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La Paz » Politica con vos
Fecha: 08/09/2025 12:35
El resultado electoral dejó al presidente Javier Milei frente a una realidad incómoda: su proyecto, sostenido en el ajuste más severo de las últimas décadas y en la violencia verbal e institucional como método de gobierno, comienza a diluirse. Como escribió Nietzsche, no es más que “el último humo de una realidad que se evapora”. El experimento libertario, que prometía dinamitar el statu quo y liberar a la Argentina de los “parásitos de la casta”, terminó encerrado en su propia contradicción: un poder cada vez más dependiente de los viejos resortes de la política tradicional, de los pactos oscuros y de la concentración del sacrificio en las espaldas de los sectores más débiles. El costo del ajuste El relato de la “motosierra” buscó presentarse como épica, pero en los hechos se tradujo en recortes sobre jubilados, trabajadores, estudiantes y familias que ya no logran cubrir sus necesidades básicas. El ajuste que se vendió como heroico se volvió insoportable cuando dejó de ser un sacrificio abstracto y empezó a sentirse en la mesa de cada hogar. El voto fue la manera en que la sociedad le puso límite a un modelo que desprecia al ciudadano común, que convierte la economía en un laboratorio de shock sin reparar en la dimensión humana. La promesa de crecimiento futuro se desvaneció en el presente, marcado por el hambre, la desocupación y la desesperanza. La violencia como método A esa economía cruel se le sumó una política signada por la agresión. Milei hizo de la violencia un lenguaje oficial: insultos en cadena nacional, persecución a quienes piensan distinto, represión en las calles. Pero esa teatralidad de odio, que al inicio fascinaba a algunos, hoy aparece como un espectáculo agotado. La sociedad parece haberle dado la espalda a ese grito vacío, comprendiendo que detrás del show no había soluciones, sino más fractura. El humo que se disipa Lo que queda, tras la derrota electoral, es la imagen de un gobierno que se creyó fundacional y terminó reducido a polvo. Nietzsche lo anticipaba: cuando una realidad se evapora, lo único que vemos es su último humo, un vestigio que anuncia el final. Milei, atrapado entre el dogma económico y la furia personal, ya no representa la esperanza del cambio sino el recuerdo de una ilusión que no pudo sostenerse. La Argentina, mientras tanto, busca rearmarse entre los escombros de esa promesa incumplida. Y lo hace con la certeza de que ningún país puede construirse sobre el ajuste perpetuo y la violencia como norma. Después del humo La derrota de Milei no significa que la etapa del ajuste y la violencia haya terminado. Más bien abre una pregunta crucial: ¿qué fuerzas ocuparán el vacío que deja este fracaso? La historia argentina enseña que cuando se extingue un experimento autoritario y antipopular, los restos de ese humo suelen intentar reciclarse en nuevas formas de poder. La advertencia es clara: si la sociedad no logra articular una alternativa democrática, inclusiva y solidaria, el humo de Milei podría convertirse en cenizas que aún ardan sobre la vida cotidiana. (Imagen – Néron -Lucius Domitius Ahenobarbus- empereur romain [54-68 ap. J.-C.] Incendie de Rome)
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