09/09/2025 10:32
09/09/2025 10:31
09/09/2025 10:30
09/09/2025 10:30
09/09/2025 10:30
09/09/2025 10:30
09/09/2025 10:30
09/09/2025 10:30
09/09/2025 10:30
09/09/2025 10:30
Concordia » InfoConcordia
Fecha: 09/09/2025 03:25
La política, ese vasto laberinto donde las sombras de la historia se proyectan sobre el presente, ha encontrado en Entre Ríos un nuevo punto de inflexión. Mauricio Colello, secretario general del gobierno de Rogelio Frigerio, ha pronunciado una frase que resuena con la solemnidad de un oráculo, una advertencia que parece escrita en el aire denso de esta tierra. “En octubre, desde Entre Ríos, le vamos a poner un freno al kirchnerismo”, sentenció, y en sus palabras se percibe no solo la convicción, sino también la fatalidad de un destino que se busca conjurar. El kirchnerismo, esa entidad proteica que Colello describe como un espectro que “sigue queriendo volver” y que “necesita del Estado para sobrevivir”, se ha convertido en el objeto de una cruzada local. No es un simple adversario político; es una fuerza del pasado que amenaza con devorar el futuro. Esta visión casi metafísica de la contienda electoral transforma el acto democrático en una batalla cósmica entre el ser y la nada, entre el orden y el caos. “Por eso en ER decidimos dejar de lado los personalismos y los egos, porque no vamos a ser funcionales a que vuelva el pasado”, afirmó Colello. Aquí la retórica se eleva a la altura de un pacto sagrado. El yo individual se disuelve en aras del bien común, en una renuncia ascética a la vanidad para evitar la repetición de un ciclo que se percibe como maligno. El pasado, ese dédalo de espejos rotos, no debe reflejarse una vez más en la superficie de la realidad entrerriana. La frase de Colello, cargada de una ambición que trasciende la mera gestión, se inscribe en la tradición del dilema político argentino: la lucha eterna contra el fantasma de lo que fue. En este rincón del mapa, el futuro no se construye, se defiende. Y la herramienta para esa defensa, según el secretario, es un acto de contención, un freno que detendrá no solo un movimiento político, sino, acaso, el tiempo mismo.
Ver noticia original