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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 08/09/2025 06:55
Muriel Spark “Soy una acumuladora de dos cosas: documentos y amigos de confianza. […] Desde que me hice conocida, se han escrito tantos relatos extravagantes y erróneos sobre partes de mi vida que sentí que era hora de poner las cosas en su lugar. Decidí no escribir nada que no pueda ser respaldado por evidencia documental o bien por testigos directos; no me he basado únicamente en mis recuerdos, por vívidos que sean. Lo inquietante de las afirmaciones falsas y equivocadas es que los estudiosos bienintencionados tienden a repetirse unos a otros. Las mentiras son como pulgas que saltan de aquí para allá, chupando la sangre del intelecto. En mi caso, la verdad suele ser menos halagadora, menos romántica, pero a menudo más interesante que la historia apócrifa. La verdad en sí misma es neutra y posee su propia y encantadora belleza”. Así comienza Currilum Vitae, la autobiografía de la escritora Muriel Spark, publicada en inglés en 1992 y recientemente aparecida en Argentina con una excelente traducción de Ariel Dillon. ¿Quién es Muriel Spark? Nació en Edimburgo en 1918. A los 19 años se casó con S. O. Spark y se mudaron a Zimbabue. En 1944 se trasladó a Inglaterra donde se desempeñó en labores de contraespionaje en el departamento de propaganda antinazi del Ministerio de Asuntos Exteriores. Allí conoció a Graham Greene… ¿Quién es Muriel Spark? Una mujer con una vida apasionante. Y lo interesante es que diga que, cansada de escuchar falsos rumores sobre su vida, va a decir la verdad. No su verdad, sino la verdad. Porque alcanza con que alguien diga que va a decir su verdad, para darnos cuenta de que miente. La verdad no es algo inmediato, sino que necesita ser reconstruida, a partir de diferentes voces y aquí es que Spark convoca en su autobiografía sobre todo documentos que, incluso para hablar de su vida, son más fuertes que el recuerdo. "Currículum vitae", de Muriel Spark Porque los recuerdos bien pueden ser falsos, mentirosos, cargados de oscura intención, pero el compromiso con la verdad hace que nos preguntemos: ¿dónde termina una vida y cuál es el origen de la ficción? “Para escribir sobre la vida, tal como yo me proponía hacerlo, sentía que primero tenía que vivir. Lo esencial de la literatura empezó a residir, para mí, fuera de la literatura: estaba en otra parte, allá en el mundo”, continúa Spark y así revela el origen personal de sus novelas. Por ejemplo, la señorita Brodie –uno de sus entrañables personajes– está inspirada en su maestra Christina Kay (un personaje fundamental en su formación). El atractivo de Curriculum vitae reside en la observación de aquellas partes de la biografía que van a trasladarse a la literatura y las transformaciones que sufre en ese proceso. ¿Qué de la vida puede volverse literatura? Esa es la gran pregunta que organiza el texto. Y de regreso al texto que cité en un principio, recuerdo la frase de Nabokov que dice: “Acariciad los detalles, los divinos detalles”. En estas páginas, por ejemplo, Spark narra con una belleza sublime cómo era la manteca que comía en su feliz infancia en Edimburgo. Curriculum vitae puede leerse como una novela más de Muriel Spark. Ahora bien, ¿qué novelas de esta autora son las que más recomendaría? Podría comenzar por La intromisión (1981) en la que Fleur Talbot, la heroína de esta novela, hace honor a las aspiraciones literarias de la propia Spark: de día trabaja redactando biografías secretas que se guardarán bajo llave hasta dentro de setenta años, mientras que de noche consuela a la esposa de su amante. O recordar otra gran historia, la que se narra en La abadesa de Crewe (1974), acerca de dos candidatas a suceder a la superiora de una abadía, con características opuestas y una anécdota de fondo que parodia el caso Watergate. Sin embargo, no son estas las novelas en las que me voy a detener, dado que pertenecen al punto medio de su obra. Me detendré en una de las primeras, una de las últimas y una póstuma. Les cuento algo más de Curriculum vitae: nos es una autobiografía de toda la vida, sino que llega hasta los 39 años, edad en que Spark publica su primera novela. Leamos ahora sobre tres de sus novelas más emblemáticas. Memento mori (1959) Aquí se trata de una escena inicial: una anciana recibe un llamado telefónico en el que una voz le dice: “Recuerde que debe morir”. A partir de ahí, la escena se va amplificando, empezamos a conocer el círculo íntimo de la anciana, las relaciones entre los diferentes personajes y, de a poquito, el llamado les llega a todos. Así queda conformado un grupo de ancianos, que vivieron en otra época, que transitan los achaques (y las vivezas, tanto como los despotismos) de la vejez, cuando el deseo aflojó y quedan las tensiones y conflictos de intereses que se resumen, en última instancia, en el testamento de cada quien. Llegamos al final de la historia y nos damos cuenta de que toda la trama funcionó como una película de Hitchcock y el llamado es un gran McGuffin (señuelo) que nos mete en las complejidades de la vejez, uno de los temas más difíciles y por eso necesarios para la literatura hoy. Memento mori (1959) Esto no es nuevo en la editorial que publica a Spark (La Bestia Equilátera). Yo ya había leído Prohibido morir aquí de Elizabeth Taylor, autora a la que tampoco conocía y me impresionó. Otra historia de viejos, pero en un asilo, que se debaten entre la muerte y el despunte de una nueva chance de vivir un amor o, mejor dicho, una ilusión. ¿Podemos vivir sin ilusiones? Si vieron y les gustó Esperando la carroza –clásico del cine argentino que inmortalizó a un personaje entrañable como Mamá Cora– lean esta novela de Muriel Spark. Si les gusta el sentido del humor y las buenas conversaciones, lean Memento Mori. Muy lejos de Kensington (1988) En esta novela, una mujer adentrada en años recuerda un momento de su juventud, cuando vivía en una pensión con otras personas bastante singulares, hasta que una de ellas recibió un mensaje intimidatorio. Fíjese el lector en la recurrencia en el inicio de las historias de Spark. Nuestra protagonista es una mujer que se reconoce excedida de peso y que registra muy bien el efecto que su condición produce en los demás –como la confiabilidad. Aunque ella no se identifica con ese efecto, más bien es una mujer astuta e irónica que se jacta de dar muy buenos consejos, como los que dosifica para los lectores. Esta es una genialidad de la narración, porque logra introducir en una pieza de suspenso el recurso a la literatura de autoayuda y nos hace preguntarnos si podemos prescindir de la persona que aconseja en el consejo. Borrar esa huella define la deshonestidad y hace olvidar que los consejos no están para ser cumplidos, sino para recuperar la confianza en alguien que, a veces, puede parecer confiable –pero cuanto menos lo sea, a veces, mejor. Muy lejos de Kensington (1988) Consejos para conseguir trabajo, para adelgazar, para conseguir una pareja, etc., el libro es un glosario de las formas de malestar en nuestras sociedades y el esfuerzo que hacemos para creer en algo. Hacia el final, nos enteramos del remitente de la nota, pero ahí ya no es importante. Esto es propio de las novelas de Spark: cuando se resuelve el misterio, los personajes están en otra. Lo que más me gusta de esta autora es su frescura para narrar; no hay mucho para decir, salvo que tiene el don de hacer hablar a la vida, sin grandes dramas, en esas pequeñas decisiones de cada día que son más auténticas que un acto heroico. Al terminar Muy lejos de Kensington, recordé una canción de Pet Shop Boys que se llama “Being Boring”; es una de mis preferidas y en el principio del video tiene una frase que habla de las fiestas de otro tiempo, cuando justamente se vivía sin pensar en el tiempo. La frase bien podría aplicarse a Muriel Spark: “She was never bored because she was never boring” [“Ella nunca se aburría porque ella nunca era aburrida”]. Los encubridores (2000) Publicada seis años después de la muerte de Spark y basada en un hecho real. El caso policial de mayor trascendencia en toda la historia de Inglaterra: el 7 de noviembre de 1974, Lord Lucan mata a la niñera de sus hijos, confundiéndola con su esposa. Se fuga y jamás puede ser hallado por la justicia británica. En Los encubridores se trata de la vida de una psicoanalista que recibe a un paciente que asegura ser un asesino famoso, que se encuentra prófugo hace muchos años; pero el nudo comienza cuando se presenta otro hombre para decir que es ese mismo asesino. Entonces, ¿quién dice la verdad? Además, el presunto asesino le dice que sabe que ella no es quien dice ser, sino que cambió su nombre luego de ser una prestigiosa estafadora que tuvo su momento de fama cuando fue descubierta. ¿Quién es quién? ¿Quién es uno mismo? Los encubridores (2000) El personaje de la psicoanalista es simplemente maravilloso. Es una mujer que, cuando recibe a un paciente, no le interesa lo que este tiene para decir; más bien, ella le cuenta un montón de cosas, le habla de ella y de su vida (¿qué vida?) hasta que después de un tiempo, si el paciente no se cansó, le pregunta: ¿qué quiere usted? No hay mejor manera de narrar cómo los pacientes tienen que soportar a los analistas. Hace poco con una persona cercana hablamos de un colega para recomendarle a una amiga común. Pensamos en un analista en particular y la primera pregunta que surgió fue: “¿Se lo bancará?”. Nuestro colega amigo está medio loco, pero es uno de los mejores analistas que conocemos. Después pensamos: “Bueno, pero él se la tiene que bancar a ella también, ninguno de los dos la tiene fácil”. Esta presentación es fiel a la novela, porque muestra qué singular es el lazo analítico. Con el tiempo, los pacientes empiezan a notar que su analista es una persona, por lo menos, un poco rara. Ni hablar si se cruzan en la calle o en una reunión. Podría evitarse este encuentro por todos los medios, pero tarde o temprano se produce. ¿De qué otro modo se puede tener un vínculo sintomático con otro y no quedar envuelto en ese síntoma, despejar las implicaciones que, al mismo tiempo, permitan decir adiós, sin que sea a través de una decepción? Ese duelo que no se puede hacer de primera mano con un familiar, una pareja o un amigo. Este libro me recuerda una vieja frase de Jacques Lacan, de 1976: “El psicoanálisis puede ser una estafa, pero no es cualquier estafa: es una estafa que acierta”.
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