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» Santafeactual
Fecha: 07/09/2025 11:45
Tenía 106 años y dedicó gran parte de su vida a buscar a su nieto, nacido en cautiverio durante la dictadura. Fue presidenta honoraria de Abuelas de Plaza de Mayo y referente incansable del derecho a la identidad. Rosa Tarlovsky de Roisinblit, presidenta honoraria de Abuelas de Plaza de Mayo, murió este sábado a los 106 años. Su nombre quedará para siempre ligado a la memoria, la verdad y la justicia: fue una de las grandes protagonistas en la lucha por los derechos humanos en la Argentina, tras el secuestro y desaparición de su hija Patricia en 1978 por parte de una patota de la Fuerza Aérea. Nacida el 15 de agosto de 1919 en Moisés Ville, provincia de Santa Fe, hija de colonos judíos que escaparon de los pogroms en Rusia, Rosa estudió obstetricia en la Universidad Nacional del Litoral y fue jefa de parteras en Rosario. Pero su vida cambió drásticamente en octubre de 1978, cuando su hija Patricia Julia Roisinblit —embarazada y militante de Montoneros— fue secuestrada junto a su pareja, José Manuel Pérez Rojo, y la hija de ambos, Mariana Eva. A Patricia la trasladaron a la ESMA, donde dio a luz a Guillermo, el nieto que Rosa buscaría incansablemente durante más de dos décadas. En 2000, una denuncia anónima permitió comenzar a reconstruir su identidad, y en 2004 fue restituido oficialmente a su familia biológica. Su apropiador había sido el agente de la Fuerza Aérea Francisco Gómez, quien participó del secuestro de su madre. “Yo no me convertí en revolucionaria, salí a buscar a mi hija”, había dicho Rosa, en una de sus tantas entrevistas, cuando le preguntaban cómo comenzó su lucha. La búsqueda personal se transformó en compromiso colectivo: se sumó a Abuelas de Plaza de Mayo en 1979, fue tesorera, vicepresidenta y, con los años, una figura central en la institución. Su nieta Mariana Eva —también sobreviviente del terrorismo de Estado y escritora— la despidió con un mensaje en redes: “Para mí sos eterna”. Durante su trayectoria, Rosa viajó por el mundo contando la historia de los nietos desaparecidos. Participó en foros internacionales, visitó Naciones Unidas y fue parte de los avances en genética forense que permitieron restituir la identidad de más de 140 nietos, incluido el suyo. En Santa Fe y en todo el país fue reconocida con distinciones como el Doctorado honoris causa de la Universidad Nacional de Rosario, el Premio Azucena Villaflor y una mención de honor del Senado. Pero como señaló Abuelas en su despedida: “el mayor reconocimiento fue el de los nietos y nietas que fue encontrando, que en cada encuentro la abrazaban como si fuera su propia abuela”. Con memoria prodigiosa, amante del tango y del tenis, Rosa celebró sus 100 años bailando, rodeada de afectos y de compañeras de lucha. “Mi compromiso con la vida es para siempre”, dijo alguna vez. Y cumplió. Hasta el final. Fuente: INFOBAE
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