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  • Milei Hnos: el factor psicológico

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    Fecha: 21/09/2025 09:03

    Quienes votaron a Milei lo hicieron movidos por angustia y esperanza, pero para explicar el cuadro actual vale recordar al empresario que en una reunión le dijo “sos el Presidente, no podés decirnos que quien decide es el Jefe, tu hermana...” . "Los que no entienden son ustedes, ella es Moisés", contestó Milei. Samuelson y sus libros educaron a generaciones de economistas. El célebre Nobel de Economía, al que hoy nuestro Presidente calificaría de “zurdo h.d.p.” porque no creía en la destrucción del Estado, solía decir que “con tantos locos, ser cuerdo es una locura”. Durante los dos años de gestión de alguien que, como Milei, se reconoce loco (“pero no boludo”), es posible que cierto establishment político, empresarial y mediático haya considerado “una locura” no alinearse con él, en medio de una oficialitis generalizada. Lo habrán hecho por sentirse parte de ese clima festivo que ronda los primeros tiempos de cada gobierno, o por creer que ir en contra de esa corriente mayoritaria hubiera puesto en riesgo sus intereses. Quienes votaron a Milei lo hicieron movidos por dosis similares de angustia y esperanza. Pero quienes dedican su vida a analizar la realidad, porque de ello depende el futuro del país y el suyo propio, son responsables de haber fingido demencia todo este tiempo. O creyeron que naturalizar la locura los salvaría o leyeron mal la realidad. O ambas cosas. Porque, como ocurre siempre en estos casos, terminarán siendo ellos los chivos expiatorios cuando la sociedad cargue las culpas en cuerpos ajenos. Puede que ahora intenten despegarse de lo que ayudaron a construir, pero se recordará cuánto aplaudieron al poder de turno. Empresario: “Vos sos el Presidente. Entendé que no podés decirnos que quien decide es el Jefe, tu hermana” “Psicología única”. Hace apenas tres meses, Martín Varsavsky, uno de los empresarios que desde el principio aplaudió a Milei, escribió un revelador texto sobre la “psicología única” del jefe de Estado. Allí contó encuentros en donde notó en este hombre “una intensidad que, lejos de ser un defecto, es la clave de su éxito”: “Su personalidad agresiva, casi volcánica, es al mismo tiempo su motor y su escudo. No es diplomático: es una fuerza disruptiva (…) En la era del eufemismo, Milei es literal. ¿Brusco? Sí. ¿Necesario? También. Es una anomalía que encajó perfectamente en una coyuntura histórica que exigía cirugía mayor”. Lo que Varsavsky explica en palabras cuidadas y con espíritu celebratorio, es lo que se oyó estos años en la intimidad del círculo rojo: “El tipo está loco, pero es el loco que hoy se necesita.” El eufemismo de “la psicología única” para describir la “personalidad agresiva, casi volcánica” de Milei, implica que –si la Argentina necesitaba que la gobernara un “loco”– habría que haber contemplado en la ecuación el riesgo de inestabilidad que eso significaba. Y que tanto se evidencia en su gestión. El país de los Milei se convertirá probablemente en un caso de estudio de cómo las psicologías de dos personas pueden constituir un factor clave de la política y la economía de una Nación. Secuelas. Por un lado, la crueldad y paranoia del hermano mayor se traduce en un destrato constante hacia las víctimas del ajuste. También hacia quienes fueron sus aliados políticos, sospechados de supuestas deslealtades y conspiraciones varias: desde la vicepresidenta y funcionarios propios hasta Mauricio Macri y los gobernadores. Ese comportamiento generó este creciente resentimiento social y político. Social, de la mano de sectores como el de los jubilados, universitarios, empleados públicos o el de la discapacidad, molestos no sólo por ser afectados directos del ajuste sino por la forma ofensiva con la que se los trata. Son los que hacen oír su voz en protestas cada vez más masivas, y en recitales, canchas y redes sociales. Y resentimiento político, de parte de dirigentes que fueron humillados y que ahora huelen la sangre de la debilidad oficial y ya no confían en nuevas promesas. A las particularidades presidenciales, se le agrega la psicología de una hermana menor que toda su vida entendió y contuvo la vulnerabilidad del primogénito. Previo al ingreso a la política, esas cualidades le alcanzaban para acompañar la soledad y la congoja de alguien que había sido tan abusado. A cambio, Karina ejerció sobre su hermano el poder que le dio ser “imprescindible” para él. Ella lo convenció (o se convencieron juntos) de que la necesita para comunicarlo con su fallecido perro Conan y con Dios. El Jefe. Ese calificativo nació mucho antes de la llegada de los Milei a la Rosada. Sólo que, a partir de entonces, ser el jefe del Presidente implica ser la verdadera Presidenta. Quienes trataron con ambos desde el comienzo, reconocen las particularidades psicológicas de esa relación. Un importante empresario que mantenía un vínculo cordial con Milei cuenta que, tras el balotaje y antes de asumir, le organizó una reunión con otros empresarios. Fue en el Hotel Libertador, perteneciente a Eduardo Elsztain, uno de los hombres de negocios que más alienta a este Gobierno. Para sorpresa de los presentes, ante algunas de las preguntas de los empresarios, él respondía: “Eso lo tengo que ver con el Jefe” o “Me parece bien, hay que hablarlo con el Jefe”. Al finalizar, el organizador del encuentro se acercó a Milei y le dijo: “Con todo respeto Javier, vos sos el Presidente. Entendé que no podés decirnos que quien decide es otra persona.” Milei se lo quedó mirando y le respondió: “Los que no entienden son ustedes. Ella es Moisés.” Hoy, hasta dentro del Gobierno hay funcionarios que dicen, medio en broma medio en serio, que Javier es el ministro de Economía de Karina. La realidad es que son dos hermanos llevados a gobernar por una mayoría social (más el sustancial apoyo de aquel establishment) que los eligió para romper con todo lo conocido. Milei: “Los que no entienden son ustedes. Ella es Moisés.” Además de las cuestiones pscicológicas, los predecibles problemas que sobrevinieron desde el primer día fueron ocasionados por no contar con la mínima experiencia en la materia ni con equipos preparados para afrontar tamaño desafío. Poder bicéfalo. Recién ahora se acepta que esa es la estructura de poder bicéfalo que gobierna al país. Una explosiva combinación de inexperiencia de gestión con desequilibrios emocionales de cierta magnitud. Era razonable suponer que los Milei (motivados por el extremismo ideológico y un designio místico, y cebados por una historia personal que los volvió impiadosos y agresivos) no serían los más indicados para generar confianza y previsibilidad. Es lo que medios como Noticias y PERFIL advierten desde que ellos comenzaron a transitar sus carreras políticas. Pero es un paso en falso más de una lección que no se termina de aprender. No habrá cambios sustanciales y de largo plazo sin acuerdos que incluyan a mayorías sólidas y permanentes, y a sus representantes políticos. Como ya quedó demostrado en la historia argentina, un núcleo social duro de un 25%-30% conducido por un liderazgo extremo y dogmático, puede ser suficiente para llegar al poder. Para lo que nunca servirá es para garantizar las transformaciones profundas y duraderas que se necesitan. Por Gustavo González-Perfil

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