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» Comercio y Justicia
Fecha: 09/09/2025 06:42
Por Luis Carranza Torres* y Carlos Krauth**, exclusivo para Comercio y Justicia Pese a que se han cumplido 80 años de su finalización, los coletazos de lo ocurrido durante la segunda guerra mundial siguen apareciendo con sus consecuencias políticas, sociales y jurídicas. Desde los problemas geopolíticos surgidos debido al reparto del mundo que se hicieron las potencias triunfadoras (URSS, USA, Gran Bretaña y Francia), hasta las heridas no cerradas por los crímenes cometidos en los campos de concentración, los trabajadores esclavos, las violaciones masivas, la devastación de ciudades, los bombardeos a objetivos civiles (cada tanto aparece en los medios la noticia de que se ha encontrado en distintas ciudades europeas alguna bomba sin detonar) entre otros y que sirven como muestra de que los efectos de una guerra que cambió el mundo tienen actualidad. Uno de los aspectos aún vigente, es el relacionado con la recuperación, por parte de los descendientes de sus dueños originarios, de cientos de obras de arte que fueron apropiadas ilegítimamente por algunos jerarcas nazis y que son objeto de búsqueda de distintas organizaciones internacionales. Precisamente hace unos días salió a luz la noticia de que en una casa en venta en la ciudad de Mar del Plata había aparecido una valiosa pintura —que llevaba años siendo buscada— que habría sido sustraída por un oficial de las SS de la Alemania nacionalsocialista. Lo curioso es que, contemporáneamente, en el Estado Libre de Baviera (Alemania) se devolvió a los descendientes de sus legítimos propietarios, tres obras que habían sido robadas a familias judías durante el nazismo. La restitución se hizo luego de un minucioso procedimiento —que requirió de detallados estudios— que permitió corroborar el origen ilícito de la tenencia de las obras. Según pudo conocerse, habría una cuarta pintura en similar situación, que aún no fue devuelta porque no se pudo detectar a los descendientes de sus propietarios originarios; además de un quinto cuadro, que está siendo analizado a los fines de establecer si se adquirió ilegalmente o no. ¿Qué pasó con la obra de Mar del Plata? En lugar de privilegiarse la confirmación de su autenticidad y la ilicitud de su origen para luego ser retornada a los sucesores de quienes fueron despojados de ella ilegalmente, se decidió criminalizar la cuestión, ordenándose allanamientos y la detención e imputación por “encubrimiento agravado” a la hija y al marido del jerarca nazi (quien sería el autor de la adquisición ilegítima hace más de 80 años). Frente semejante acción la respuesta del abogado de la pareja fue bastante más sensata, ya que luego de poner la obra a disposición de la justicia dijo que “técnicamente, el cuadro se está consignando a resultas de un proceso judicial. Se está consignando en la Justicia Civil, que es la que consideramos que es la competente para dirimir esta cuestión, no la Justicia Penal”. Más allá de que somos de la idea que si obra fue mal habida debe ser devuelta a quienes son sus legítimos dueños, entendemos que los mecanismos para que eso se haga efectivo están lejos del derecho penal. En un sistema legal que garantice los derechos de las partes —como sucedió con las obras en Baviera— lo primero que se hace es una detallada investigación para determinar el origen de la obra y si se comprueba su origen ilícito debe reintegrarse a quien deba ser devuelta, para luego si así correspondiere, dar intervención a la justicia penal para que determine si existe algún delito perseguible o no. Lo sucedido en la justicia marplatense es un ejemplo más de la sobreactuación judicial a la que estamos, lamentablemente, habituándonos en nuestro país. Con el afán de creer que ante cualquier hecho de notoriedad pública se debe imputar, detener, secuestrar objetos, o actos similares, para que la ciudadanía sienta que las instituciones judiciales están “presentes”, se toman decisiones que lejos están de honrar la corrección legal. Este activismo judicial, tan de moda actualmente, no solo es fuente de injusticias, sino que tiene un efecto boomerang: en poco tiempo las causas se “caen” por su poca solidez, generando en el ciudadano común una sensación de que se está en presencia de un “chasco” más del poder judicial, debilitando su credibilidad. Como siempre, la moderación —muy distinta de la tibieza— es el mejor camino para llegar a un objetivo: en este caso, determinar que si la obra ha sido adquirida ilegalmente para ser devuelta a quien corresponda, eso es hacer justicia. (*) Abogado LLM (Master of Laws), () Abogado. Doctor en Ciencias Jurídicas. (**) Abogado. Doctor en Derecho y Ciencias Sociales.de la Carrera de Abogacía UCC.
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