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Parana » Informe Digital
Fecha: 21/09/2025 10:52
¿Está la economía argentina actualmente en recesión? O, expresado de otra manera, ¿podría el gobierno de Javier Milei enfrentarse a su primera contracción técnica del PBI, resultado exclusivamente de su política económica? Es decir, ocasionada únicamente por la implementación de medidas que propicien tal situación, algo que, sin duda, es lo último que debe buscar una gestión. Esto es aún más crítico considerando que han pasado casi 20 meses desde el inicio de la reconstrucción de la economía argentina, severamente afectada. Para ilustrar los riesgos que enfrentan Javier Milei y su ministro Luis “Toto” Caputo, el poco exitoso gobierno de Alberto Fernández experimentó dos períodos recesivos: el primero, justificable por la pandemia; el segundo, injustificable, comprendido entre el segundo y el cuarto trimestre de 2023. La primera recesión costó al país un derrumbe del 9,5% del PBI entre marzo y diciembre de 2020, una caída que ya fue completamente recuperada (incluso con un leve crecimiento) en 2021, cuando el PBI creció un 10%. En su último año de gestión, la economía de Alberto Fernández disminuyó aproximadamente un 7,2% en términos desestacionalizados, evidenciado por un desglose trimestral de -0,8; -5 y -1,4% entre el segundo y el tercer trimestre del año. Finalmente, el año cerró con una contracción de 1,6%, lo que, sumado a una inflación mensual de dos dígitos, dejó la presidencia lista para Javier Milei. La pregunta es si el gobierno actual está enfrentando un proceso similar. Primero, definamos recesión. Técnicamente, se trata de un fenómeno macroeconómico que se mide principalmente a través del comportamiento del Producto Interno Bruto (PIB). La regla más comúnmente aceptada establece que un país entra en recesión cuando el PIB se contrae durante dos trimestres consecutivos. La importancia de este proceso radica en que se evalúa la economía en su totalidad, en su dimensión más amplia, incluyendo la industria, el comercio, la construcción, los servicios, el sector público, el financiero y todo lo que aporte o no a la generación de riqueza del país. En terminología económica, un programa está diseñado para que el país crezca, no para que su PBI decline. Mucho menos en ausencia de calamidades locales o internacionales como una pandemia, una guerra que afecte los precios internacionales o sequías prolongadas. Menos aún cuando estas contracciones son consecuencia de malas decisiones en la Casa Rosada o el Palacio de Hacienda, y mucho menos cuando son producto de disputas internas del gobierno de turno. ¿Qué está sucediendo con la economía de Javier Milei? ¿Estamos ante la inminencia de una recesión? Los datos iniciales que permiten analizar la situación son algo negativos, aunque no alarmantes. La información más reciente del Indec indica que la economía argentina se contrajo un 0,1% en el segundo trimestre del año respecto al primero de 2025; una caída mínima que incluso podría interpretarse como un error estadístico. Sin embargo, el azar a veces juega en contra, y esta vez la cifra resultó negativa. Es justo reconocer que el Gobierno tuvo una comparación favorable con el 2024, mostrando un crecimiento significativo del 6,3%. El problema se agudiza si se considera que ese segundo trimestre de 2025 debe ser comparado con el periodo actual: julio-agosto-septiembre, donde las perspectivas son más sombrías que en el lapso abril-mayo-junio. Todo indica que la economía real de este trimestre será peor (considerablemente más débil) que la del segundo. Recordemos cómo los días de combates por frenar el aumento del dólar dejan el terreno devastado en términos de producción, tanto en las fuerzas públicas (hoy, Del Cielo) como en las privadas (donde muchos integraban anteriormente las Fuerzas del Cielo). La conclusión es que no hay expectativas constructivas para enfrentar exitosamente la posible caída del PBI durante este trimestre. El dilema para Milei y Caputo es que, con una leve caída (otro 0,1%), la recesión quedará registrada en los libros de historia. Habrá un alza interanual, y casi nada, salvo sus allegados, podrá evitar que este año la economía crezca. No obstante, el Gobierno enfrentará su propia recesión, que a esta altura parece casi inevitable. La única incertidumbre radica en la duración de este proceso. ¿Será un nuevo ciclo recesivo que concluirá con una breve caída de dos trimestres, o se prolongará, incluyendo también una disminución en el período octubre-noviembre-diciembre? ¿Y qué habrá del 2026? Solo el tiempo lo dirá. El inconveniente radica en que esta reducción del PBI se presenta en el peor momento para la economía real del período Mileista. Incluso comparado con el negativo primer semestre de 2024, cuando la caída era más acentuada (casi un 5%), pero considerada casi inevitable ante la necesidad de ajustar los desajustes del período de Alberto. Aquella primera caída del actual gobierno fue vista como un ajuste respaldado teóricamente por los votantes en octubre de 2023. En este caso, no hay razones para quejarse. La situación actual, sin embargo, representa un proceso diferente. Menor en su declive estructural (no excederá el 1% entre el segundo y el tercer trimestre del año), pero simbólicamente más doloroso. Este debería ser el momento en que el modelo libertario y su programa económico proporcionaran más satisfacciones, creando una atmósfera adecuada que acompañe el proceso político hacia las elecciones legislativas del 26 de octubre. Una vez más, hay quienes han anticipado este inevitable proceso de declive de la economía real. Aunque no fue el primero en hacerlo, su posicionamiento lo convierte en un adelantado a nivel internacional. Nuevamente, J.P. Morgan ha expuesto claramente la situación a los inversores financieros, tanto externos como algunos locales. En su último informe publicado el viernes tras el cierre de los mercados (día en que se vendieron dólares por unos US$ 379 millones por parte del Banco Central), la entidad que ha acogido a varios funcionarios actuales del Palacio de Hacienda comentó lo siguiente: “El producto interno bruto disminuyó un 0,2% en comparación con el trimestre anterior, borrando parte de la sólida ganancia anualizada del 3,5% lograda en el primer trimestre. Esta es la primera cifra negativa para la actividad real desde el segundo trimestre de 2024, situando a la economía en camino hacia una recesión técnica, definida como dos trimestres consecutivos de contracción. Analizando más a fondo, la demanda revela presiones crecientes. El consumo del sector privado, motor de la demanda interna, se desplomó un 4,4% anualizado después de un aumento de dos dígitos en el trimestre anterior. La inversión fija también perdió impulso, cayendo un 2,0% anual tras un espectacular aumento del 41% en el primer trimestre.” El mensaje de J.P. Morgan culmina con una sentencia contundente: “Las cuentas nacionales del segundo trimestre de 2025 han emitido un veredicto desalentador: la actividad económica se ha detenido”. Con amigos así…
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