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  • El gliptodonte, un tanque viviente que dejó su armadura en Colonia Avelina

    Parana » Uno

    Fecha: 21/09/2025 16:15

    Días atrás, un hallazgo de gran valor paleontológico, los restos de un gliptodonte, sorprendió una pequeña comunidad rural ubicada entre Líbaros y Basavilbaso. Debajo del suelo manso de Colonia Avelina, una pequeña localidad entrerriana ubicada entre Líbaros y Basavilbaso, en el Departamento Uruguay, apareció la armadura de un antiguo viajero de estas tierras, que supo caminar por un amplio territorio y hoy quedan sus vestigios: un gliptodonte, un pariente lejano del armadillo, que hace miles de años caminó el litoral. Allí donde se pasa el arado y se suele encontrar raíces, piedras y se remueve la tierra, Nelson Michel, un trabajador que realizaba tareas en una parcela días atrás, se topó con algo inesperado, fue en la zona de un cañadón, el cual se formó hace tiempo por los desagües de la zona. Enseguida nomás comenzó a contactarse con algunas personas cercanas y éstas lo hicieron con personal idóneo en la materia que rápidamente iniciaron un protocolo para impedir que se siga hurgando en el lugar. Unos días después, luego de varias horas de tareas de manos cuidadosas, pinceles, palas, de vecinos expectantes y científicos atentos, el Museo Antonio Serrano se llevó los fragmentos que ahora están bien cuidados y a la espera de ser estudiados. Así, el suelo entrerriano le devolvió la voz a un gigante y hoy sus restos son claves para entender la historia natural y humana de nuestra región. Acerca del gliptodonte Sobre el gliptodonte, dicen los expertos, vivió en el Pleistoceno, cuando la llanura se caracterizaba por poseer pastos duros y era poblada por la megafauna: mastodontes, perezosos gigantes y caballos antiguos. En ese contexto, el gliptodonte se movía paciente y acorazado, hasta que la extinción le cerró los ojos hace unos 10.000 años. Entonces, ¿en qué época vivió este gigante? En el Pleistoceno, que se encuadra dentro del período Cuaternario y que se extiende desde hace aproximadamente 2,6 millones de años hasta unos 10.00 años atrás. Según cuentan los entendidos, la misma estuvo caracterizada por múltiples glaciaciones y la aparición y expansión del Homo sapiens. Habitualmente se le conoce como la Edad de Hielo, y marcó el final de muchas especies de la megafauna, entre ellas el gliptodonte, un auténtico tanque viviente. Otros datos para tener en cuenta, estos animales podían alcanzar hasta tres metros de longitud y pesaban alrededor de una tonelada. Su característica más distintiva era el caparazón formado por placas óseas, que les servía como protección ante depredadores. gliptodonte Palabra autorizada Graciela Ibargoyen, responsable del Registro Paleontológico Provincial, Jorge Flores, especialista en excavaciones, dialogó con UNO acerca del descubrimiento en suelo entrerriano. En el inicio de la charla destacó la importancia del hallazgo: “Es muy importante porque nos permite estudiar la fauna y el ambiente del pasado, y eso, sin dudas, que aporta elementos para entender el presente y, por supuesto, planificar el futuro”. Enseguida destacó que “los fósiles y los objetos arqueológicos están protegidos por la Ley Nacional 25.743 y la Ley Provincial 9686. De esta manera se transforman en bienes patrimoniales, es decir, que pertenecen a todos nosotros. Es por es o que conocerlos es la mejor manera de cuidarlos”. —¿Cómo actuó la persona que encontró los restos? —Hizo exactamente lo que siempre pedimos: tomó imágenes, se comunicó con el museo, no extrajo la pieza y la custodió hasta que llegamos nosotros. Aunque parezca algo tan obvio, tiene una gran importancia el comportamiento de la persona que realizó el hallazgo. —¿Qué es un gliptodonte? —Un integrante de la megafauna, familiar extinto de las mulitas y los peludos actuales. Tenía un gran caparazón inmóvil formado por placas óseas que lo protegían. —Para tener en cuenta. ¿Qué protocolo hay que seguir cuando alguien encuentra restos fósiles? —Lo primero es sacar fotos con algún objeto de referencia para dimensionar el tamaño, y anotar la localización con coordenadas si es posible. Si el material está enterrado o empotrado en una barranca, no hay que sacarlo porque se perdería información importante. Si está suelto, se puede fotografiar y recogerlo. Siempre hay que anotar el lugar y la fecha, y comunicarse con el Museo Serrano (0343 4208894), que es la autoridad de aplicación de la normativa y el único autorizado para hacer el rescate o designar quién lo haga. —¿Por qué Entre Ríos es una provincia donde suelen hallarse fósiles? —Porque está atravesada por una gran cantidad de arroyos y por ríos muy importantes. Esto sin dudas que favorece la erosión de los suelos y la aparición de restos fosilizados. —¿Qué sucede con los restos una vez en el laboratorio? —Se limpian cuidadosamente, lo que a veces lleva mucho tiempo según el sedimento. Muchas veces es necesario consolidarlos con productos químicos para endurecerlos. Luego se registran en el inventario paleontológico provincial, y desde allí quedan disponibles para ser estudiados por investigadores de distintas ramas, con el permiso correspondiente. —¿Cuál es la importancia de que los fósiles se registren en colecciones oficiales? —Que pueden ser estudiados hoy y siempre. Al estar registrados, los materiales quedan accesibles no solo para investigaciones actuales, sino también para aquellas que puedan surgir en el futuro. En eso radica la importancia de las colecciones.

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