre querés prohibirle que nos vea a nosotros, sus rayitos de sol”. También revelaron su propio sentimiento: “Papá, la abuela te odia”. Lamentablemente, la justicia se tomó su tiempo para resolver el tema y Dan fue asesinado antes de que esa moción judicial prosperara. El viernes 18 de julio de 2014, Dan Markel (41), dejó a sus hijos en la guardería y fue directo al gimnasio Premier Health & Fitness Center. A eso de las 11 de la mañana terminó con su rutina, se subió a su Toyota Prius plateado y volvió a su casa. Cuando estaba entrando al garaje de su propiedad, ubicada en el número 2116 de la calle Trescott Drive, en el barrio Betton Hills, de Tallahassee, un hombre se acercó y le disparó, sin mediar palabra, a través de la ventanilla. Dos balas se incrustaron en su cabeza. Los sicarios venían siguiéndolo desde el gimnasio y él no los vio venir. De hecho, quedó envuelto en sangre en su asiento, con el cinturón puesto y el motor encendido. Los tiros retumbaron en ese barrio acomodado y tranquilo. Los vecinos llamaron alarmados al 911. Dan llegó con vida al hospital Tallahassee Memorial Healthcare, pero murió horas más tarde por la gravedad de las heridas. Los plomos habían ingresado por su rostro y por su cráneo. Fin para Dan. En los meses que siguieron a la violenta muerte de su ex marido, Wendi se mudó con sus chicos y sus padres a Miami Beach y cambió el apellido de los menores de Markel a Adelson. Lo borró del mapa definitivamente. A otra cosa. El jurado tardó unas tres horas en emitir su veredicto: declaró a Donna Adelson culpable de homicidio premeditado y de los cargos de conspiración e incitación a cometer dicho homicidio Círculo mortal Mientras, la policía llevaba a cabo una ardua investigación. Lo primero que hicieron las autoridades fue recolectar todas las cámaras de vigilancia de la zona. Los atacantes eran dos y habían llegado, siguiéndolo, en otro Toyota Prius plateado. Era curioso que fuera el mismo modelo y color. Quizá fuera para confundir. Resultó que ese auto había venido desde Miami -donde había sido alquilado- y había vuelto a esa ciudad el mismo día. Pero los encargados de rentarlo no habían sido los dos hombres desconocidos que se veían en los registros fílmicos sino una mujer llamada Katherine Magbanua. Por estar ella ligada a uno de ellos fue que pudieron identificarlos: eran Luis Rivera, exlíder de la pandilla latina Latin Kings, y Sigfredo García quien justamente era ex pareja de Magbanua y padre de sus hijos. Ella iba a ser el eslabón clave para reconstruir la mecánica del crimen y establecer el móvil. Además tenían indicios de que ella, al momento del asesinato, salía con Charles Adelson, el ex cuñado de la víctima. Un dato no menor. Pero tenían mucho que probar para poder llevarlos a juicio. Fue recién en mayo del 2016 que Luis Rivera, quien era seguido de cerca por este crimen, fue arrestado y terminó por aceptar un acuerdo con la fiscalía en el mes de octubre: cooperaría a cambio de una sentencia más leve. Sus dichos complicaron a Sigfredo García y a Katherine Magbanua. Reconoció que habían viajado en el auto desde Miami con el encargo de matar a Dan Markel. Los teléfonos de ambos hombres y las antenas de los celulares confirmaron el recorrido. Dijo algo más: Katherine Magbanua era quien los había contratado y quien les había pagado. También confirmó el vínculo sentimental de Magbanua con Charles Adelson y que el móvil habría sido la disputa por la custodia de los hijos de Dan Markel y Wendi Adelson. Las piezas iban encajando con precisión para ir armando el engranaje de complicidades. Ella era, sin dudas, el nexo crucial. Luis Rivera, exlíder de la pandilla latina Latin Kings, fue uno de los autores del asesinato y clave en el esclarecimiento de los hechos Rivera recibió por su colaboración solamente 19 años y se unificó con otra pena que ya estaba cumpliendo. Por su lado, Sigfredo García, señalado como el autor material del crimen, fue a juicio en octubre de 2019 y condenado a cadena perpetua. La siguiente en caer fue la mismísima Katherine Magbanua, quien fue imputada como cómplice en el homicidio y sentenciada, en 2022, a cadena perpetua al igual que su ex Sigfredo García. Finalmente, ese mismo año, Charles Adelson (hoy 49 años y cuñado de la víctima), fue arrestado y también imputado por su papel en el caso. Su juicio se realizó en 2023. Charles optó por testificar para defenderse: sostuvo que él y su familia habían sido víctimas de una compleja trama de extorsión llevada a cabo por Magbanua, Rivera y García. El jurado no le creyó: luego de deliberar durante tres horas volvió con la resolución: culpable. Un mes después, el 12 de diciembre, el juez lo condenó a perpetua por el homicidio, sin posibilidad de libertad condicional, y a 30 años extra por los demás cargos. Su hermana Wendi obtuvo inmunidad limitada para declarar. Ella sostiene hasta hoy que su familia no tiene nada que ver con el crimen. A esta altura las autoridades ya se habían armado una imagen casi completa sobre cómo se habría desarrollado el homicidio, pero faltaba una pieza. Si era realmente el móvil la custodia de los chicos, ¿quién era el cerebro de toda la movida homicida? Muchos eran los que pensaban que Donna era la mastermind, la verdadera instigadora del crimen. La familia Adelson: el papá Harvey, a su lado Donna, y los tres más jóvenes son los hijos, Robert, Charles y Wendi Quién era Donna Donna creció en la ciudad de Nueva York y estudió en el Queens College donde se convirtió en maestra de primaria. Harvey Adelson, también creció en Nueva York, pero hizo su carrera de Odontología en la Universidad de Buffalo para luego estudiar un doctorado en la Universidad de Temple, Florida, estado en el que se conocieron ambos. Se casaron en 1971. Ella dejó de ejercer como maestra para empezar a ayudar a su marido en el consultorio odontológico. Mientras, fueron naciendo los tres hijos: Robert, Charles y Wendi. La profesión de su marido se convirtió pronto en una próspera empresa familiar que apuntaba a la odontología cosmética. Años después la clínica dental pasó a llamarse Instituto Adelson de Estética e Implantes Dentales. Un negocio más que redituable y que les otorgó prestigio. Les iba tan bien que se mudaron. Compraron una casa de cinco dormitorios, en un exclusivo cul de sac, en Coral Springs. Donna participaba activamente en el voluntariado comunitario y en la sinagoga local. La gran ambición de Donna, según relató su amigo por más de cuatro décadas Ben Graber (ginecólogo y ex legislador estatal), fue siempre que sus hijos fueran buenos estudiantes y ciudadanos honrados. Para Graber, ellos parecían ser una “familia cinco estrellas”. Por eso, se mostró más que sorprendido con las imputaciones y los ribetes del caso. Fue el único allegado que accedió a hablar con los medios y asegura que todavía no puede creer que sea cierto. Donna pretendía para sus hijos un futuro brillante. Esa obsesión estuvo patente desde el comienzo. Cuando su hijo mayor, Robert, mostró gran interés en el tenis, su padre le hizo una cancha en el parque de su casa. La pareja hacía mucha vida social y mantenía buenos contactos. Wendi, la más malcriada de los tres, siempre supo que era un privilegio pertenecer a una familia con dinero y buena reputación. Cumplió con las expectativas de su madre y fue de las mejores alumnas en el período escolar. Lo cierto es que Donna no dejaba nada al azar cuando se trataba del futuro de sus hijos: lo planeaba todo meticulosamente. Elegía cada actividad curricular estratégicamente. Al punto que, según contó su primogénito Robert, en un podcast personal cuando el caso salió a la luz, Donna era quien autorizaba con quienes podían o no salir. Se presume que el plan mortal le habría costado a la matriarca Donna Adelson unos 100 mil dólares En la primera etapa de la vida, a Donna no le fue nada mal con sus ambiciones: Robert se graduó summa cum laude en la Facultad de Medicina de la Universidad de Florida y, luego, se especializó en otorrinolaringología. Charles, el segundo de sus hijos, se licenció en Microbiología y Biología Molecular primero y, más tarde en Odontología para hacerse especialista en periodoncia cuando se sumó a la empresa familiar. Por su parte, Wendi, se graduó magna cum laude en la Universidad de Brandeis, se recibió de abogada e hizo una maestría en Cambridge. Tres pequeños que se habían convertido en tres jóvenes brillantes. Pero había otro tema importante para Donna Adelson: quería que sus hijos se casaran con alguien dentro de su fe. Fue ahí donde comenzaron las divergencias. Robert se enamoró de una médica de origen indio-americana que practicaba el hinduismo. Sus padres, bajo el dedo mandón de Donna, se opusieron de manera rabiosa. Lo amenazaron con desheredarlo. Con el tiempo lograron que rompiera la relación y se terminara casando con una chica judía de Dallas. Como era de esperar, sin el amor necesario, la pareja fracasó. Y Robert volvió enseguida con su ex novia. Finalmente, sus padres accedieron y decidieron aceptarla. El compromiso se realizó con una boda hindú tradicional. Pero lo cierto es que el vínculo de Robert con sus padres nunca volvió a ser el mismo. La nueva pareja se mudó lejos de la influencia de Donna y Harvey Adelson. Lo bien que hicieron. Charles, el hijo con el que Donna planeó el asesinato, era medianamente inteligente, pero un tiro al aire. Sus delirios de grandeza y sus metas alocadas lo pusieron en el lugar de ser utilizado por su madre. Tampoco ejercía bien su profesión: fue sancionado dos veces por el estado de Florida por haber colocado mal unos implantes que provocaron daño nervioso y debió pagar más de 200 mil dólares por su negligencia. Luego vino el casamiento digitado de Wendi con ese candidato ideal. Otra vez, bajo la presión de la obsesión de Donna por controlarlo todo, la pareja no funcionó. No demoraron en aflorar los conflictos y, como la humedad en los cimientos de una casa, llegaron para arruinar esa perfección artificial, urdida unilateralmente por Donna y que todos seguían como corderos. Wendi se aburrió con rapidez con su rol y la pareja se hundió. Katherine Magbanua, la pareja de Charles Adelson, fue condenada en 2022 por facilitar el complot de asesinato El 12 de septiembre de 2011, un año antes de la separación, ocurrió algo que pasó desapercibido, pero que podría haber anticipado la crisis que sobrevendría. Wendi publicó una novela -un thriller legal- donde uno de los personajes es una abogada que harta de todo abandona al marido. La llamó “This is our story” (“Esta es nuestra historia”). Al cierre del libro la autora admite tener bastante parecido con su protagonista Lily. De hecho hay dos evidentes: la pareja se muda porque el marido tiene un puesto en una universidad y ella se siente decepcionada porque la vida no es la que esperaba en ese pequeño pueblo. ¿Catarsis literaria para un real conflicto interno? Especulaciones aparte, lo cierto es que en 2012, mientras Dan estaba de viaje por trabajo en Nueva York, Wendi se decidió: abandonó la casa, se llevó a sus hijos y los muebles. Fue el comienzo del trágico capítulo final. En 2023, ya con casi todos los culpables arrestados, solo quedaba en libertad Donna, quien vivía con Harvey en un exclusivo condominio de Miami. Tenían que probar que había estado involucrada y que había manejado los hilos siniestros para terminar con la vida de Dan Markel. Ya para este año se tenía el dato de que poner en práctica el plan mortal le habría costado a la matriarca unos 100 mil dólares. Katherine Magbanua contó que, poco después del crimen, fue hasta la casa de Charles Adelson para recoger el dinero que dividiría con sus cómplices. Cuando llegó, Charles le contó que sus padres acababan de irse. Katherine notó que los billetes estaban húmedos y en malas condiciones y le preguntó por qué. Él le explicó que su madre los había “lavado físicamente”. Tres meses más tarde los cheques para Katherine Magbanua del Adelson Institute for Aesthetics & Implant Dentistry empezaron a llegar. Se los daba Charles y venían firmados por Donna. Aunque Katherine jamás trabajó para la firma dental recibió, hasta abril de 2016, 44 cheques. Fue ese mismo año que un agente encubierto del FBI reveló que había llamado a Donna simulando una extorsión de parte de Luis Rivera. Lo primero que hizo Donna, luego de responder la llamada, fue hablar con su hijo Charles. La comunicación fue grabada por la policía: en ella Donna le dice a su hijo, con mucha discreción, que necesita juntarse con él para hablar un tema que les concierne a los dos. Estaba muy claro de lo que quería conversar. Donna Adelson es escoltada fuera de la sala del tribunal esposada después de ser declarada culpable el jueves por el asesinato de Dan Markel Con un pie en el avión Charles fue declarado culpable en noviembre de 2023. Una semana más tarde sucedió lo más impactante del caso. El 13 de noviembre de 2023 Donna Adelson (75) fue arrestada en el Aeropuerto Internacional de Miami al intentar abordar un avión que iba a Vietnam. Curiosamente, dicho país no posee tratado de extradición con los Estados Unidos. Le colocaron las esposas y se la llevaron detenida: estaba acusada de ser quien había orquestado el asesinato de su yerno en 2014. Donna iba en ese momento acompañada por su marido Harvey y los dos tenían solamente pasajes de ida para Asia. Las autoridades, que le seguían los pasos, sabían de antemano que habían conseguido las visas a toda velocidad poco después de que la justicia dijera que Charles era culpable. El FBI había grabado todas las conversaciones telefónicas entre ellos durante esos días. Donna habló con Charles varias veces y se mostró más preocupada por ella misma que por su hijo. En esas charlas dijo considerar el suicidio como una alternativa a escapar del país. Y discutió con Charles sobre países que no tuvieran convenio de extradición con los Estados Unidos. Por ello habrían decidido sacar los tickets a Vietnam y fugarse lo más rápido posible. El juicio contra Donna Adelson se realizó en agosto de 2025 y fue televisado. El día anterior al veredicto tuvo la posibilidad de declarar y el magistrado Stephen Everett le preguntó si lo haría. Donna: “No estoy preparada para esta decisión. Esta decisión afecta el resto de mi vida” Everett: “Usted está en la misma posición que cualquier otro criminal acusado que enfrenta su juicio. Solo tiene que decidir si lo hará o no”. Donna: “Sé que debo decidir… Solo esperaba tener más tiempo para hablar con mis abogados”. Instantes después Donna expresó: “En este momento, no quiero testificar”. El 4 de septiembre pasado el jurado la declaró culpable de todos los cargos que le habían imputado: asesinato con premeditación, conspiración para cometerlo e instigación para el hecho. Donna sollozó en medio de la lectura del veredicto “¡Oh mi dios!”. El juez mandó a retirar de la sala al jurado y, luego, la reprendió: “A pesar de que este no es el resultado que usted hubiera deseado, ¡no habrá más explosiones en frente del jurado!”. Le dio dos minutos y le exigió que se comportara, o la tendría que sacar a ella de la sala. Era demasiado tarde para lágrimas. Luego de la lectura, fue la madre de la víctima, Ruth Markel, quien dio un impactante testimonio y tuvo para con Donna palabras durísimas: “Este fue un asesinato por conveniencia. Para poder vivir cerca de sus nietos, ella asesinó al padre y arrancó a los pequeños también de sus abuelos paternos”. Phil Markel, padre del asesinado, sostuvo: “Espero que cada día de los que le queden de vida ella reflexione sobre el daño que causó a tantos, especialmente a esos dos chicos que tanto dijo amar”. La sentencia se la comunicará el magistrado Everett el próximo 14 de octubre. "Se trató de un asesinato por conveniencia para que una abuela pudiera vivir más cerca de sus nietos. Mató a su padre y arrebató a los niños de la vida de los demás abuelos”, declaró Ruth Markel, hermana de la víctima Las otras batallas Extrañamente ni Wendi ni su padre Harvey Adelson fueron inculpados de delito alguno. No se los consideró parte del plan. O, mejor dicho, no hallaron pruebas directas que los incriminen. Aunque muchos sospechan que saben mucho más de lo que niegan. Conocían perfectamente la animosidad extrema de Donna hacia Dan. Wendi también lo detestaba. Eso quedó expuesto en decenas de mails. Aunque Wendi asegura que su familia no tiene nada que ver, reconoció que Charles había bromeado una vez con contratar sicarios para matar a Dan, alguien al que sus padres detestaban. Cualquier desliz suyo o nueva prueba podría ponerla en la mira de los fiscales. Pero lo peor es que tendría que enfrentar la mirada de sus propios hijos adolescentes, de 16 y 17 años, a quienes por la fuerza les cambió su apellido. Ese es el veredicto que más teme Wendi y que a cualquier precio quiere evitar. Por eso es que los hijos de Dan, lamentablemente, tienen poco trato con sus abuelos paternos. Wendi decidió desde el principio cortar todo contacto con ellos. No quiere otra versión que la propia, actitud que resulta muy semejante a lo que hizo su madre Donna: pretender manipular la realidad a su antojo. Lo cierto es que la ley anterior del estado resultaba muy restrictiva para con los abuelos en general. Estos solo podían obtener visitas a sus nietos si los dos padres estaban muertos o en casos extremos de abuso. Los Markel no tenían plataforma legal para conseguirlas, pero se tomaron el desafío de impulsar cambios en la legislación. Así lograron la Ley Markel Act en agosto de 2022. Con ella consiguieron ampliar los derechos de los abuelos en aquellos casos donde hay un asesinado por su pareja o por alguien de su familia. Ahora, dependen de la interpretación de los jueces de familia para obtener un plan de visitas. Se sabe que el contacto hasta hoy ha sido mínimo. Después de seis años sin verlos habrían logrado solamente tres. Wendi niega lo que con su accionar confirma. En fin. Mientras esta batalla de la familia Markel por recobrar el vínculo con sus nietos continúa, la matriarca del clan Adelson, la que quería dirigir la vida de todos a su antojo, descansa de sus maldades en una celda helada y sin lujos donde duerme en un colchón sobre el piso. Quizá, si su malévola cabeza se lo permite, pueda reflexionar sobre las consecuencias de buscar la satisfacción personal sesgando la vida de otro. Tiempo tendrá de sobra.

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