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  • Milei Hnos: análisis del impacto psicológico en la sociedad y su influencia en las decisiones políticas

    Parana » Informe Digital

    Fecha: 21/09/2025 10:50

    Samuelson y sus obras formaron a generaciones de economistas. El célebre premio Nobel de Economía, a quien hoy nuestro Presidente calificaría de “zurdo h.d.p.” por su rechazo a la destrucción del Estado, solía afirmar que “con tantos locos, ser cuerdo es una locura”. Durante los dos años de gestión de alguien reconocido como Milei, quien se describe como loco (“pero no boludo”), es posible que cierto establishment político, empresarial y mediático haya considerado “una locura” no alinearse con él, en medio de una oficialitis generalizada. Tal vez lo hicieron porque se sintieron parte de ese clima festivo que rodea los comienzos de cada gobierno, o porque creyeron que desafiar esa corriente mayoritaria ponía en riesgo sus intereses. Los votantes de Milei actuaron impulsados por dosis similares de angustia y esperanza. Sin embargo, quienes dedican su vida a analizar la realidad, conscientes de que de ello depende el futuro del país y el suyo propio, son responsables de haber fingido demencia durante todo este tiempo. O creyeron que normalizar la locura los salvaría, o leyeron mal la realidad. O bien ambas cosas. Porque, como suele ocurrir en estos casos, terminarán siendo ellos los chivos expiatorios cuando la sociedad cargue las culpas en cuerpos ajenos. Puede que ahora intenten desvincularse de lo que colaboraron en construir, pero será recordado cuánto aplaudieron al poder de turno. “Psicología única”. Apenas tres meses atrás, Martín Varsavsky, uno de los empresarios que desde un principio aplaudió a Milei, escribió un texto revelador sobre la “psicología única” del jefe de Estado. En él, compartió encuentros donde notó en este hombre “una intensidad que, lejos de ser un defecto, es la clave de su éxito”: “Su personalidad agresiva, casi volcánica, es al mismo tiempo su motor y su escudo. No es diplomático: es una fuerza disruptiva (…) En la era del eufemismo, Milei es literal. ¿Brusco? Sí. ¿Necesario? También. Es una anomalía que encajó perfectamente en una coyuntura histórica que exigía cirugía mayor”. Lo que Varsavsky expresa con palabras cuidadas y tono celebratorio refleja lo que se ha escuchado en la intimidad del círculo rojo: “El tipo está loco, pero es el loco que hoy se necesita.” El eufemismo de “la psicología única” para describir la “personalidad agresiva, casi volcánica” de Milei sugiere que, si Argentina requería de un “loco” para gobernarla, debía haberse considerado también el riesgo de inestabilidad que eso conlleva, algo que se evidenció en su gestión. El país de Milei podría convertirse en un caso de estudio sobre cómo las psicologías de dos individuos pueden ser un factor clave en la política y la economía de una nación. Secuelas. Por un lado, la crueldad y paranoia del hermano mayor se manifiestan en un trato despectivo hacia las víctimas del ajuste. También hacia quienes fueron sus aliados políticos, objeto de sospechas por deslealtades y conspiraciones: desde la vicepresidenta y sus propios funcionarios, hasta Mauricio Macri y los gobernadores. Dicho comportamiento ha generado un creciente resentimiento social y político. El resentimiento social proviene de sectores como jubilados, universitarios, empleados públicos y personas con discapacidad, quienes están molestos no solo por ser víctimas directas del ajuste, sino también por la forma ofensiva con que son tratados. Son aquellos que hacen oír su voz en protestas cada vez más masivas, así como en recitales, canchas y redes sociales. El resentimiento político surge de dirigentes que han sido humillados, sintiendo el aroma de la debilidad oficial y perdiendo la confianza en nuevas promesas. A las particularidades presidenciales se suma la psicología de una hermana menor que ha comprendido y contenido la vulnerabilidad del primogénito durante toda su vida. Antes de incursionar en la política, esas cualidades le eran suficientes para acompañar la soledad y el sufrimiento de alguien que había sido tan abusado. A cambio, Karina ha ejercido sobre su hermano el poder que le confiere ser “imprescindible” para él. Lo convenció (o se convencieron juntos) de que necesita su ayuda para comunicarse con su fallecido perro Conan y con Dios. El Jefe. Este título comenzó mucho antes de la llegada de los Milei a la Casa Rosada. Sin embargo, desde entonces, ser el jefe del Presidente significa ser la verdadera Presidenta. Quienes han tratado con ambos desde el inicio reconocen las particularidades psicológicas de esa relación. Un importante empresario que mantenía una relación cordial con Milei relata que, tras el balotaje y antes de asumir, organizó una reunión con otros empresarios. Fue en el Hotel Libertador, propiedad de Eduardo Elsztain, uno de los hombres de negocios que más apoya este Gobierno. Para sorpresa de los presentes, ante algunas preguntas de los empresarios, él respondía: “Eso lo tengo que ver con el Jefe” o “Me parece bien, hay que hablarlo con el Jefe”. Al finalizar, el organizador del encuentro se acercó a Milei y le dijo: “Con todo respeto, Javier, tú eres el Presidente. Entiende que no puedes decirnos que quien decide es otra persona.” Milei lo miró y respondió: “Los que no entienden son ustedes. Ella es Moisés.” Hoy, incluso dentro del Gobierno, hay funcionarios que afirman, medio en broma, medio en serio, que Javier es el ministro de Economía de Karina. La realidad es que son dos hermanos llevados a gobernar por una mayoría social (además del considerable apoyo de aquel establishment) que los eligió para romper con todo lo conocido. Además de las cuestiones psicológicas, los problemas predecibles que surgieron desde el primer día se debieron a la falta de experiencia mínima en la materia y a la ausencia de equipos preparados para enfrentar semejante desafío. Poder bicéfalo. Recién ahora se acepta que esta es la estructura de poder bicéfalo que gobierna el país. Una combinación explosiva de inexperiencia en la gestión y desequilibrios emocionales de considerable magnitud. Era razonable suponer que los Milei, motivados por un extremismo ideológico y un designio místico, alimentados por una historia personal que los volvió implacables y agresivos, no serían los más indicados para generar confianza y previsibilidad. Esta es la advertencia que medios como Noticias y PERFIL han emitido desde que comenzaron sus carreras políticas. Pero constituye un paso en falso más en una lección que no se termina de aprender. No habrá cambios sustanciales y duraderos sin acuerdos que incluyan mayorías sólidas y permanentes, así como a sus representantes políticos. Como ya ha quedado demostrado en la historia argentina, un núcleo social duro de entre 25% y 30%, liderado por un liderazgo extremo y dogmático, puede ser suficiente para alcanzar el poder, pero nunca será útil para garantizar las transformaciones profundas y duraderas que se necesitan.

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