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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 08/09/2025 04:58
Daniel Serafini junto a Erin Spohr, su esposa, y los padres de ella, Robert Gary Spohr y Wendy Wood, en unas vacaciones por Hawái. Una escena feliz que dista con el desenlace fatal Los condimentos de esta historia parecen sacados de un guión profesional para una exitosa serie policial de Netflix: éxito, traición, millones, sexo, codicia y balas. Daniel Serafini (51), ex jugador norteamericano de la liga profesional de béisbol, fue declarado culpable en el último julio por el brutal asesinato de su suegro y el intento de homicidio de su suegra. Mientras espera su sentencia y sus abogados intentan maniobras dilatorias y un nuevo juicio. Pero conozcamos las razones que encontró el jurado para dejarlo tras las rejas. La danza de los enojos y el dinero Daniel Serafini nació en San Francisco y desde su adolescencia le encantaron los deportes. Se convirtió con rapidez en referente del béisbol. Terminó siendo lanzador en equipos norteamericanos de primera división entre 1996 y 2007. Durante esos años jugó para los Minnesota Twins, Chicago Cubs, Pittsburgh Pirates, Cincinnati Reds, Colorado Rockies y San Diego Padres, entre otros. También pasó un par de temporadas en la liga profesional japonesa de béisbol. Era un joven exitoso, admirado, que aparecía en las revistas, que ganaba dinero y jugaba fuerte. Estando casado con su primera esposa fue que Daniel Serafini conoció a Erin Spohr. Era el año 2006 y el matrimonio la contrató para entrenar a sus caballos. Erin trabajó un tiempo con ellos y nada más. Al año siguiente, la exitosa carrera de Serafini se vio interrumpida de manera abrupta cuando, el 27 de noviembre de 2007, dio positivo por doping. Tenía en el cuerpo una sustancia para mejorar el rendimiento deportivo. El jugador sostuvo que lo que había consumido había sido por motivos médicos y que se lo habían indicado los doctores japoneses. No sirvió. De todas maneras, lo suspendieron por 50 partidos. Dan Serafini fue el lanzador de la Major League Baseball (MLB) en Minnesota Twins, Chicago Cubs, San Diego Padres, Pittsburgh Pirates, Cincinnati Reds y Colorado Rockies (REUTERS/Mike Cassese/File Photo) Su mundo deportivo y acomodado comenzó a evaporarse e ingresó en un espiral de desastres: equipos menores, malas inversiones y empezó a contraer más y más deudas. Fue poco después de separarse y de que iniciara este descenso que un amigo en común le pasó el teléfono de su ex empleada: Erin Spohr. Erin era la hija díscola de un poderoso matrimonio especializado en bienes raíces que había comenzado su imperio en Orinda. Serafini no daba puntada sin pensar que futuro iba a coser. Los Spohr eran adinerados. Llamó a Erin y, en 2010, comenzó el idilio. La situación económica de Serafini era frágil así que él pisó el acelerador. En 2011 se casó con Erin en Hawái. Entre 2013 y 2015 la situación financiera de Serafini siguió desbarrancando. Entre el carísimo divorcio de su primera mujer y el bar endeudado que había comprado The Oak Tavern (antes llamado The Bullpen Bar) estaba hasta las manos. Acumulaba deudas por 14 millones de dólares. Desesperado le pidió dinero a sus propios padres quienes hipotecaron su casa para darle 240.000 dólares. Pero nada era suficiente. Empezó a depender cada vez más de los padres de Erin para solventar el estilo de vida al que estaban acostumbrados. Tuvieron dos hijos: el primero en 2017 y el segundo en 2020. Y, no se sabe cómo ni por qué, pero ingresaron al mundo de los matrimonios abiertos. Una relación extraña, pero que a ellos les parecía funcionar. Para mediados del año 2021, sus hijos tenían tres años el mayor y ocho meses el menor. Mientras ellos acumulaban deudas, los poderosos suegros de Daniel veían crecer su patrimonio. Las discusiones por dinero y por política eran frecuentes entre las dos parejas. Una de las grandes peleas en ese tiempo tenía que ver con el presupuesto para una renovación de la casa de Homewood, en Lake Tahoe, propiedad valuada en 3,5 millones de dólares: la remodelación costaría 1.300.000 dólares. Daniel Serafini acumulaba deudas por catorce millones de dólares después de haber dado positivo por doping en noviembre de 2007 (AP Photo/Morry Gash, File) Calma sobre el lago y un cheque jugoso El sábado 5 de junio de 2021 Erin Spohr llegó de visita con sus hijos pequeños desde Reno a la casa de Homewood donde estaban sus padres. La propiedad sobre Lake Tahoe, California, era un paraíso con sus vistas. El trayecto desde donde vivía con su familia era de poco más de una hora en auto. El día era perfecto: cálido y soleado. Por la tarde salieron los tres a navegar con sus padres. Los abuelos disfrutaron pasar un rato en calma con sus nietos. En los alrededores de la casa, ubicada muy cerca de la playa Hurricane Beach, había fin de semana mucha gente de paseo: el lugar es geográficamente idílico. Robert Gary Spohr (70) y Wendy Wood (68) ya estaban retirados. Habían comenzado su carrera en el mundo inmobiliario y de la construcción en Orinda, donde crecieron sus hijas Erin y Adrienne. Erin les había dado problemas, pero Adrienne había estudiado negocios y se había convertido en directora de una compañía multinacional. Ellos habían viajado y construido edificios en todas partes del mundo, de Hong Kong a Afganistán. Habían sido también deportistas avezados, esquiadores y montañistas, pero ahora, ya jubilados, tenían tiempo suficiente para disfrutar de lo conseguido con sus nietos. Cuando regresaron del muelle hacia la casa Robert fue a la cocina y se dispuso a cocinar algo para todos. Wendy aprovechó para hacerle un cheque a Erin de 90 mil dólares. Una vez más su hija precisaba dinero con urgencia. Unas semanas antes le habían dado a su yerno otros 70 mil dólares. Siempre discutían por lo mismo y por las pésimas inversiones que hacía Serafini. No era algo nuevo en la vida de ellos, su relación con Erin había sido problemática desde la adolescencia. El patrimonio de los suegros de Daniel Serafini crecía mientras él acumulaba deudas millonarias Furia mortal A las 19.45 Erin y los chicos se subieron a la camioneta familiar de los Serafini para regresar a su casa en Reno. Alrededor de una hora más tarde un encapuchado hizo su aparición dentro de la casa de Homewood. Tomó a Gary por sorpresa y por la espalda. El sujeto le disparó a quemarropa en la parte posterior de su cabeza con un arma calibre .22 con silenciador. Gary cayó desplomado sobre el piso del living. Wendy fue la segunda en ser atacada. Recibió dos disparos que ingresaron a su cerebro y un tercero en la mano. Llegó a ver algo porque quiso defenderse del hombre con capucha. En total fueron seis las balas disparadas. El estruendo sordo resonó en el barrio alrededor de las 20.51. El perro de Wendy comenzó a lamerle vigorosamente la cara a su dueña caída. El atacante ya no estaba. En un momento ella reaccionó. Recobró suficiente conciencia como para intentar un llamado al 911. La operadora atendió pero del otro lado no había palabras, había algunos ruidos pero también silencio. Suponiendo que había sucedido algo malo envió al lugar, sin saber la dirección exacta, paramédicos y policías. Minutos más tarde, y luego de pasar por otra casa, la ambulancia y el patrullero ingresaron a la casa. Encontraron a Gary derrumbado cerca de la chimenea, en el segundo piso de la impactante casona de madera. A Wendy Wood la hallaron en el suelo del baño. Estaba viva y fue trasladada de inmediato a Reno y puesta en terapia intensiva. Los agentes observaron sorprendidos que eso no parecía un robo: el señor Spohr tenía puesto en la muñeca su valioso Rolex; su esposa, Wendy Wood, lucía en la de ella una brillante pulsera de diamantes. Además, el hecho de que el agresor entrara en la casa a plena luz del día, sin forzar ninguna puerta, habiendo en la entrada tres autos y gente en la zona, parecía increíble. Salvo que el perpetrador supiera exactamente dónde estaban ellos y quisiera pasar desapercibido entre los visitantes del lago del fin de semana. Relevaron el lugar pero nada había sido robado. Parecía una ejecución rabiosa. Wendy pasó más de un mes internada para recuperarse de las heridas cerebrales. Luego comenzó su rehabilitación: tendría que reaprender a caminar, hablar, comer. La codicia y las deudas detrás del crimen que sacudió a la familia Spohr en Lake Tahoe El precio de la lealtad: la libertad No fue demasiado difícil para los agentes descubrir que el intruso homicida había quedado grabado en varias cámaras de vigilancia callejera. Se lo veía entrar a la casa tapado con una capucha, usando un barbijo blanco y llevando una mochila en su espalda. Eso fue en horas de la tarde mientras la familia navegaba. Horas después, luego de que se fuera Erin con sus hijos, salió otra vez. Por las cámaras y lo que dijeron los vecinos del sonido, se calculó que el ataque mortal sucedió a las 20.51. Contra todo pronóstico Wendy sobrevivió a sus heridas luego de mucho tiempo en terapia intensiva. Pero no recordaba casi nada del ataque y no podía identificar con certeza a su agresor que, además, había actuado con la cara cubierta por un barbijo y la cabeza dentro de una capucha. Los detectives juntaron información y se enteraron de muchas cosas. Daniel Serafini, el yerno de las víctimas, estaba ahogado en deudas desde hacía tiempo y una vez había llegado a proferir amenazas contra sus suegros. Le habían escuchado decir: “Un día los mataré a los dos”. Su propio hermano reconoció que la figura en el video parecía ser la de Daniel y contó haber escuchado que su hermano habría ofrecido 20 mil dólares a alguien para que los mataran. La primera vez que interrogaron a Samantha Scott (33), amante de Serafini, fue en noviembre de 2021 mientras realizaban un allanamiento en su casa. Si bien el teléfono celular del principal sospechoso del que habitualmente salían hasta cientos de mensajes al día había estado, qué curioso, apagado el día del ataque a sus suegros, el de Samantha resultó delator. No lo había desconectado y por ello pudieron detectar, a través de las antenas, que ella había estado en Homewood, donde era residencia de los Spohr, el mismo día y a la misma hora de la balacera. Sin embargo, en ese primer testimonio, Samantha fue leal con su amante y no lo incriminó. Dijo creer que él estaba de viaje buscando un paquete. Las cámaras callejeras son aliadas incondicionales de las investigaciones actuales. Hay tantas que es imposible evitarlas a todas. La policía descubrió que, la noche anterior a los homicidios, Daniel Serafini y Samantha Scott habían dormido en un motel en Elko, en el estado de Nevada. Se los veía entrar y salir. ¿Cómo quebraron las autoridades su lealtad? Con el paso del tiempo y el miedo de Samantha. Sobre todo después de que él fuera detenido en 2023. Miedo de que podría ser juzgada por complicidad e ir presa de por vida. Fue así que más adelante consiguieron un acuerdo clave: ella hablaría a cambio de no ser acusada por los mismos cargos que él. “Él siempre ha estado para mí, es mi mejor amigo. Ha sido un gran padre, un proveedor. Que tenga una relación con Samantha (foto) no importa. No importa lo que haga”, dijo Erin sobre la amante de su marido Más dramas para la familia Spohr Si bien Wendy se recompuso bastante bien de sus heridas físicas y con mucho esfuerzo pudo volver a leer, a escribir, a caminar e incluso a andar en bicicleta, no pudo con el resto. Con las heridas emocionales. No conseguía soportar el cataclismo que significaba la desaparición de su marido, el ataque de su yerno que ya era un tema obvio y de la posible complicidad de su hija Erin. A estas alturas Adrienne ya había dejado su puesto en una compañía para dedicarse a cuidar de la empresa de sus padres y para poder estar cerca de su madre. El 9 de marzo de 2023 Wendy Wood se quitó la vida en el hogar de ancianos en el que vivía. Tenía 70 años. La misma edad que tenía su marido al ser asesinado por Serafini. Sufría de depresión. Pero antes de morir por su propia voluntad, desheredó a su hija Erin. Solo le dejó, a medias con su hermana Adrienne, la casa de Homewood en Lake Tahoe. Adrienne sostuvo que su madre “no pudo manejar las pérdidas. Extrañaba enormemente a mi padre. Era como si el asesino la hubiese asesinado a ella también. (...) Espero que ambos sean considerados responsables por las dos muertes”. Por pocos meses Wendy Wood no llegó a ver la detención de su yerno. Quizá eso le hubiese aliviado un poco el alma. El juicio contra el ex beisbolista duró seis semanas: fue acusado de asesinato en primer grado, intento de asesinato, robo con irrupción ilegal, y dos cargos por haber puesto en riesgo la vida de sus hijos Un monstruo llamado codicia Daniel Serafini fue arrestado el 20 de octubre del 2023. Pero fue recién el 6 de febrero de 2025 que Samantha se declaró culpable por haberlo ayudado en la planificación de los hechos y aceptó un acuerdo con la fiscalía para declarar en contra de su ex amante. Tendría que testificar en su contra. El 19 de mayo de 2025 comenzó el juicio contra Daniel Serafini Auburn, California. La testigo clave era nada menos que la amante del acusado. Samantha contó que había sido ella quien llevó al acusado en su auto, un Subaru de color tostado, hasta el Lake Tahoe. Antes de llegar pasaron la noche del 4 de junio en un hotel en Elko, Nevada. Admitió haber visto que Daniel llevaba un caño de PVC que iba a utilizar como silenciador casero y un arma. Reveló que en el trayecto él la hizo detenerse para probarla. Disparó contra unas colinas de arena. Quería estar seguro de que fuera a funcionar. Una vez que llegaron al lugar Daniel se bajó del Subaru y ella se dirigió y estacionó a unos dos kilómetros y medio de la casa de los Spohr y se bajó a pasear por el pueblo. Las cámaras la muestran paseando entre las 18.44 y las 21.22 de ese día. Serafini, por su lado, se introdujo en la casa que tan bien conocía para esperar escondido el regreso de la familia que navegaba por el lago. Luego de que su mujer y sus hijos se retiraran de la casona familiar, él se preparó para atacar. Una vez que acabó de su objetivo, se escabulló fuera y fue al lugar donde Samantha lo esperaba. Emprendieron el regreso y en el camino Samantha lo ayudó a deshacerse de las partes del arma. Serafini tiró por la ventana del auto varias piezas de la misma, sus zapatos manchados y su mochila. Pasaron la noche siguiente en un tráiler en Crescent Valley. Hay más que su contundente testimonio incriminador: están los registros telefónicos del celular de Samantha que la ubicaban allí a la hora de los ataques. El teléfono de Serafini, en cambio, estuvo apagado en los momentos cruciales. Antes de silenciarlo, ese día 5 de junio, le mandó un mensaje a su mujer Erin a las 5.24 de la mañana y otro a las 6.54. Adrienne Spohr interpuso una demanda contra su hermana Erin y su esposo Daniel, donde exige una restitución de 1.300.000 dólares (Paul Kitagaki Jr./ZUMA Press Wire) Erin, quien hoy tiene 40 años, sigue casada con él y criando a sus hijos de 7 y 5, despertó miradas incrédulas tras su declaración: “No tengo idea de quién mató a mis padres. Los extraño enormemente. Me gustaría que vieran crecer a mis hijos”. En el estrado afirmó que se enteró de la relación de su marido con Samantha, pero que no le importó: “Él siempre ha estado para mí, es mi mejor amigo. Ha sido un gran padre, un proveedor. Que tenga una relación con Samantha no importa. No importa lo que haga”. Aseguró que su matrimonio era abierto en el tema sexual y defendió la inocencia de Serafini a capa y espada. Aunque tuvo que admitir que, en 2022 y después de perder a sus padres, los tres -Serafini, ella y Samantha- viajaron juntos a México para que la joven se realizara una cirugía que costó unos cinco mil dólares. ¿Quién pagó? Como siempre, el dinero de los Spohr. También concedió que su amistad con Samantha Scott continuó incluso luego de la detención de Daniel Serafini en octubre de 2023. Cuando le mostraron el video del atacante con capucha negó que pudiera ser su marido: dijo que él tiene los hombros más anchos. Con sus padres, relató, desde los 18 años había tenido una relación con “altibajos”. Contó que su madre la había amenazado con excluirla de la herencia cuanto menos unas treinta veces. Que habían hecho terapia para mejorar los lazos, pero que realmente las cosas cambiaron para bien cuando nacieron los nietos. Quedó expuesto que sus padres mantenían un fideicomiso millonario a nombre de sus hijas y que existía un acuerdo prenupcial firmado por Daniel Serafini donde se especificaba que él no recibiría ninguna herencia de parte de sus suegros en caso de divorcio. Las hijas recibían beneficios financieros de sus inversiones y la casa de Lake Tahoe estaba a nombre de las hermanas desde 2017. Pero había un detalle: antes de morir Wendy había quitado a Erin de la herencia. ¿La creía responsable del complot asesino junto a su marido? Eso parece. El abogado defensor del acusado, el doctor David Dratman, sostuvo en su argumento final que los análisis de los expertos del FBI habían puesto en duda que el de las cámaras fuera efectivamente su defendido. El juicio duró seis semanas. Serafini fue acusado de asesinato en primer grado, intento de asesinato, robo con irrupción ilegal, y dos cargos por haber puesto en riesgo la vida de sus hijos. El jurado que estaba compuesto por diez mujeres y dos hombres llegó al veredicto de culpabilidad el pasado 14 de julio en todos los cargos menos uno: el de haber puesto en peligro a sus hijos. Ellos no estaban cuando todo ocurrió. ¿El móvil? La fiscalía apunta a que Gary Spohr y Wendy Wood fueron víctimas de la violenta codicia de su yerno: si Erin heredaba, ellos podrían disfrutar de la mitad del patrimonio que supera los 23 millones de dólares. A Daniel Serafini lo ayudó su amante para cometer el crimen de sus suegros y su esposa, la hija de las víctimas, defiende su inocencia (Paul Kitagaki Jr./ZUMA Press Wire) Lo que queda del pasado Si bien Erin no fue acusada penalmente porque no se pudo demostrar que estuviese al tanto del plan macabro de su marido, todos creen que estuvo involucrada. Apuntan al hecho de que lo defiende sin dudar mientras se enfrenta a su hermana. El que siga casada con él no es poca cosa. ¿Habría pensado compartir con Serafini el dinero de su herencia? ¿Sabía que había sido quitada del testamento? Adrienne Spohr no duda que ella sabía de los planes. Para ella estaban de acuerdo. Por ello interpuso una demanda contra su hermana Erin y su esposo Daniel, donde exige una restitución de 1.300.000 dólares. El suicidio de Wendy, Adrienne también se los endosa. Si no fuera por el asesinato de Gary, Wendy jamás se hubiera quietado la vida. El propósito de la pareja era solo uno, asegura: conseguir dinero de la herencia familiar para financiar las deudas Serafini y disfrutar del resto. Codicia en estado puro. Por su parte, Erin acusa a Adrienne de haber manipulado emocionalmente a su madre para quitarla de en medio y excluirla de la herencia y así quedarse ella sola con todo los activos familiares. El amor y el dinero no van de la mano. Por lo menos en esta familia. Samantha Scott (35) no enfrentará ningún juicio porque al llegar al acuerdo con la fiscalía quedó en libertad monitoreada. El 18 de agosto tocaba que el juez le impusiera la sentencia al culpable: Daniel Serafini. Pero en un movimiento sorpresivo el acusado cambió de abogado. Quiere intentar un nuevo juicio. El letrado solicitó tiempo para revisar las 367 páginas del caso. El juez accedió a escuchar los argumentos en una audiencia, sin prensa, el próximo 29 de agosto y dilató la posible sentencia para el 28 de octubre. Una vez más Adrienne Spohr (35) se siente manejada por los tiempos judiciales y manipulada por las acciones de su cuñado y de su propia hermana Erin. A sus sobrinos no los verá crecer. Las relaciones están definitivamente rotas. El sueño americano, algunas veces, no sale nada bien.
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